domingo, 9 de agosto de 2020

MAURICIO JARAMILLO LONDOÑO - SIMÓN BOLÍVAR Y LA GLORIA HECHA PATRIA


ARTISTA DEL ESCRITO
MAURICIO JARAMILLO LONDOÑO

SIMÓN BOLÍVAR Y LA GLORIA HECHA PATRIA

Hace más de dos siglos, el día 24 de julio de 1783 en Caracas, tierra de héroes y de traidores, nació Simón Bolívar, español de sangre, criollo de corazón, de mente genial y alma libertaria, pasional y enamorado. Una bella caraqueña Aristeguieta, fue su primer delirio; su esposa, María Teresa Rodríguez, venezolana de quien se enamoró como una centella, ella muere a los ocho meses de casados. Fanny de Villars, en París, le consuela. Y Anita Lenoit, en diciembre de 1812, en Salamina, tierra costeña, cae prendada en manos del patriota, en quien advertía una grandeza inesperada y contagiosa.
Tiempo después, corría el año de 1813, Bolívar veía desde los balcones de Caracas, la ciudad entregada a los jolgorios de la independencia, conseguida por este General y con su muy conocida, Guerra a Muerte, observó y descubrió a una morena llamada Josefina Machado, sus amores duraron hasta 1819. 
Ya en las islas encantadas del Caribe americano, conoció nuestro Libertador a Julia Cobier, criolla dominicana hermosa y triste, que une su corazón al emperador de las dificultades, quien desde Jamaica anunciaba los derroteros de Sur América. El 24 de mayo de 1822, vencidos los chapetones en Pichincha, Bolívar entró triunfante a Quito y la muy bella Manuela Sáenz, dijo con encanto: 
“Cuando se acercaba al paso de nuestro balcón, tomé la corona de rosas y ramitas de laureles y la arrojé para que cayera al frente del caballo de Simón Bolívar; pero con tal suerte que fue a parar con toda la fuerza de la caída, a la casaca, justo en el pecho de Simón Bolívar. Me ruboricé de la vergüenza, pues el Libertador alzó su mirada y me descubrió aún con los brazos estirados en tal acto; pero Simón Bolívar se sonrió y me hizo un saludo con el sombrero pavonado, que traía a la mano”.
Y el triunfador de la Libertad y la apasionada Manuela Sáenz, dieron comienzo a una de las más extraordinarias, novelas de amor y valor para la vida de América Latina.
Luego en el Valle de Huaylas, Manuela Madroño, bella e inaccesible, jovencita y núbil se prendió del maestro de la gloria, quien ascendía hacia las alturas de Los Andes peruanos, sus caminos para batir a los españoles en Junín. 
De otro tiempo en junio 25 del año del Señor de 1825, caen derrotados los opresores, por la valentía de Sucre, quien vence en Ayacucho y el Libertador de América, Simón Bolívar Palacios, entraba a la Villa Imperial de los Incas, al Cusco. Y allí entonces apareció Francisca Zubiaga de Gamarra, esposa del cholo Agustín Gamarra, quien gobernaría en dos ocasiones al Perú. 
En cuanto a Francisca, una mujer áspera, pero bella, estuvo con Bolívar y durmió con El Libertador, dándole al genio la paz del lecho, que necesitaba con urgencia.
Aparte con el correr de la vida, El Padre de las Cinco Patrias, quien recorrió a pie y a caballo más de ciento veintitrés mil kilómetros, algo así como seis veces la vuelta al mundo, recubierto con su fuerza enorme,  sufrió pese a todo tres graves derrotas a manos de la España reaccionaria, pero con perseverancia, se atrevió a seguir empuñando la espada para independizar a este continente de las garras del atraso social. El hombre que enfrentó a la aristocracia criolla, entendiendo que sólo con la emancipación de esclavos y de indios, sabía que podía fusionar a todas las razas, con fundamento en la Libertad y la Equidad. Y bien, Simón Bolívar, con la unión de las naciones latinoamericanas, supo podía dar un gran crecimiento a su amado pueblo; este gigante entre gigantes.
Aparte que fue claro, Simón Bolívar amó sin condiciones ni reclamos a Manuela Sáenz, por quien dijo con amor: “Tú me has hecho idólatra de la humanidad hermosa”.
Y a propósito sobre la República Armada, para aquella época, El Libertador dijo: 
“Todos los ejércitos del mundo se han armado por los reyes, por los hombres poderosos; pero vosotros armaos por las leyes, por los principios, por los débiles y por los justos”.

Mauricio Jaramillo Londoño;
Arista de Colombia.
Fotografía del texto,
por Arturo Michilena,
Simón Bolívar a caballo.

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