lunes, 23 de octubre de 2023

MAURICIO JARAMILLO LONDOÑO - UNA HERIDA QUE NO SANA


ARTISTA DEL CUENTO
MAURICIO JARAMILLO LONDOÑO

UNA HERIDA QUE NO SANA

Fuiste la luz de tu madre, el amor infinito de tu hija, la adoración de tu hermana, el amigo incondicional de tus amigos; amigos que por cierto tuviste por montones. 
Y de mí, tu padre eres hoy el más doloroso y a la vez el más dulce recuerdo. Y no me perdonaré el no haberme acostado contigo en un pastal a ver juntos las nubes y el cielo azul cada mes, cada semana, cada día. Tus botas con las que moriste serán las que llevaré el día de mi partida. Un beso sobre tu tumba, hijito mío.         
Veo fotografías y estás en ellas, estás triste, mirando al interior de tu alma, es la mirada de la ausencia, de la incomprensión, es el espíritu atormentado, desconsolado, sin norte, es la aflicción de la soledad.
Estás con tu hija de dos o de tres años, pero no aquí, sino allá, lejos de la realidad, huido, dolido, estrellado, no por las estrellas del cielo ni los querubines de las iglesias, sino por tu sangrante duelo, el de tus padres, creo yo, el de haber sentido que tu papá se fue cuando tenías sólo nueve años, nada más nueve años.
Nueve años en los que se te derrumbó el mundo,  se abrió un huraco misterioso y negro, incomprensible para un niñito de nueve nada más, nueve años.
Recuerdo tu mirada de niñito de nueve años, la tengo sembrada en mi piel, en mis carnes, en mi cerebro y me duele, me ha dolido siempre, me ha herido sin posibilidad alguna de sanación, siempre sangrante, escurriendo rojo intenso, costra que se levanta, se seca, y reaparece, pero a diferencia tuya, tengo de pronto, un mayor poder de ocultamiento, un hipócrita escondido, un derrotado inderrotable, un ausente presente.
En cambio tú, hijito de nueve años, sacabas a flor de carne, tu dolor de soledad, tu esperanza perdida, tus sueños derrotados, tus caricias sin caricias, el no sentir las manos del padre, la voz del padre, la amorosidad del padre.
¿Está allí el origen del todo? ¿He ahí la paz vencida? ¿El hueco lo perturbó todo?
No sabes y ya no podrás saberlo, porque te fuiste para siempre, para allá en ese huraco, en ese agujero negro que todo lo chupa,  donde quizá se halla el origen de las especies. 
Y yo aquí, sin ti, sin esperanza alguna de recuperarte, porque te fuiste para siempre.
Frente a mi escritorio, te vi de nuevo, recordándote con la botas que tenías puestas, la vez estuviste muerto, bañado en sangre, las botas negras de cuero, que conservan el olor de tu cuerpo, esas botas parecidas a las de un soldado, porque lo fuiste y te obligué a estar en la lucha de la vida, firme con las botas que a diario miro y donde ya no estás en ellas, ya no cubren tus pies, ni protegen tus dedos de amor, botas negras que me acompañarán hasta mi muerte, las botas que nunca botaré, pues quiero morir con ellas puestas, para sentirte, cuando brote mi último estertor y para sentirte en mi tumba, muy junto a mí.

Mauricio Jaramillo Londoño;
Artista de Colombia.
Fotografía del texto,
por Eltu Meshau, 
El libertador de la luz roja.
 
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