miércoles, 27 de julio de 2022

JAVIER CLAURE COBARRUBIAS - EXTRAÑO OFICIO


ARTISTA DEL POEMA
JAVIER CLAURE COBARRUBIAS  

EXTRAÑO OFICIO

Me he dedicado 
al extraño oficio de escribir poesía, 
porque la vida agridulce 
es un póker de tres púas, 
y en su vaivén, atado a mis sueños, 
mis lamentos y mi traje de ermitaño, 
caminé con una llaga en el costado 
entre rosales y ataúdes. 

Escuché        
el sollozo del trueno enfurecido 
y vi ríos desembocando en el torrente; 
aquel día, derramé mis poemas gota a gota 
y escribí al amor, a mi hija, a la patria, 
a la muerte, a las mujeres que me abandonaron 
y a esas que abandoné, 
cuando me abría el pecho para sacarme 
el líquido muerto de las costillas. 

Ahora estoy aquí vagabundo 
con el corazón desdoblado 
de frente a mi propio abismo 
que me persigue como una amante 
lloriqueando por las calles. 

Mis poemas son jazmines, 
barcos de dulces y sangrientas palabras, 
que germinaron desde mis nervios apuñalados, 
con la tibieza del diario vivir, 
desde pesadumbres y temblorosos rayos, 
que agotaban mi alma en la madrugada. 

A veces he querido que sean 
estructuras de grandes edificios 
y de obeliscos que adornan la ciudad, 
más que cartas de artesanos, 
son floreros anunciando 
noticias cotidianas, 
que se iban tarde y volvían temprano.

A decir de mi poesía, 
mis versos han nacido angustiosos, 
felices, rebeldes y caprichosos; 
la libertad de escribir, 
se ha hecho necesaria a mi presencia, 
y a los hijos de mi pulso, 
los defiendo a capa y espada.


Javier Claure Cobarrubias,
Artista de Bolivia.
Fotografía del texto,
por Devenath,
La máquina de escribir.

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lunes, 25 de julio de 2022

JAVIER CLAURE COBARRUBIAS - CANTO A LA VIDA


ARTISTA DEL POEMA
JAVIER CLAURE COBARRUBIAS  

CANTO A LA VIDA

Canto al duende que husmea en la montaña, 
a los arenales, en cuya superficie,
dibujé un corazón de diez orejas cuando era niño. 

Canto a esa silueta insurrecta en el socavón, 
a las mujeres de Liberia, 
porque instalaron una paloma blanca en su país, 
a las aves que levantan en sus alas la libertad, 
al reverso de tus besos candentes, 
que suenan como el latón contra el granizo. 

Canto y recanto a los troncos de la selva 
que tararean un inmortal susurro de prosperidad, 
al aguacero que pasa y se lleva la maleza, 
a las estatuas bañadas con aspirina, 
a la antorcha encendida un quince de agosto.

Canto a la circunferencia, 
porque encierra la verdad y 
con su último punto canto
a los pescadores que equilibran,
con buen tacto la balanza.


Javier Claure Cobarrubias,
Artista de Bolivia.
Fotografía del texto,
por Simón Bardet,
La selva secreta.

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viernes, 22 de julio de 2022

JAVIER CLAURE COBARRUBIAS - PERTENENCIA QUECHUA


ARTISTA DEL POEMA
JAVIER CLAURE COBARRUBIAS 

PERTENENCIA QUECHUA

¿Rendirme yo? 
¡Que se rinda su abuela, carajo!                                
Eduardo Abaroa

Aquí nació 
la hija predilecta de Simón Bolívar, 
salitre, algas y arena era su cuerpo, 
dos faros de alto quilate su diadema 
y los muelles sus extremidades. 

Aquí hilaron 
las aves un manto de vicuña 
el Illimani escuchó el gemido de las olas 
y las bautizó con quenas, 
con tarkas y charangos. 

Aquí brotó 
el cobre, el oro y la plata, 
variedades de moluscos y peces, 
las gaviotas volaron de norte a sur 
y la espuma jugaba con las rocas.

Aquí trabajaron 
hombres con rústicas herramientas,
con overoles de bayeta, 
hasta que llegaron los extranjeros 
y la riqueza se convirtió en la vía dolorosa.

Aquí flameó 
la tricolor en las colinas y en el agua 
el fulgor del rojo encendió la sangre de Abaroa 
el amarillo cubrió las ricas tierras 
y el verde fue la frontera en el desierto. 

Aquí confundieron 
civilización con poderío, 
se implantó una norma rapiña, 
Inglaterra detrás del invasor 
y a cargar con todo por la fuerza. 

Aquí tejió 
el enemigo la telaraña del crimen, 
entre pistoleros y capitanes, 
sin memoria, sin historia 
y muy poca noción de la naturaleza. 

Aquí destruyeron 
la Confederación Bolivariana, 
Portales, su Ejército y los tiranos, 
se aferraron a lo ajeno 
y obedecieron a la Bolsa londinense. 

Aquí sembraron 
metralletas y minas antipersonas en el límite, 
el Pacífico se convirtió en una contienda, 
en saqueos y en allanamientos. 

Aquí usurparon 
el Litoral hace más de un siglo 
y desde entonces sangra una arteria, 
en el Cono Sur de América, 
eterna herida abierta en el Continente. 

Aquí bramó 
el viento y las sirenas por la injusta invasión, 
Genoveva Ríos fue la niña héroe de la bandera, 
Juancito Pinto redobló los tambores a corta edad 
y los Colorados defendieron a la Patria. 

Aquí instalaron aparatos, 
locomotoras a vapor 
y el nefasto tratado de ultramar, 
jamás trajo consigo ni paz, ni amistad.


Javier Claure Cobarrubias,
Artista de Bolivia.
Fotografía del texto,
por Oscar Franco,
Los amigos de Bolivia.

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jueves, 21 de julio de 2022

CHEVICK GIRALDO - ME LLAMO WILLIAM CALLEY

 
ARTISTA DEL CUENTO
CHEVICK GIRALDO

ME LLAMO WILLIAM CALLEY 

Aquella vez inolvidable, cuando lo vi caminar, mientras se ayudaba con las manos a dar el siguiente paso, corrí y le dije que yo quería ayudarle. Me miró con algo de extrañeza, pero luego cedió su mano derecha, entonces de inmediato, yo la envolví en mi cuello y apuntalando uno y otro paso, cuando fuimos llegando a su casa, me dijo con el único dedo bueno, que le quedaba de la mano, señalando donde vivía.
Era su casa, tres veces más grande que el lugar donde yo vivía, con la diferencia que las paredes mías estaban lisas, pero no grises y en las de él, tenía colgadas todas las medallas que cualquier militar desearía en su vida. 
En cuanto a lo demás, para aquella ocasión, me dijo: 
-Hombre, te cuento, me llamo William Calley y soy el general militar, quien acabó con la vida de 182 mujeres, 60 ancianos y soy quien mató a 173 niños, además de destruir 247 viviendas, matar todo el ganado y quemar los arrozales. Participé en el tercer regimiento del ejército de los Estados Unidos en la guerra del Vietnam cuando empezó en 1960, donde murieron 500 mil civiles vietnamitas y 200.000 militares y más de 57.000 mil soldados Americanos. Derivado de esta guerra, fui asignado el 16 de marzo de 1968, donde atacamos a un pueblo en el sur de Vietnam, la región de SonMy, con el objetivo de aniquilar los combatientes del Vietcong. En ese lugar sólo encontramos civiles a los que violamos y asesinamos. Hoy después de tanto tiempo, sólo tengo en mi memoria los  muertos, que no se quedan quietos y en el rincón de esta casa, ellos me gritan y me dicen en los sueños, que cuando muera iré a otro lugar diferente, donde no están ellos.
Yo entonces le pregunté a cuál lugar iría, tras su muerte. Por su parte, él estiró sus largas piernas en el sofá como queriendo encontrarse a sí mismo y en cuatro palabras, me respondió:
-Yo iré al mismito infierno. 
-¿Por qué?-Le pregunté. 
Ahora con cierto enojo así mismo apagó el corto tizón del tabaco habanero, que le estaba quemando las puntas de los dedos y con lágrimas me contestó: 
-Porque soy un criminal de guerra. 
Ya sin dejar de mirarme caminó por la sala y se detuvo en una de las primeras medallas, la tomó y luego llegó a la última. Era la que le había dado el rango de general de la primera división de asalto de infantería. El fuego de la chimenea que nos calentaba, ahora se hizo más grande, cuando empezó a tirar cada una de las medallas. Instantes después, cuando llegó a la número siete, antes de tirarla me miró y luego se dirigió a un lugar oscuro de la habitación. 
Al cabo de algunos minutos de llamarle y no responderme, abrí la puerta y al encender la luz estaba arrodillado con una pistola Baretta Cougar, apuntándose directamente en la sien. 
-No lo hagas, general William, no lo hagas por favor-Le grité. 
-Ya nada es igual. He vivido en esta casa grande huyendo de los demonios de la guerra y de los gritos de los niños que me dicen, que ellos eran felices antes de yo bombardear sus casas y sus parcelas. A veces los veo caminar por las paredes  blancas de la habitación con sus cuerpos mutilados llenos de sangre, me miran y me preguntan si las medallas de honores y asensos me hacen feliz y no tengo cómo responderles, más que con mi propia muerte-Me respondió. 
Cuando desaseguró la pistola y su mano tembló, me di cuenta que a pesar de todo, tenía miedo de morir. 
Entonces me acerqué más a su presencia y le dije: 
General, mire y escúcheme unos segundos, por favor, General, yo un día pensé que era mi tiempo antes de saltar por la ventana y huir de mi país. La única forma de matar los demonios de la guerra fue, escribir sobre la guerra, he escrito tres novelas sobre ella y si me cuentas la tuya será la cuarta novela. 
-¿Y eso me podría ayudar a postergar mi día?-Me preguntó con cierta duda. 
-Sí, pero mientras me cuenta la suya, puede comenzar  a leer una de mis novelas favoritas; Los Muertos de la Guerra-Le dije, pasándole el ejemplar de la obra literaria. 
Hoy después de ese evento, estoy escribiendo lo que el general William Calley, me contó sobre la guerra del Vietnam, que sin duda será mi cuarta novela, sobre las guerras que él ni ustedes, nunca desearán que vuelvan  a pasar.

Chevick Giraldo,
Artista de Los Estados Unidos.
Fotografía del texto,
por El artista del bien,
No a la guerra y viva la paz.

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martes, 19 de julio de 2022

JESÚS JIMÉNEZ REINALDO - EN EL SUELO

 
ARTISTA DEL CUENTO
JESÚS JIMÉNEZ REINALDO

EN EL SUELO

Cuando yo era niño, no sentía demasiado interés por los asuntos de los mayores, lo digo con total indiferencia. Ellos vivían en un mundo ajeno al mío. Los veía desde abajo y apenas me fijaba en lo que decían, concentrado como estaba en sus ropas oscuras, sus miradas inquisidoras y su falta de interés por mí; por supuesto yo no hablaba, que bien aprendida tenía la consigna de que fuera de casa lo conveniente era cerrar la boca y estarse quieto. Cuando quería que dijese algo, mi madre me daba un golpecito en la espalda y me animaba a contestar a preguntas relacionadas con el colegio o los recuerdos que tenía o no del vejestorio de turno. A veces con suerte, acertaba con la respuesta y me daban caramelos o una moneda de cinco pesetas y acto seguido me dejaban volver a mis cavilaciones, esperando el momento feliz de soltar aquel lastre de los encuentros callejeros fortuitos, que tan a menudo se producían y tan aburridos resultaban siempre. Yo los temía, porque parecía que la disposición para la conversación de los adultos era una lacra generalizada e impedía hacer lo más banal de manera certera y eficiente. Tenía la sensación de que les gustaba perder el tiempo y hacérmelo perder a mí.
Creo que nunca fui un niño normal, si tal cosa existe. Lo digo porque la mayoría de las personas que conozco cuentan que las tardes de su infancia, las vacaciones de verano y el periodo que iba de Reyes a Navidad, se les hacían eternas, interminables. Y luego remachan el comentario con la consabida velocidad que alcanzan los años en la madurez y en la vejez, que todos coinciden en lo breve que es la vida y lo deprisa que se pasa el arroz y te cubres de arrugas; de nada sirve invocar a sus dioses del Photoshop y del Botox, pues hasta en eso la gravedad y el envejecimiento celular, le ganan la partida al más pintado. A mí sin embargo, el tiempo siempre me pareció un amigo fugaz y por eso odiaba que me lo hicieran perder los adultos en la rúa publica cuando ya tendría que haberme comprado los zapatos o puesto la inyección el médico. Tan atareado estaba y tan poco provecho les sacaba a mis obligaciones diarias, que muchas veces no hacía nada sólo por no estresarme pensando en todo lo que dejaba sin resolver. Fue por entonces que mi padre, que ya daba muestras de conocerme bien, pronunció la agorera frase de que su hijo no iba a tener tiempo ni para morirse.
Mi rareza de niño dejó de serlo en cuanto los demás crecieron. Hay una edad, que generalmente suele ser la adolescencia, en que todos los seres humanos nos convertimos en unos extraterrestres de lo más sorprendentes; no sólo somos raros por nosotros mismos, sino que además nos gusta juntarnos con otros especímenes similares. Antes la diversidad era manifiesta y recibía nombres muy variados, pero ahora, seres prácticos que nos hemos vuelto, con la palabra frikis, los englobamos a todos y no se escapa ni uno. Rodeado de aspirantes al éxito pese a su acné, la extrema delgadez o su contraria y la falta de curiosidad por la verdadera dimensión de la realidad, recuerdo esa época como un ciclo efímero en el que florecen en la necedad el amor, la bondad y la geometría de los cuerpos gloriosos.
Luego, ya no. Como yo, todos mis contemporáneos tuvieron la desdicha de crecer, algunos más y otros menos y poco a poco se pusieron al nivel de los ojos de las personas que de niños, veíamos desde las distancias del suelo como aves picudas y desdeñosas. Las obligaciones, los valores, las órdenes más o menos tácitos, nos convirtieron en seres parecidos, similares los unos a los otros, excepto los casos en que se salían a toda velocidad por la tangente y que no merecían más que reproches y responsos. Daba lo mismo si vivías a toda velocidad para hacer un bonito cadáver o si te lo tomabas con calma para acartonarte el día de mañana en un sofá con vistas a un televisor, coronado por una flamenca, porque la existencia en cualquier caso iba a ser breve y decepcionante, como hubiéramos sabido de haber dedicado la adolescencia a leer filosofía y no a bailar hasta el amanecer, practicando posturas con precauciones o sin precauciones.
Ahora que los más iluminados nos cuentan en los foros de whatsapp, que no existe ni el presente ni el futuro, me pregunto para qué nos ha servido este viaje, al menos a la mayoría; en mi caso para poco lo digo con total indiferencia. No cuenten conmigo para hacer macramé, clubes de lectura, senderismo por la sierra, pan casero o esculturas con corcho de alcornoque. Tumbado en el suelo, los miro y me digo que ni les intereso ni me interesan, no me hagan perder el tiempo, ignórenme, total, para lo que vamos a durar…

Fotografía del texto,
por Dayan Rodio,
El lector y la soledad.

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lunes, 18 de julio de 2022

EL PORTAL ARTÍSTICO EL FUEGO DE LUKA


EL PORTAL ARTÍSTICO,
CREADO EN MÉXICO,
EL FUEGO DE LUKA,
UN LUGAR VIRTUAL MUY BUENO,
PARA TODOS LOS AMIGOS DE LA CULTURA, 
QUE AMAN LA LITERATURA Y LAS BELLAS ARTES.  


Fotografía del texto,
por Rita Esperanza,
La luz del cielo.

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viernes, 15 de julio de 2022

LA LITERATURA COMO BINESTAR PARA LA MENTE HUMANA

 
ENCUENTRO CULTURAL;
LA LIBRERÍA LIBRE,
PONENCIA MAGISTRAL,
LA LITERATURA COMO BIENESTAR PARA LA MENTE HUMANA,
COLOMBIA, AÑO 2022.

EN EL ENCUENTRO CULTURAL;
LA MAESTRA DE COLOMBIA,
JOHANA ALEJANDRA NIVIA CASTELLANOS,
HACE LA PONENCIA MAGISTRAL,
SOBRE LA LITERATURA COMO BIENESTAR PARA LA MENTE HUMANA,
JUNTO A SU EXPOSICIÓN EN CUANTO A LA MEJORÍA DE LOS PENSAMIENTOS,
QUE EVOLUCIONAN LOS HOMBRES Y LAS MUJERES, 
CON LA LECTURA DE LA LITERATURA,  
PARA EL BIEN DE NUESTRA AMÉRICA LATINA Y EL MUNDO.

SÁBADO 16 DE JULIO.

TRASMISIÓN DESDE COLOMBIA,
HORA DE INICIO, 8:00 DE LA NOCHE, HORA DE COLOMBIA,
8:00 DE LA NOCHE, HORA DE MÉXICO,
10:00 DE LA ARGENTINA, HORA DE ARGENTINA,
9:00 DE LA NOCHE, HORA DE MIAMI, ESTADOS UNIDOS,
3:00 DE LA MAÑANA, HORA DE ESPAÑA.
REALIZACIÓN DEL EVENTO,
POR EL PORTAL CULTURAL DE LA LIBRERÍA LIBRE.
 
GRUPO ARTÍSTICO DE LA LIBRERÍA LIBRE EN FACEBOOK


PÁGINA ARTÍSTICA DE LA LIBRERÍA LIBRE EN FACEBOOK
 

Diseño creativo del texto,
por los creadores,
La Librería Libre.

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lunes, 11 de julio de 2022

MOISÉS CÁRDENAS - RELATOS DE CUALQUIER TIPO

 
DEL ARTISTA DE VENEZUELA;
MOISÉS CÁRDENAS,
PARA TODOS LOS AMIGOS DE LAS LETRAS,
SU OBRA LITERARIA,
RELATOS DE CUALQUIER TIPO.

EL LIBRO FÍSICO EN LA LIBRERÍA DE AMAZON
ESTADOS UNIDOS


EL LIBRO VIRTUAL EN LA LIBRERÍA DE LEKTU
ARGENTINA


Portada del libro,
por la editorial Solarias de Uruguay,
Relatos de Cualquier Tipo.

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viernes, 8 de julio de 2022

PRESENTACIÓN DEL LIBRO RELATOS DE CUALQUIER TIPO


ENCUENTRO CULTURAL;
LA LIBRERÍA LIBRE,
PRESENTACIÓN DEL LIBRO,
RELATOS DE CUALQUIER TIPO,
COLOMBIA, AÑO 2022.

EN EL ENCUENTRO CULTURAL;
EL ARTISTA DE VENEZUELA,
MOISÉS ROBERTO CÁRDENAS CHACÓN,
HACE LA PONENCIA DE SU NUEVO LIBRO,
RELATOS DE CUALQUIER TIPO,
JUNTO A SU EXPOSICIÓN SOBRE LA CREACIÓN LITERARIA,
PARA EL BIEN DE NUESTRA AMÉRICA LATINA Y EL MUNDO.

DÍA DEL EVENTO,
SÁBADO 9 DE JULIO.

TRASMISIÓN DESDE COLOMBIA,
HORA DE INICIO, 8:00 DE LA NOCHE, HORA DE COLOMBIA,
8:00 DE LA NOCHE, HORA DE MÉXICO,
10:00 DE LA ARGENTINA, HORA DE ARGENTINA,
9:00 DE LA NOCHE, HORA DE MIAMI, ESTADOS UNIDOS,
3:00 DE LA MAÑANA, HORA DE ESPAÑA.
REALIZACIÓN DEL EVENTO,
POR EL PORTAL CULTURAL DE LA LIBRERÍA LIBRE.
 
GRUPO ARTÍSTICO DE LA LIBRERÍA LIBRE EN FACEBOOK


PÁGINA ARTÍSTICA DE LA LIBRERÍA LIBRE EN FACEBOOK
 

Diseño creativo del texto,
por los creadores,
La Librería Libre.

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SEBASTIÁN NOVAJAS COFRÉ - LAS MANCHAS DE TU ESPALDA


ARTISTA DEL CUENTO
SEBASTIÁN NOVAJAS COFRÉ

LAS MANCHAS DE TU ESPALDA

Te la encuentras desnuda en la chacra de tu casa. Una pocita de agua oscura, dejada por la garúa de la tarde. Ella tiembla en posición fetal. Se podría decir que es tu primera visita desde que dejaste la vida citadina. El azadón y el rastrillo está a tus pies, aplastando los primeros brotes de unos cebollines. Ella ante ti, s como un vaticinio de una deidad primigenia. El sonido de la carretera a lo lejos; otro camión maderero, ya reconoces algunos ruidos de tu nuevo habitad. La mujer con la respiración entrecortada tiembla; te sacas la chaqueta de mezclilla y te acercas como si le fueras a tapar el rostro a un caimán. No tienes respuesta, salvo por la vibración de su cuerpo ante tu tacto caliente. La ves a la cara y parece una muñeca de porcelana, pero con la piel trigueña y el pelo marengo apelmazado. Crees advertir unos colmillos. Un parpadeo y esa imagen desaparece y ahora ella está hincada en el barro de la acequia. 
La sujetas por los hombros, sopesas que hacer con ella; llamar a la policía y decir que encontraste en los brotes de tus cultivos y malezas a una mujer con los ojos de las noches sin luna, no lo crees, como tampoco esa visión de unos grandes colmillos blanquecinos, emergiendo de la parte superior de su dentadura. Al llegar al umbral de la puerta la observas con mayor claridad, arrastra los pies. A ella temblorosa, la sientas en una silla plástica verde claro, para correr una maceta de greda que está a punto de caerse de una banca, hecha de un tronco de lapacho seco, que encontraste en medio del predio cuando apenas habías llegado a residir. Una vez adentro buscas entre los baúles y sacas una manta de lana color borgoña y se la pones sobre los hombros, sin quietarle la chaqueta. Ella no reacciona; tiene la mirada ida en dirección a la pared de barro que da al pasillo. 
Ahora la sientas frente a la mesa de madera con los bordes negros. Buscas un fosforo y prendes uno de los fogones de la cocinilla. Intentas meter conversación, pero esa mujer aborta con su silencio, cada uno de tus esfuerzos. No le quitas la vista de encima. Mucho rato mirándola la pone en alerta como una gata. El silbido de la tetera la descoloca y retrocede dejando caer la manta de lana, pela los dientes. Ni siquiera la interpelas, sientes lastima por una mujer con rasgos tan delicados, pero tan maltrecha a la vez en su cuerpo. Con las palmas a la altura de tu pecho, la llamas a la calma y le pides que se acerque. Busca una esquina donde resguardarse. De a poco te acercas, medio encorvado, con las palmas abiertas. La respiración se le calma y ves su costado con cicatrices, cerca de las costillas. Se acerca a ti, como esas crías de perros abandonados que saben que no deben confiar en nadie, pero aun así necesitan ayuda. La consonancia de sus ojos y su respirar hondo, te inquieta. Logras que se siente otra vez y consigues colocarle la manta en las piernas magulladas y embarradas. Ella no hace nada por acomodarla y se queda a torso descubierto. 
De una fuente metálica le ofreces un poco de costillar de cerdo, no tienes ningún animal al que faenar, y ese lo compraste en la carnicería del pueblo, aunque pensaste en intentar criar los propios para comida, pero luego de saber que les pegaban un golpe en la cabeza para aturdirlos y luego los degollaban y gritaban hasta que no quedaba ápice de sangre en sus venas; tu deseo de criar tus propios productos cárnicos, menguó bastante. Al separar la carne del hueso, crees que le haces un favor, te cortas la punta del índice. Te chupas el dedo y ella alza la cabeza, olisquea y se da vuelta. Ahora hay silencio y luego surge el aullido de un mono y el canto de los grillos, quiebra el hielo.
Ya su piel comienza a cambiar, sublime quedas ante esa imagen de mujer, parece que su piel, se convierte en un pelaje de color marrón amarillento, se va extendiendo por todo su cuerpo, las manchas negras se vuelven irregulares, ella se revuelca en el suelo de tierra acompasada y produce un estertor que te pone en una posición defensiva con el corazón, bombeando a mil, se retuerce otro poco y en su columna ves las protuberancias redondas marcarse en la piel. Te alejas de ella y esta mujer, huele tu miedo y te da más espacio, estás aquietado en un rincón. Ella apunta en dirección al vergel y la luna llena que se asoma. 
Ahora tú le apuntas con un dedo tembloroso a ese pelaje moteado, igual ella no te responde, pero sus ojos te dicen que no es una amenaza, por lo menos, no para ti. Desde tu distancia estiras una mano como si tocaras a la bestia herida. Y las manchas de tu espalda, son las únicas palabras que te salen en un hilillo desde la garganta. 
Ella cambia la postura y puedes ver como de sus manos emergen unas garras curvadas y se rasca en el suelo, alrededor de la mesa. Ahora crees que estás en un estado febril y que cualquier lucidez se ha perdido en medio de ese páramo campestre, con la selva a tu espalda. 
Ella ni siquiera te mira, no eres una amenaza y tú obnubilado, contemplas como una cola con la punta roma y negra, emerge desde su coxis, ahora ella como una bestia.  

Sebastián Novajas Cofré;
Artista de Chile.
Fotografía del texto,
por El artista del bien,
La mujer loba y la noche.

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viernes, 1 de julio de 2022

WASHINGTON DANIEL GOROSITO PÉREZ - VERSUS LOS TSUNAMIS


ARTISTA DEL POEMA
WASHINGTON DANIEL GOROSITO PÉREZ

VERSUS LOS TSUNAMIS

La poesía no está hecha  
sólo de palabras,
tiene lágrimas de mar,
muy saladas.
Hay amargos silencios
que rondan la desgastada
escalera del olvido.
Se integran luces portuarias
y sus múltiples matices.
Hay mástiles, proas y popas,
y se sueltan amarras
desde el viejo muelle.
El viento amigo
hincha velas a reventar
que buscan el núcleo de la tormenta,
naufragantes versos
se irán al sacrificio 
y calmarán el dolor
de los océanos
que ya no darán
coletazos de furia.


Washington Daniel Gorosito Pérez;
Artista de Uruguay.
Fotografía del texto,
por Dimitris Vetsikas,
El barco y el mar de la noche.

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