martes, 13 de septiembre de 2022

JULIO SÁNCHEZ MINGO - CAFÉ


ARTISTA DEL CUENTO
JULIO SÁNCHEZ MINGO 

CAFÉ

A Santos, Torrefattore, la Yañez, 
consumidora compulsiva, mi hermana, 
forofa de La Mexicana, 
y demás amigos del planeta café.

Juanito y Cristian, son muy amigos. Comparten pupitre desde su más tierna infancia. Ahora cursan el último año de Secundaria y sus cabezas rebosan de planes, de sueños de futuro.
Se pasan el día hablando de chicas, de fútbol, del comportamiento de los ciclistas colombianos en la serpiente multicolor del Tour de Francia, el Giro de Italia o la Vuelta a España. Y, sobre todo, hablan del café.
Ellos viven en Pitalito, en el departamento de Huila, Colombia.
Juanito quiere seguir los pasos de su padre, al que adora, un cafetero propietario de una finca que produce uno de los granos más apreciados de la región, en el corazón del planeta del café de Colombia. El chaval, hijo único, perdió a su madre de muy niño. De hecho no la recuerda, así que se conforma con mirar sus fotos y decir: 
-Era la mamá más guapa del mundo.
Tiene el mismo carácter de su progenitor, tranquilo, pausado, amable, pegado a la tierra que les da esos frutos rojos, las cerezas del cafeto, que son su sustento y casi podríamos decir, la razón de su existencia. La máxima aspiración del padre es conseguir la Taza de la Excelencia y el mayor anhelo del hijo para el día de mañana es lograr todos los años tan preciado galardón.
A partir del año próximo, Cristian quiere estudiar ingeniería agrícola en la Universidad Surcolombiana, allá Neiva, la ciudad capital del departamento del Huila. Y le gustaría una vez licenciado, trabajar de investigador en el Centro Nacional de Investigación del Café, CENICAFE. Su padre es también del gremio, gerente de una de las cooperativas de cafeteros más importante de la zona.
El chico es inquieto, nervioso, muy inteligente, se interesa por todo.
Los dos amigos del alma se complementan perfectamente.
-A ver, listo, ¿cómo se llama el brinzal del cafeto?-Pregunta Juanito.
-No sé qué es un brinzal.
-Te he pillado. Es el árbol recién nacido de semilla, la plántula.
-Ah, la chapola, porque tiene forma de mariposa.
-Para ser hijo de un contable chupatintas, ja, ja, ja, sabes mucho de campo.
-Mira por donde sale el hijo del destripaterrones.
-Los dos aprendemos mucho de nuestros papás, ellos son dos auténticos campeones, cada uno en lo suyo.
-Cierto.
Otras veces adoptan una actitud más seria y la conversación se vuelve más profunda.
-El otro día, en el telenoticiario, dieron unas imágenes de España donde los jornaleros, los braceros que acuden a recolectar el durazno, se ven obligados a dormir tirados en la calle. Son migrantes sin papeles y los explotan. Yo creo que aquí a los venezolanos que huyen de Maduro los tratamos algo mejor.
-Llegará un día en que los chapoleros no serán casi necesarios. Será como en Brasil con el café robusta, donde las cosechas están muy mecanizadas, tienen un rendimiento por hectárea mayor y el café es tan barato.
-Mira que el robusta es malo. Es más amargo, menos perfumado y aromático, menos digestivo y tiene más cafeína que nuestros arábigos. Eso sí, es más resistente a las plagas.
-No me hables de la roya. Mi papá se va siempre de cabeza, temeroso de que aparezca el maldito hongo.
-Ayer leí en Internet que en Europa está prohibido utilizar los pesticidas que nos venden los españoles, italianos y demás piratas del otro lado del Charco. Ahora con el Brexit, los borregos ingleses se van a hartar de comer Alfalfa, que tienen mucho Dicloro Difenil Tricloroetano.
-Siempre igual, el veneno para los pobres. Ya sabes que él es un purista y partidario del cultivo orgánico, sustentable y biológico. Siempre me está recitando las ventajas de la explotación ecológica con equilibrio, frente a la intensiva exploración artificial. Que si se protege el suelo, porque los cafetos se cultivan a la sombra de otras especies de árboles de mayor porte, que si las fincas se convierten en la morada de infinidad de especies vegetales y animales, sobre todo se debe cuidar el planeta.
-Mi padre añadiría que el cafetal orgánico es una importante fuente de empleo, que puede dar trabajo a muchas familias, que así no son expulsadas de su territorio. Y lo más importante, se mantiene el ciclo regular de la Naturaleza, sin residuos dañinos, algo crucial para luchar contra el cambio climático.
-¿Será cierto eso que dicen en Costa Rica de que su café es el mejor del mundo?
-No lo sé, nunca lo he probado. Desde luego, su país es como Colombia, pero en chiquitito, selvas, volcanes, chicas lindas y cariñosas, pero eso sí, sin violencia.
-Allí, ¿el proceso de beneficio del café es en húmedo, el café lavado, como hacemos aquí, o en seco, el café natural de los brasileños? ¿O el honey, el miel?
-Serás asno. Si su café es bueno, será arábigo y lavado.
-¿Sabes que de pequeño al mucílago se le decía murciélago?
-No me extraña. Eras un poco mulo para aprender, ja, ja, ja.
-Los que deben producir buen café son los negrazos bantúes, de Kenia y Tanzania.
-No seas racista.
-Ya estamos con lo del lenguaje políticamente correcto, pero si son una raza superior, a su lado los jugadores de la NBA son unos alfeñiques. ¿Has visto el monstruoso pecho que tienen? Se subirían al Nevado, sin esforzarse nada.
-Hablando de la NBA, hay que ver el café de los gringos, eso no sabe a nada.
-Menudo aguachirle.
-Donde consumen el peor café del mundo es en España. Mezclan grano de tueste natural y grano tostado con azúcar, que se quema. La infusión coge un gusto muy amargo, fortísimo, que te perfora el estómago. Para compensar ese sabor tan desagradable casi siempre lo beben con leche o manchado y atiborrado de azúcar blanco, un simple jarabe, puro veneno. Ellos parece que no tienen paladar. Mi padre ha estado allí un par de veces, con los de la Federación Colombiana de Cafeteros. 
-¿Y por qué hacen esa animalada?
-Dicen que a finales del XIX, los mineros cubanos añadían azúcar al tostar los granos de café para protegerlos de la humedad y la temperatura de la mina y mantenerlos largo tiempo en buen estado. Y un listillo, que tenía un tostadero llamado, Cafés La Estrella, ahora es de Nestlé, patentó el proceso en España para poder vender un café de larga conservación. Y le llamó café torrefacto y al tratamiento, tueste torrefacto, y registró el nombre por veinte años, lo máximo posible. Para más Inri, resulta que torrefacción es sin más, la acción de tostar, especialmente el café. ¡Qué lío lingüístico!
-Anda, déjate de tanto café y tanta lengua. ¿Por qué mejor no le dices a tu hermana pequeña que hable con Purita y Alexa, que sé que te gusta mucho Alexa y nos las llevamos el sábado de rumbeo a las fiestas de San Pedro y en cuanto a Robert, seguro que se apunta y yo pues te lo juro. ¡Juro que no tomaré!

Julio Sánchez Mingo;
Artista de España.
Fotografía del texto;
por Rodnae,
Los amigos del café en la tarde.

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