viernes, 20 de marzo de 2020

REVISTA SOBRE ESPIRITISMO EDICIÓN DOCE EN ESPAÑOL


REVISTA SOBRE ESPIRITISMO,
HECHA DE CULTURAL Y DE REVOLUCIÓN,
EDICIÓN DOCE EN ESPAÑOL.

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Ilustración del texto;
por los creadores de la portada creativa,
La Revista Espírita.

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NUEVA CONVOCATORIA LITERARIA DE LETRAS PÚBLICAS


LETRAS PÚBLICAS,
UN ESPACIO CREADO EN CHILE,
POR EL ARTE Y LA LITERATURA


Ilustración del texto;
por los creadores de la convocatoria literaria,
Fanzine Letras Públicas.

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JOHANN SEBASTIAN BACH - CONCERT FOR VIOLIN A MINOR


JOHANN SEBASTIAN BACH;
CONCERT FOR VIOLIN A MINOR,
BALTIC SEA YOUTH PHILARMONIC,
JULIA FISCHER.



Fotografía del texto;
por Frauke Riether,
La Composición Romántica.

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ANÓNIMO - LA EPOPEYA DE GILGAMESH TABLILLA XI


ARTISTA DE LA EPOPEYA
ANÓNIMO

LA EPOPEYA DE GILGAMESH TABLILLA XI

Dijo Gilgamesh a él, a Utanapishti:
«Te miro, Utanapishti,
tu forma no es distinta, eres igual que yo,
no eres distinto, eres igual que yo».

«Estaba plenamente decidido a hacerte luchar,
pero ahora en tu presencia, mi mano se contiene.
¿Cómo estuviste con los Dioses en la asamblea?
¿Cómo encontraste la vida eterna?».

Dijo Utanapishti a él, a Gilgamesh:
«Déjame revelarte, oh Gilgamesh, 
un asunto sumamente secreto,
a ti, contaré un misterio de los Dioses».

«La ciudad de Shuruppak, una ciudad que tú bien conoces,
que está a las orillas del río Éufrates;
la ciudad era antigua, los Dioses estuvieron allí una vez,
cuando los grandes Dioses decidieron enviar el Diluvio».

«Su padre Anu, hizo un juramento,
y su consejero, el héroe Enlil,
su camarlengo, El Dios Ninurta,
y su oficial principal, El Dios Ennugi,
junto al principesco Ea, juró también con ellos,
repitiendo sus palabras a una cerca de cañas:
¡Oh, cerca de cañas! ¡Oh, muro de ladrillos!
¡Oye esto, oh cerca! ¡Presta atención, oh muro!
Oh, hombre de Shuruppak, hijo de Ubar-Tutu,
derriba la casa y construye una barca.
Abandona la riqueza y busca la supervivencia.
Desdeña la propiedad, salva la vida.
Lleva a bordo de la barca, 
semillas de todas las cosas vivas.
La barca que construirás,
sus dimensiones serán todas iguales,
su longitud y su anchura serán las mismas,
cúbrela con un tejado, como el Océano Inferior».

Ante lo dicho, yo comprendí y dije a Ea, mi señor:
«Obedezco, oh señor, lo que así me has dicho.
Comprendí, y lo haré, pero cómo respondo a mi ciudad, 
a la multitud y a los ancianos».

Ea, abrió su boca para hablar,
diciéndome a mí, su servidor:
«También les dirás esto,
seguro que el Dios Enlil, siente odio por mí.
En vuestra ciudad no puedo vivir ya,
no puedo pisar más [el] suelo de Enlil.
[Debo] descender al Océano Inferior, a vivir con Ea, mi señor,
y él os enviará una lluvia de abundancia;
[una abundancia] de aves, una profusión de peces,
[proporcionará] una cosecha de riquezas.
Por la mañana os enviará una lluvia de pasteles de pan,
al anochecer un torrente de trigo».

Con las primeras luces trémulas del alba luminosa,
la tierra comenzó a congregarse,
[el carpintero] llevó [su] azuela,
el cestero llevó su piedra.

* * *

«Los jóvenes estaban,
los viejos llevaban cuerdas de fibra de palma;
el rico llevaba la brea,
el pobre llevó la polea».

«El quinto día tenía puesto el casco en su sitio,
una obrada medía su planta, diez brazas la altura de sus costados.
A las diez brazas también, los lados de su cubierta tenían la misma longitud,
puse en su lugar su casco, hice su dibujo.
Le puse seis cubiertas, dividiéndola así en siete,
dividí su interior en nueve compartimientos,
clavé en el centro clavijas marinas,
me ocupé de las pértigas y coloqué el aparejo».

«Treinta mil medidas de brea vertí en un horno,
treinta mil de alquitrán dentro,
treinta mil de aceite trajeron los porteadores,
además de las mil consumidas en libaciones,
había veinte mil de aceite almacenado por el barquero».

«Para mis trabajadores, sacrifiqué bueyes,
y corderos maté a diario.
Cerveza, cerveza fina, aceite y vino,
[di a] mis trabajadores como agua de un río,
para que disfrutasen de un festín como en los días del Año Nuevo».

«Al [salir el ] sol, me apresté a dar aceite,
[antes de] ponerse el sol la nave estaba terminada,
 fueron muy arduos, de atrás hacia delante, 
movimos leños para la botadura,
[hasta que] dos tercios de [la nave habían entrado en el agua]».

«[Todo lo que poseía] lo cargué a bordo;
toda la plata que poseía la cargué a bordo,
todo el oro que poseía lo cargué a bordo,
todos los seres vivos que poseía los cargué a bordo.
Mandé subir a bordo a todos mis familiares y amigos,
a las bestias del campo, las criaturas de la estepa 
y miembros de cada técnica y oficio».

«El momento que el Dios sol designó,
por la mañana te enviará una lluvia de pasteles de pan,
y al anochecer un torrente de trigo,
entra en el barco y sella tu escotilla».

«Ese momento ha llegado ya,
por la mañana te enviará una lluvia de pasteles de pan,
y al anochecer un torrente de trigo,
miré el estado del tiempo,
el estado del tiempo estaba lleno de malos presagios,
entré en el barco y sellé mi escotilla».

«Al que selló el barco, Puzur Enlil, el carpintero de ribera,
le di mi palacio con todos sus bienes.
Con las primeras luces trémulas del alba luminosa,
se levantó en el horizonte una oscura nube negra,
y rugiendo dentro de ella estaba Adad, El Dios de la Tormenta.
Los Dioses Shullat y Hanish iban delante de él,
llevando su trono sobre la montaña y la tierra».

«El Dios Errakal, arrancaba de cuajo los postes del atracadero,
Ninurta al pasar, hacía desbordarse las presas.
Los Dioses Anunnaki portaban antorchas de fuego,
quemando el campo con brillantes destellos».

«La quietud del Dios de la Tormenta pasó sobre el cielo
y todo lo que entonces era brillante, se convirtió en tinieblas.
Arremetió contra la tierra como un toro [que arrasa,]
[la] hizo añicos [como una vasija de arcilla].
Durante un día los [vendavales arrasaron el país,]
soplaron rápidos y [después llegó] el [Diluvio].
Como una batalla [el cataclismo] pasó sobre la gente».

«Un hombre no podía distinguir a otro,
ni podía reconocerse a la gente en medio de la destrucción,
incluso Los Dioses se asustaron del Diluvio,
se marcharon y subieron al cielo de Anu,
acurrucándose como perros y se agazaparon a la intemperie».

«Las Diosas gritaban como mujeres de parto,
Gimió Beletili, cuya voz es tan dulce;
los tiempos de antaño se han convertido en arcilla,
porque hablé con maldad en la asamblea de los Dioses.
¿Cómo pude hablar con maldad en la asamblea de los Dioses,

y declarar una guerra para destruir a mi pueblo?
Yo fui quien las dio a luz, esas personas son mías.
Y ahora, como peces, llenan el océano».

«Los Dioses Anunnaki lloraban con ella,
con el rostro húmedo, lloraban [con ella,]
sus labios estaban resecos y abrasados por la fiebre.
Durante seis días y [siete] noches,
el viento sopló, el aguacero,
el vendaval, el Diluvio, arrasó la tierra».

«Pero cuando llegó el séptimo día,
el vendaval amainó, el Diluvio terminó,
el océano se calmó, después de retorcerse como una mujer en parto,
la tempestad se calmó, el Diluvio terminó.
Observé el tiempo, estaba silencioso y en calma,
pero toda la gente había vuelto a la arcilla,
La llanura aluvial estaba llana, 
como la azotea de una casa».

«Abrí un respiradero, 
sobre mis mejillas cayó la luz del sol.
Me senté, me arrodillé y lloré,
por mis mejillas, corrían las lágrimas.
Oteé los horizontes, el confín del océano,
en catorce lugares se levantaba una isla».

«En la montaña de Nimush el barco encalló,
el monte Nimush retuvo el barco con fuerza, no le dejó moverse.
Un día y un segundo, el monte Nimush retuvo el barco con fuerza, no le dejó moverse,
un tercer día y un cuarto, retuvo el barco con fuerza, no le dejó moverse,
un quinto día y un sexto, retuvo el barco con fuerza, no le dejó moverse».

«Cuando llegó el séptimo día,
saqué una paloma, la dejé en libertad,
la paloma partió en busca del cielo y después volvió,
no encontró un sitio donde posarse, así que regresó a mí».

«Saqué una golondrina, la dejé en libertad,
la golondrina partió en busca del cielo y después volvió,
no encontró un sitio donde posarse, así que regresó a mí».

«Saqué un cuervo, le dejé en libertad,
el cuervo partió, vio que las aguas se retiraban,
encontró comida, se inclinó y revoloteó, no regresó a mí».

«Hice una ofrenda, 
hice diferentes sacrificios a los cuatro vientos,
puse el incienso en la cumbre de la montaña.
Siete frascos y otros siete coloqué,
caña, cedro y mirto, apilé debajo de ellos».

«Los Dioses olieron el aroma,
los Dioses olieron el dulce aroma,
los Dioses como insectos, 
se congregaron alrededor del hombre que estaba en sacrificio.
Entonces llegó Beletili, levantó los insectos de gemas, 
que Anu había hecho para cortejarla y dijo:
Oh dioses, que las grandes cuentas de este collar mío
me hagan recordar aquellos días y nunca los olvide,
todos los Dioses acudirán al incienso,
pero al incienso que Enlil no venga,
porque careció de consejo y trajo el Diluvio,
y entregó a mi pueblo a la destrucción».

«Entonces llegó Enlil,
vio el barco, se enfureció,
se llenó de ira contra los divinos Igigi y dijo:
¿De dónde ha escapado este ser vivo?
¡Ningún hombre debía sobrevivir a la destrucción!».

«Ninurta abrió su boca para hablar,
diciendo al héroe Enlil:
¿Quién, si no Ea, podía hacer tal cosa?
sólo Ea, sabe cómo se hacen todas las cosas».

«Ea, abrió su boca para hablar,
diciendo al héroe Enlil:
Tú, El Sabio de los Dioses, el héroe,
¿cómo podías carecer de consejo y traer el Diluvio?
A aquel quien transgrede, inflige su crimen,
a aquel quien hace mal, inflige su desmán,
modérate, no acabes con ellos, 
rema fuerte, que no [amaine]».

«En vez de causar el Diluvio,
un león podía haber salido y diezmado a la gente.
En vez de causar el Diluvio,
un lobo podía haber salido y diezmado a la gente.
En vez de causar el Diluvio,
una hambruna podía haber sucedido y matado a la gente.
En vez de causar el Diluvio,
el Dios de la peste podía haber salido y matado a la gente».

«No fui yo quien reveló el secreto de los grandes Dioses,
dejé que Atrahasis viera una visión, y así se enteró de nuestro secreto.
Y ahora, decidid qué hacer con él».

«Enlil, subió a bordo del barco,
agarró mi mano y me llevó a bordo.
Llevó a bordo a mi esposa y la hizo arrodillarse a mi lado,
nos tocó la frente, de pie entre nosotros para bendecirnos y dijo:
En el pasado Utanapishti era un hombre mortal,
pero ahora él y su esposa serán como nosotros los Dioses.
Utanapishti morará lejos, donde desembocan los ríos».

«Entonces me llevaron a un lugar lejano y 
me instalaron donde desembocan los ríos.
Y ante esta realidad, ahora quién convocará para ti la asamblea de los Dioses,
para que puedas encontrar la vida que buscas,
durante seis días y siete noches, ven aquí, permanece sin dormir».

En cuanto Gilgamesh, decidió sentarse,
el sueño como una niebla, ya respiró sobre él y
Utanapishti le dijo a ella, a su esposa:
«¡Mira el hombre que tanto deseaba la vida!,
el sueño como una niebla ya respira sobre él».

Y su esposa le dijo a él, a Utanapishti, El Lejano:
«¡Toca a ese hombre y haz que se despierte!
Por donde ha venido, regresará con bienestar,
por la puerta que salió, regresará a su país».

Utanapishti, le dijo a ella, a su esposa:
«El hombre es embustero, te engañará».
Ve, cuece para él su pan de cada día, 
y ponlos uno sobre otro junto a su cabeza
y marca en la pared los días que duerme».

Y así, ella coció para él su pan de cada día, 
los puso uno sobre otro junto a su cabeza,
anotando en la pared los días que dormía,
donde su primer pan se había secado,
el segundo estaba correoso, pasado el tercero,
el cuarto pastel de harina se había puesto blanco,
el quinto había echado un moho gris,
recién cocido estaba el sexto,
el séptimo aún estaba en las brasas;
entonces él lo tocó y el hombre se despertó.

Gilgamesh le dijo a él, a Utanapishti el Lejano:
«En cuanto el sueño se ha derramado sobre mí,
al punto me has tocado y me has despertado».

Utanapishti [le dijo] [a él,] a Gilgamesh:
«Ven, Gilgamesh, cuéntame tus panes,
entonces sabrás [los días que has dormido].
Tu [primer] pan [se había secado,]
el segundo estaba correoso, pasado el tercero,
el cuarto pastel de harina se había puesto blanco,
el quinto había echado un moho gris,
recién cocido estaba el sexto,
[el séptimo aún estaba en] las brasas,
entonces él lo tocó y el hombre se despertó.

Gilgamesh le dijo a él, a Utanapishti, El Lejano:
«Oh, Utanapishti, ¿qué debo hacer y adónde debo ir?
Un ladrón se ha apoderado de mi [carne].
Pues allí en mi cámara la Muerte mora,
y vaya a donde vaya, allí también estará la Muerte».

Utanapishti le dijo a él, al barquero Urshanabi:
«¡Que el muelle te rachase, Urshanabi, y que la barca te desprecie!
Tú que andabas por su orilla, que no puedas acceder a ellas ahora.
Y en cuanto al hombre que has traído hasta aquí,
su cuerpo está cubierto de cabellos alborotados,
las pieles han arruinado la belleza de su cuerpo.
Tómale, Urshanabi, llévale a la tina,
que deje sus mechones alborotados, tan limpios como se pueda.
Que se quite las pieles, y que el mar se las lleve,
que su cuerpo esté en remojo hasta que quede blanco.
Que se haga un nuevo pañuelo para su cabeza,
que vista las túnicas regias, que sus vestiduras se ajusten a su dignidad,
hasta que regrese a su ciudad,
hasta que llegue al final de su camino,
que la túnica no tenga señales, sino que permanezca fresca y nueva».

Urshanabi le cogió y le llevó a la tina,
lavó sus mechones alborotados y los dejó tan limpios como se podía,
le quitó las pieles, y el mar se las llevó.
Su cuerpo estuvo en remojo hasta que se quedó blanco,
hizo un nuevo [pañuelo para] su cabeza,
vistió las túnicas regias y sus vestiduras se ajustaron a su dignidad.

«Hasta que [regrese a la ciudad,]
hasta que llegue al final de su camino,
que [la túnica no tenga señales, 
sino que permanezca fresca] y nueva».

Gilgamesh y Ur-shanabi tripularon la barca,
botaron la embarcación y la tripularon ellos mismos.
Su esposa le dijo a él, a Utanapishti, El Lejano:
«Gilgamesh llegó hasta aquí con grandes trabajos y penalidades,
¿Qué le has dado para su viaje de vuelta a casa?».

Y Gilgamesh, cogió un bastón,
volvió a llevar la barca a la orilla.
Utanapishti, [le dijo] a él, a Gilgamesh:
«Llegaste hasta aquí, oh Gilgamesh, con grandes trabajos y penalidades,
¿qué te doy para tu viaje de vuelta a casa?
Déjame revelarte, Oh Gilgamesh, un asunto sumamente secreto,
a ti te contaré un misterio de [los Dioses].
Hay una planta que [parece] un espino,
tiene espinas como un escaramujo 
y [picará a quien la arranque].
Pero si puedes poseer esa planta,
[volverás a ser como eras en tu juventud]».

En cuanto Gilgamesh, oyó lo que decía,
abrió un [canal], ató unas pesadas piedras [a sus pies,]
que le hicieron bajar al Océano Inferior.

Cogió la planta, la arrancó [y la levantó,]
las pesadas piedras soltó [de sus pies,]
y el mar le subió hasta su orilla.
Gilgamesh le dijo a él, a Urshanabi el barquero:
«Urshanabi, esta planta es la Planta de los Latidos,
con ella un hombre puede recuperar su energía».

«A la ciudad de Uruk, la llevaré,
a un anciano le daré de comer un poco para probar la planta,
ella se llamará, El Anciano Rejuvenecido,
la comeré yo también y volveré a ser como era en mi juventud».

A las veinte leguas, partieron el pan,
a las treinta leguas se detuvieron y decidieron pasar la noche.
Gilgamesh encontró un estanque de frescas aguas,
se metió en él para bañarse en sus aguas.
La fragancia de la planta, una serpiente olfateó,
se acercó [sigilosa] y la planta se llevó.

Al alejarse, mudó de camisa,
entonces Gilgamesh se sentó y lloró,
por sus mejillas las lágrimas corrían.
[habló] a Urshanabi el barquero:
«Para quién, Urshanabi, mis brazos se afanaron con tal denuedo,
para quién se secó la sangre de mi corazón?
No encontré para mí, una recompensa,
para El León de la Tierra, he hecho un favor».

Ahora en todas partes, sube la marea,
al abrir el canal, abandoné las herramientas:
«¿Cuál cosa encontraré que me sirva de señal?
¡Ojalá hubiera regresado y dejado la barca en la orilla!».

A las veinte leguas partieron el pan,
a las treinta leguas se detuvieron para pasar la noche.
Cuando llegaron a la ciudad de Uruk,

Gilgamesh le dijo a él, a Urshanabi, El Barquero:
«Oh, Urshanabi, sube a la muralla de Uruk y anda por ella.
Inspecciona sus cimientos, examina los ladrillos.
¿No fueron sus ladrillos cocidos en un horno?
¿No pusieron los Siete Sabios sus cimientos?
Una milla cuadrada es la ciudad, 
una milla cuadrada palmas datileras, 
una milla cuadrada es cantera de arcilla, 
media milla cuadrada es El Templo de Ishtar:
tres millas cuadradas y media es la extensión de Uruk».


Artista Anónimo;
Antigua Leyenda Sumeria.
Fotografía del texto,
por El Artista del Bien,
Las Tablillas de Gilgamesh.

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ESPACIO CREATIVO DE LITNAR


LITNAR;
UN ESPACIO DE LITERATURA,
CREADO EN COLOMBIA,
PARA LOS ARTISTAS DE LAS LETRAS.


Fotografía del texto;
por Olga Divnaya,
La Damisela del Libro.

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REVISTA SOBRE ESPIRITISMO EDICIÓN ONCE EN ESPAÑOL


REVISTA SOBRE ESPIRITISMO,
HECHA DE CULTURA Y REVOLUCIÓN,
EDICIÓN ONCE EN ESPAÑOL.

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Ilustración del texto;
por los creadores de la portada creativa,
La Revista Espírita.

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EDICTO LA LITERATURA DEL ARTE 2019


EDICTO DE LA REVISTA
LA LITERATURA DEL ARTE
AÑO 2019

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NEITHAL GABRIEL LIDUEÑA
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Estos días la muerte

YANIELLE RAMOS
Fajardo, Puerto Rico
OBRA
Il pianto


Edicto de la revista; 
La Literatura del Arte, 
Año 2019.


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LUDWIG VAN BEETHOVEN - 5 SINFONIE

 
LUDWIG VAN BEETHOVEN; 5 SINFONIE,
MUSIKVEREIN, VIENA,
WEINER PHILHARMONIKER,
CHRISTIAN THIELMANN.
 


Fotografía del texto;
por Vanessa Desiré,
La Música Florida.

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LA REVISTA SIN FIN


LA REVISTA SIN FIN;
UN ESPACIO SOBRE LITERATURA,
MUY BUENO PARA LOS ARTISTAS DE LAS LETRAS.


Fotografía del texto;
por Milene Dotres,
Los Caracoles Románticos.

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ANÓNIMO - LA EPOPEYA DE GILGAMESH TABLILLA X


ARTISTA DE LA EPOPEYA
ANÓNIMO

TABLILLA X
EN LOS CONFINES DEL MUNDO

Shiduri era una hacedora de cerverza,
que vivía a las orillas del mar,
allí moraba [en un rancho a las orillas del mar].
Tenía soportes para tinajas y [cubas todas de oro,]
estaba envuelta en paños y [cubierta con velos].

Gilgamesh llegó errante,
iba cubierto con una piel y con miedo [de mirar].
La carne de los Dioses, [tenía en su cuerpo,]
pero en [su corazón] había pesar.
Su rostro se parecía al de alguien llegado de lejos.
Mientras Shiduri le miraba en la distancia,
hablando consigo misma dijo una palabra,
siguiendo los consejos de su mente:
«Seguro que este hombre es un cazador de toros salvajes,
pero de dónde vendrá, llegando derecho a mi puerta».

Así que Shiduri le vio y trancó su puerta,
trancó su puerta y se subió a la azotea.
Pero Gilgamesh prestó atención a Shiduri,
levantó la barbilla y [se volvió hacia ella].
[Dijo] Gilgamesh a ella, La Hacedora de Cerveza:
«¿Señora, por qué [trancaste tu puerta en cuanto me viste?]
Trancaste tu puerta [y subiste a la] azotea.
Echaré abajo la puerta, haré [pedazos los cerrojos]».

* * *

[Dijo] Shiduri a él, [a] Gilgamesh:
«Tranqué mi puerta, [subí al] tejado,
 quiero saber acerca de tu [tu viaje]».

Dijo Gilgamesh a ella, [La Hacedora de Cerveza]:
«[Mi amigo Enkidu y yo;
uniendo nuestras fuerzas subimos a las] montañas, 
[capturamos y dimos muerte al Toro Celeste,]
[destruimos a Humbaba, que moraba en el Bosque de los Cedros,
[matamos] leones [en los pasos de montaña]».

Dijo [Shiduri a él,] a Gilgamesh:
«[Si fuiste tú y Enkidu, quienes dieron muerte al guardián,
[destruiste] a Humbaba, que moraba en el Bosque de los Cedros,
mataste leones [en los] pasos de montaña,
[capturaste y diste muerte [al] Toro, llegado del cielo,
¿por qué tus mejillas están [tan hundidas,] tu rostro [tan] hundido,
[tu ánimo tan desdichado,] tu rostro [tan] consumido?
[¿Por qué] en tu corazón [habita la pena,]
y tu rostro parece el de alguien, [llegado de muy lejos?]
[Por qué] tus facciones están quemadas [por la escarcha y por el sol,]
[y por qué] andas errante por la estepa [vestido de león?]».

[Dijo Gilgamesh a] ella, [La Hacedora de Cerveza]:
«[¿Por qué no han de estar hundidas mis mejillas, hundido mi rostro,]
[desdichado mi ánimo, consumido mi semblante?]
[¿Por qué no ha de habitar la pena en mi corazón,]
[y mi rostro no ha de parecerse al de alguien llegado de muy lejos?]
¿[Por qué mis facciones no han de estar quemadas 
[por la escarcha y por el sol,]
[y por qué no he de andar errante por la estepa vestido de león? ]».

«Mi amigo, un hombre vagabundo,
[hombre de las tierras altas, pantera de la estepa,]
mi amigo Enkidu, un hombre vagabundo,
[hombre de las tierras altas, pantera de la estepa,]
mi amigo Enkidu, a quien tanto amaba,
[que pasó conmigo por todos los peligros,]
mi amigo Enkidu, a quien tanto amaba,
[que pasó conmigo por todos los peligros;]
[el destino de los mortales le ha superado]».

«[Seis días lloré por él y siete noches],
[su cuerpo no entregué para el entierro,]
[hasta cuando se puso negra su cara].
[Entonces tuve miedo de morir yo también,]
[me entró el miedo de la muerte y por eso anduve errante por la estepa]».

«Lo que le sucedió a mi amigo, 
[se hizo demasiado insoportable,]
[así que en un largo camino,] recorrí la estepa;
Lo que le sucedió a [mi amigo] Enkidu, 
[se hizo demasiado insoportable,]
[así que en un largo camino,] recorrí la estepa».

«[¿Cómo voy a guardar silencio?] ¿Cómo voy a quedarme callado?
[Mi amigo, a quien amaba, ha vuelto] al barro,
mi amigo Enkidu, a quien amaba, [ha vuelto al barro].
[¿No seré como] él, y yaceré también,
para nunca más levantarme, durante toda la eternidad?».

Dijo Gilgamesh a ella, La Hacedora de Cerveza:
«Ahora, oh, Hacedora de la Cerveza,
¿dónde está el camino que lleva hasta Uta Napishti?
¿Cuál es la señal? ¡Dime!
¡Dame la señal!
Si se puede hacer, cruzaré el océano,
si no se puede hacer, andaré errante por la estepa».

Dijo La Hacedora de Cerveza a él, a Gilgamesh:
«Oh Gilgamesh, nunca ha habido un camino para cruzar,
ni desde tiempos antiguos nadie puede cruzar el océano».

«Sólo Shamash el héroe cruza el océano;
excepto el Dios Sol, ¿quién cruza el océano?
La travesía es peligrosa, el camino está lleno de peligros,
y a mitad de camino, están Las Aguas de la Muerte, 
cerrando el paso adelante».

«Pero además Gilgamesh, una vez cruzado el océano,
cuando llegues a las Aguas de la Muerte, ¿qué harás entonces?
Gilgamesh, ahí está Urshanabi, El Barquero de Uta Napishti,
y con él están Los Hombre de Piedra, 
mientras él pela un pino en medio del bosque».

Ve pues, que él vea tu rostro.
Si se puede hacer, cruza el océano,
si no se puede hacer, da media vuelta y regresa».

Gilgamesh oyó estas palabras,
levantó el hacha en su mano,
desenvainó el puñal del cinturón,
avanzó sigiloso y se abalanzó sobre [ellos].

Como una saeta cayó entre ellos,
en medio del bosque su grito resonó.
Urshanabi vio el brillante,
agarró un hacha y a él.
Pero él, Gilgamesh, le golpeó en la cabeza,
le agarró del brazo y le inmovilizó.
Se asustaron [Los Hombres de Piedra, que tripulaban la barca, 
a quienes [Las Aguas] de la Muerte no hacían daño,
el ancho océano, en las aguas.

[No] contuvo [su mano];
[los] apaleó [con furia, los arrojó ] al río.

Volvió para vigilarle,
mientras Urshanabi le miraba a los ojos.

Dijo Urshanabi a él, a Gilgamesh:
«Dime; ¿cuál es tu nombre?
Yo soy Urshanabi, de Utanapishti».

Dijo Gilgamesh a él, a Urshanabi:
«Yo soy Gilgamesh, el que viene de Uruk,
el que hizo un tortuoso camino por las montañas,
el camino oculto, donde sale el sol».

Dijo Urshanabi a él, a Gilgamesh:
«¿Por qué tus mejillas están tan hundidas, [tu rostro tan] hundido,
tu ánimo tan desdichado, [tu rostro tan consumido?]
[¿Por qué en tu corazón] habita la pena,
y [tu rostro parece el de alguien] llegado de muy lejos?
¿Por qué [tus facciones] están quemadas por la escarcha y por el sol,
[y por qué] tú [andas errante por la estepa vestido de león?]».

[Dijo Gilgamesh a] él, al [barquero de Urshanabi]:
«[¿Por qué no] [han de estar hundidas] mis mejillas, [hundido mi rostro,]
[desdichado mi ánimo,] consumido [mi rostro?]
[¿Por qué no ha de habitar] la pena en [mi corazón,]
[y mi] rostro [no ha de parecerse al de alguien que llega de muy lejos?]
¿[Por qué mis facciones] no [han de estar] quemadas 
[por la escarcha y por el sol,]
y por qué no he de [andar errante por la estepa vestido de león?]».

«Mi amigo, un hombre vagabundo,
[hombre de las tierras altas, pantera de la estepa,]
mi amigo Enkidu, un hombre vagabundo,
[hombre de las tierras altas, pantera de la estepa,]
mi amigo Enkidu, a quien tanto amaba,
[que pasó conmigo por todos los peligros,]
mi amigo Enkidu, a quien tanto amaba,
[que pasó conmigo por todos los peligros;]
[el destino de los mortales le ha superado]».

«[Seis días lloré por él y siete noches],
[su cuerpo no entregué para el entierro,]
[hasta cuando se puso negra su cara].
[Entonces tuve miedo de morir yo también,]
[me entró el miedo de la muerte y por eso anduve errante por la estepa]».

«Lo que le sucedió a mi amigo, 
[se hizo demasiado insoportable,]
[así que en un largo camino,] recorrí la estepa;
Lo que le sucedió a [mi amigo] Enkidu, 
[se hizo demasiado insoportable,]
[así que en un largo camino,] recorrí la estepa».

«[¿Cómo voy a guardar silencio?] ¿Cómo voy a quedarme callado?
[Mi amigo, a quien amaba, ha vuelto] al barro,
mi amigo Enkidu, a quien amaba, [ha vuelto al barro].
[¿No seré como] él, y yaceré también,
para nunca más levantarme, durante toda la eternidad?».

Dijo Gilgamesh a él, al barquero Urshanabi:]
«Ahora, Urshanabi, 
¿dónde [está el camino que lleva hasta Utanapishti?]
¿Cuál es su señal? ¡Dime!
¡Dame [su señal!]
Si se puede hacer, cruzaré el océano,
si no se puede hacer, [andaré errante por la estepa]».

Dijo Urshanabi a él, a Gilgamesh:
«Tus manos, oh Gilgamesh, han impedido [tu travesía;]
destrozaste a Los Hombre de Piedra, [los] arrojaste [al río,]
Los Hombres de Piedra están destrozados, y el pino no está [pelado]».

«Coge, oh Gilgamesh, tu hacha en [tu] mano,
baja al bosque y [corta trescientas] pértigas, 
cada una de cinco brazas de longitud.
Recórtalas y pon una raya a cada pértiga, 
después tráelas [aquí a mi presencia]».

Gilgamesh oyó estas palabras,
cogió su hacha en su mano,
sacó [el puñal del cinturón,
bajó al bosque y [cortó trescientas] pértigas, 
cada una de cinco brazas de longitud.
Las recortó y puso una raya a cada pértiga,
después se las llevó [al el barquero Urshanabi].

Gilgamesh y Urshanabi tripularon [la barca,]
botaron la embarcación y [la tripularon] ellos mismos.
En tres días, hicieron un viaje de un mes y medio, 
y Urshanabi llegó a las Aguas de [la Muerte].

[Dijo] Urshanabi a él, [a Gilgamesh:]
«¡Cuidado, oh Gilgamesh! Coge la primera [pértiga].
Que tu mano no toque las Aguas de [la Muerte], para que no [la] atrofies.
Coge una segunda pértiga, Gilgamesh, una tercera y una cuarta.
Coge una quinta pértiga, Gilgamesh, una sexta y una séptima.
Coge una octava pértiga, Gilgamesh, una novena y una décima.
Coge una undécima pértiga, Gilgamesh, y una duodécima».

Al llegar a ciento veinte, Gilgamesh había usado todas las pértigas.
así que él, [Urshanabi,] se despojó de sus vestiduras,
Gilgamesh se despojó de [sus] vestiduras y 
con sus brazos en alto, hizo un penol.

Utanapishti observaba a Gilgamesh a lo lejos,
hablando para sí mismo [dijo] una palabra,
aconsejándolo en su propia mente:
«¿Por qué están rotos todos [Los Hombres de Piedra] de la barca,
y a bordo de ella va alguien que no es su patrón?
El que viene no es hombre mío, pero a la derecha.
miro, pero no es [hombre] mío».

* * *

«No es mío,
El barquero,
el hombre que, que».

Gilgamesh, se [acercó] al muelle.
Dijo Gilgamesh a él, [a Utanapishti:]
«Uta-napishti, que después del Diluvio, ¿qué?».

[Dijo Utanapishti a] él, a [Gilgamesh:]
«[¿Por qué tus mejillas están tan hundidas, tu rostro tan] hundido,
[tu ánimo tan desdichado, tu rostro] tan consumido?
[¿Por qué en tu corazón] habita la pena,
[y tu rostro se parece] al de alguien llegado de muy lejos?
[¿Por qué tus facciones están quemadas por la escarcha] y por el sol,
y por qué andas errante por la estepa vestido de león?».

[Dijo] Gilgamesh a él, [a Utanapishti:]
«¿Por qué no han de estar hundidas mis mejillas, [hundido mi rostro,]
desdichado mi ánimo, consumido mi rostro?
¿Por qué no ha de habitar la pena en mi corazón,
y mi [rostro] no ha de parecerse al de alguien llegado de muy lejos?
¿[Por qué no] han de estar [quemadas] mis facciones 
por la escarcha y por el sol,
[y por qué no] he de andar errante por la estepa vestido de león?

«[Mi amigo, un hombre vagabundo,]
[hombre de las tierras altas,] pantera de la estepa,
[mi amigo Enkidu, un hombre vagabundo,]
[hombre de las tierras altas, pantera de la estepa;]
[uniendo nuestras fuerzas subimos] a las montañas,
[capturamos y] dimos muerte [al Toro] Celeste, 
[destruimos a Humbaba, 
quien moraba [en El] Bosque de los Cedros,
matamos leones [en los pasos de montaña».

«Mi amigo Enkidu, a quien tanto amaba,
[que pasó conmigo por] todos los peligros,
mi amigo Enkidu, a quien tanto amaba,
[que pasó conmigo] por todos los peligros;
[el destino de los mortales le ha superado]».

«[Seis días lloré por él y siete noches],
[su cuerpo no entregué para el entierro,]
[hasta cuando se puso negra su cara].
[Entonces tuve miedo de morir yo también,]
[me entró el miedo de la muerte y por eso anduve errante por la estepa]».

«Lo que le sucedió a mi amigo, 
[se hizo demasiado insoportable,]
[así que en un largo camino,] recorrí la estepa;
Lo que le sucedió a [mi amigo] Enkidu, 
[se hizo demasiado insoportable,]
[así que en un largo camino,] recorrí la estepa».

«[¿Cómo voy a guardar silencio?] ¿Cómo voy a quedarme callado?
[Mi amigo, a quien amaba, ha vuelto] al barro,
mi amigo Enkidu, a quien amaba, [ha vuelto al barro].
[¿No seré como] él, y yaceré también,
para nunca más levantarme, durante toda la eternidad?».

Dijo Gilgamesh a él, [a Utanapishti:]
«Yo pensé, que iba encontrar a Utanapishti, 
de quien los hombres hablan y 
anduve errante viajando por toda la tierra.
Muchas veces pasé por terribles montañas,
muchas veces crucé y volví a cruzar todos los océanos».

«Del dulce sueño mi rostro tenía demasiado poco,
me azoté avanzando sin dormir.
He llenado mis nervios de pesar,
¿y qué he logrado con mi gran esfuerzo?».

«Cuando aún no había llegado hasta La Hacedora de Cerveza, 
mis ropas eran harapos, maté al oso, a la hiena, al león,
maté a la pantera, al onza, al ciervo, a la cabra montés,
maté a las bestias y animales de caza de la estepa; 
comí su carne y desollé sus pieles».

«Ahora que se cierre la puerta de la pena,
que sus puertas cierren y sellen con alquitrán y brea,
que por mi culpa no [interrumpan] la danza nunca más,
[por] mí, un ser feliz y despreocupado».

Dijo Utanapishti a él, a [Gilgamesh:]
«¿Por qué tú, Gilgamesh, siempre [persigues] la pena?
Tú que estás [hecho] de carne divina y humana,
a quien los Dioses hicieron como tu padre y tu madre.
¿Alguna vez, Gilgamesh, [has] [comparado tu suerte] con la del niño obstinado?».

Pusieron un trono en la asamblea y [le dijeron:] 
«¡Siéntate!, al niño obstinado, 
se le dan las sobras de la levadura en vez de ghee [fresco,]
salvado y molienda en vez de la [mejor harina].
Se cubre con harapos en vez de [hermosas vestiduras,]
en vez de cinturón, se le ciñe [con una cuerda desechada]».

«Como no tiene consejeros [que le guíen,]
sus asuntos carecen de consejo.
han pensado en él, Gilgamesh,
[quién es] su señor, tantos como».

«La luna y los Dioses [de la noche].
[De] noche la luna viaja,
los Dioses permanecen despiertos y
desvelados, sin dormir,
desde tiempos antiguos está establecido».

«Ahora piensa, tu apoyo,
Gilgamesh, los templos de los Dioses [no tienen] quien los abastezca,
los templos de las Diosas. Ellos, los Dioses».

«Pues él hizo,
una ofrenda por él,
arrojarán».

* * *

«[A Enkidu en efecto] llevaron a su destino.
[Pero tú,] trabajaste sin descanso, 
¿y qué conseguiste?
Te agotaste con un esfuerzo incesante,
llenaste tus nervios de pesar,
adelantando el fin de tus días».

«El hombre está quebrado como la planta de un cañaveral.
El hermoso joven, la muchacha bonita,
[muy pronto] en la [primavera de la vida],
se los arrebata en este mundo la Muerte».

«Nadie ve a la Muerte,
nadie ve el rostro [de la Muerte,]
nadie [oye] la voz de la Muerte,
Muerte tan despiadada, que siega a los hombres».

«Siempre construimos nuestras casas,
hacemos nuestros nidos,
siempre los hermanos reparten su herencia,
las peleas surgen en la tierra.
Siempre el río se ha desbordado y nos ha traído la inundación,
que surge con su efímera muerte, flotando en el agua». 

«Ante el sol, mira el semblante,
y entonces de pronto no hay nada,
los arrebatados y los muertos, qué parecida es su suerte,
pero nunca nadie ha trazado la semejanza de la Muerte,
nunca en la tierra los muertos saludaron a un hombre».

Los Anunnaki, los grandes Dioses, celebraron una asamblea,
Mammitum, El Hacedor del Destino, fijó las suertes con ellos:

la Muerte y la Vida han fijado,
pero el día de la Muerte no lo revelan».


Artista Anónimo;
Antigua Leyenda Sumeria.
Fotografía del Texto,
por El Artista del Bien,
El Rey Gilgamesh.

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NUEVA CONVOCATORIA LITERARIA DE LA INSTITUCIÓN ENPOLI


ENPOLI;
UN PORTAL SOBRE CULTURA Y ARTE,
CREADO EN MÉXICO,
PARA LOS ARTISTAS DE NUESTRA AMÉRICA.


Ilustración del texto;
por los creadores de la convocatoria literaria,
Enpoli. 

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REVISTA SOBRE ESPIRITISMO EDICIÓN DIEZ EN ESPAÑOL


REVISTA SOBRE ESPIRITISMO,
CONCEBIDA EN HISTORIA Y GENEALOGÍA,
EDICIÓN DIEZ EN ESPAÑOL.

LA REVISTA EN EL PORTAL DE ISSUU


LA REVISTA EN EL PORTAL DE CALAMEO


LA REVISTA EN EL PORTAL DE SCRIBD 


Ilustración del texto;
por los creadores de la portada creativa,
La Revista Espírita.

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TSCHAIKOWSKY - 5 SINFONIE


TSCHAIKOWSKY; 5 SINFONIE,
MANFRED HONCEK,
FRANKFURT, DEUTSCHLAND,
SINFONIE ORCHESTER.



Fotografía del texto;
por Ylanite Koppens,
La Música Primaveral.

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LETRALIA


LETRALIA;
UN PORTAL CIBERNÉTICO,
CREADO EN VENEZUELA,
DEDICADO AL ARTE Y LAS LETRAS.


Fotografía del texto;
por Brigettw Werner,
Las Letras del Arte.

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ANÓNIMO - LA EPOPEYA DE GILGAMESH TABLILLA IX


ANÓNIMO
LA EPOPEYA DE GILGAMESH 

LAS ANDANZAS DE GILGAMESH
TABLILLA IX

Gilgamesh lloró amargamente por su amigo Enkidu, 
mientras recorría la estepa:
«¿He de morir y no seré entonces como Enkidu?
La pena ha entrado en mi corazón.

«Temo a la muerte y por eso ando errante por la estepa,
para encontrar a Uta-Napishti, hijo de Ubar-Tutu.
En el camino, viajando deprisa,
llegué una noche a un paso de montaña».

«Vi algunos leones y mi temor aumentó,
levanté la cabeza a la luna en oración,
a [Sîn, la] lámpara de los Dioses, fueron mis súplicas:
“Oh Sîn y,] guárdame sano y salvo”».

[Esa noche] se acostó, después se despertó de un sueño:
en presencia de la luna se alegraba de la vida,
blandió el hacha en su mano,
sacó [el puñal de] su cinturón.
Como una saeta entre ellos cayó,
golpeó a los [leones,] los mató y los dispersó.

Se cubrió con sus pieles, comió su carne.
Gilgamesh [cavó] pozos que antes no existían,
bebió el agua mientras perseguía a los vientos.
Shamash se preocupó, y haciendo una reverencia,
habló a Gilgamesh:
«Oh Gilgamesh, ¿adónde vas errante?
La vida que buscas nunca la encontrarás».

Gilgamesh dijo así al héroe Shamash:
«Después de andar errante, de recorrer toda la estepa,
¿cuando entre en el Mundo Inferior será el descanso escaso?
Yaceré allí durmiendo a lo largo de los años.
»Que mis ojos vean el sol y se sacien de luz.
La oscuridad está oculta, ¿cuánta luz queda?
¿Cuándo pueden los muertos ver los rayos del sol?»

Llegó a las montañas gemelas de Mashu,
que guardan cada día al [sol,] naciente
cuyas cumbres [soportan] el tejido del cielo,
cuyo pie desciende hasta el Mundo Inferior.
Custodiaban su entrada hombres escorpiones,
cuyo terror era temor, cuya mirada era muerte,
cuyo fulgor era aterrador, abrumando las montañas;
al alba y al ocaso custodiaban el sol.

Gilgamesh los vio, se cubrió el rostro con miedo y temor,
después se recuperó y se acercó a su presencia.
El hombre-escorpión llamó a su compañera:
«El que ha llegado hasta nosotros, carne de los dioses es su cuerpo».

La compañera del hombre escorpión le respondió:
«En él hay dos tercios de Dios, y un tercio humano».

El hombre-escorpión llamó,
diciendo una palabra [al rey Gilgamesh,] carne de los Dioses:
«¿[Cómo has llegado hasta aquí,] después de tan largo viaje? 
¿[Cómo llegaste hasta aquí,] para estar en mi presencia?».

«[¿Cómo has cruzado los mares,] 
cuya travesía es peligrosa?
 quiero saber acerca de tu [viaje]. 
A donde se ha vuelto tu [rostro,]
quiero saber [acerca de tu viaje]».

«[Busco] el [camino] que lleva a mi antepasado, Uta-Napishti,
que asistió a la asamblea de los dioses y [encontró la vida eterna:]
de la muerte y la vida [me dirá el secreto]».

El hombre-escorpión abrió su boca [para hablar,]
diciendo a [Gilgamesh:]
«Nunca [hasta ahora,] oh Gilgamesh, hubo [nadie como tú,]
nunca nadie [recorrió el camino] de la montaña».

Durante doce dobles horas su interior [se extiende,]
la oscuridad es densa, y [luz] no hay.
Para la salida del sol, para la puesta del sol.

«Para la puesta del sol, enviaron.
Y tú, ¿cómo lo harás? ¿Irás en?».

«Por el dolor,
por la escarcha y por el sol [mi rostro se ha quemado].
por el agotamiento, ahora tú».

El hombre-escorpión [abrió su boca para hablar,]
[diciendo una palabra] al rey Gilgamesh, [carne de los Dioses:]

«Ve, Gilgamesh,
que las montañas de Mashu [permitan tu paso].
[Que] las montañas y las colinas [velen por tu camino].
Que [ellas te ayuden] con seguridad [a continuar tu viaje].
[Que] la puerta de las montañas [se abra ante ti]».

Gilgamesh [oyó estas palabras,]
lo que [el hombre-escorpión] le dijo, 
[él se lo llevó al corazón,]
[tomó] el camino que lleva al Dios Sol.
Al cabo de una doble hora,
la oscuridad era densa, [y [luz] no había:]

no [le dejaba ver tras él].
Al cabo de dos dobles horas,
la oscuridad era densa, y [luz] no había];
no [le dejaba ver tras él].
Al cabo de tres dobles horas,
[la oscuridad era densa, y luz no había];
[no le dejaba ver tras él].
Al cabo de cuatro dobles horas,
[la oscuridad] era densa, [y luz no había]; 
no [le dejaba ver tras él.]

Al cabo de cinco dobles horas,
la oscuridad era densa, [y luz no había];
no le dejaba ver tras él.
Al [llegar a] seis dobles horas,
la oscuridad era densa, [y [luz] no había];
no [le dejaba ver tras él].
Al llegar a siete dobles horas,
la oscuridad era densa, y [luz no] había;
no le dejaba ver tras [él].

Al cabo de ocho dobles horas avanzaba deprisa,
la oscuridad era densa, y luz [no había]; 
no [le dejaba] ver tras él.
Al cabo de nueve dobles horas, 
el viento del norte, su rostro.

[La oscuridad era densa, y] luz no había];
[no le dejaba] ver tras él.
[Al] llegar a [diez horas dobles],
estaba muy cerca.

[Al llegar a] once, 
aún quedaba un viaje de una doble hora,
[al cabo de doce dobles horas Gilgamesh, 
llegó] antes que el sol.

Había resplandor;
marchó derecho, en cuanto los vio,
a los árboles de los Dioses.
Un árbol de gemas tenía fruto,
colgaban racimos de uvas, de agradable contemplación.
Un árbol de gemas azules tenía follaje,
cargado de frutos y magnífica visión.

* * *

En el bosque de cipreses y cedros,
los tallos de sus hojas eran de piedra negra,
coral marino y piedra sasu,
donde en vez de espinos y zarzas, 
crecían los jardines de gemas preciosas.
Al cabo de un tiempo, tocó una planta mítica, 
era de piedras abashmu,
piedras ágata y hematites.

* * *

Mientras Gilgamesh caminaba por allí,
levantó [la cabeza para] mirarle.


Artista Anónimo;
Antigua Leyenda Sumeria.
Pintura del Texto,
por Neil Dalrymple,
La Gran Exploración de Gilgamesh.

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