jueves, 21 de julio de 2022

CHEVICK GIRALDO - ME LLAMO WILLIAM CALLEY

 
ARTISTA DEL CUENTO
CHEVICK GIRALDO

ME LLAMO WILLIAM CALLEY 

Aquella vez inolvidable, cuando lo vi caminar, mientras se ayudaba con las manos a dar el siguiente paso, corrí y le dije que yo quería ayudarle. Me miró con algo de extrañeza, pero luego cedió su mano derecha, entonces de inmediato, yo la envolví en mi cuello y apuntalando uno y otro paso, cuando fuimos llegando a su casa, me dijo con el único dedo bueno, que le quedaba de la mano, señalando donde vivía.
Era su casa, tres veces más grande que el lugar donde yo vivía, con la diferencia que las paredes mías estaban lisas, pero no grises y en las de él, tenía colgadas todas las medallas que cualquier militar desearía en su vida. 
En cuanto a lo demás, para aquella ocasión, me dijo: 
-Hombre, te cuento, me llamo William Calley y soy el general militar, quien acabó con la vida de 182 mujeres, 60 ancianos y soy quien mató a 173 niños, además de destruir 247 viviendas, matar todo el ganado y quemar los arrozales. Participé en el tercer regimiento del ejército de los Estados Unidos en la guerra del Vietnam cuando empezó en 1960, donde murieron 500 mil civiles vietnamitas y 200.000 militares y más de 57.000 mil soldados Americanos. Derivado de esta guerra, fui asignado el 16 de marzo de 1968, donde atacamos a un pueblo en el sur de Vietnam, la región de SonMy, con el objetivo de aniquilar los combatientes del Vietcong. En ese lugar sólo encontramos civiles a los que violamos y asesinamos. Hoy después de tanto tiempo, sólo tengo en mi memoria los  muertos, que no se quedan quietos y en el rincón de esta casa, ellos me gritan y me dicen en los sueños, que cuando muera iré a otro lugar diferente, donde no están ellos.
Yo entonces le pregunté a cuál lugar iría, tras su muerte. Por su parte, él estiró sus largas piernas en el sofá como queriendo encontrarse a sí mismo y en cuatro palabras, me respondió:
-Yo iré al mismito infierno. 
-¿Por qué?-Le pregunté. 
Ahora con cierto enojo así mismo apagó el corto tizón del tabaco habanero, que le estaba quemando las puntas de los dedos y con lágrimas me contestó: 
-Porque soy un criminal de guerra. 
Ya sin dejar de mirarme caminó por la sala y se detuvo en una de las primeras medallas, la tomó y luego llegó a la última. Era la que le había dado el rango de general de la primera división de asalto de infantería. El fuego de la chimenea que nos calentaba, ahora se hizo más grande, cuando empezó a tirar cada una de las medallas. Instantes después, cuando llegó a la número siete, antes de tirarla me miró y luego se dirigió a un lugar oscuro de la habitación. 
Al cabo de algunos minutos de llamarle y no responderme, abrí la puerta y al encender la luz estaba arrodillado con una pistola Baretta Cougar, apuntándose directamente en la sien. 
-No lo hagas, general William, no lo hagas por favor-Le grité. 
-Ya nada es igual. He vivido en esta casa grande huyendo de los demonios de la guerra y de los gritos de los niños que me dicen, que ellos eran felices antes de yo bombardear sus casas y sus parcelas. A veces los veo caminar por las paredes  blancas de la habitación con sus cuerpos mutilados llenos de sangre, me miran y me preguntan si las medallas de honores y asensos me hacen feliz y no tengo cómo responderles, más que con mi propia muerte-Me respondió. 
Cuando desaseguró la pistola y su mano tembló, me di cuenta que a pesar de todo, tenía miedo de morir. 
Entonces me acerqué más a su presencia y le dije: 
General, mire y escúcheme unos segundos, por favor, General, yo un día pensé que era mi tiempo antes de saltar por la ventana y huir de mi país. La única forma de matar los demonios de la guerra fue, escribir sobre la guerra, he escrito tres novelas sobre ella y si me cuentas la tuya será la cuarta novela. 
-¿Y eso me podría ayudar a postergar mi día?-Me preguntó con cierta duda. 
-Sí, pero mientras me cuenta la suya, puede comenzar  a leer una de mis novelas favoritas; Los Muertos de la Guerra-Le dije, pasándole el ejemplar de la obra literaria. 
Hoy después de ese evento, estoy escribiendo lo que el general William Calley, me contó sobre la guerra del Vietnam, que sin duda será mi cuarta novela, sobre las guerras que él ni ustedes, nunca desearán que vuelvan  a pasar.

Chevick Giraldo,
Artista de Los Estados Unidos.
Fotografía del texto,
por El artista del bien,
No a la guerra y viva la paz.

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