lunes, 26 de febrero de 2024

GRISELDA TORAYA - DOÑA ENFERMEDAD


ARTISTA DEL CUENTO
GRISELDA TORAYA

DOÑA ENFERMEDAD

Hoy tengo un día negro, que no me cabe en el cuerpo, ahora estoy muy enferma. La verdad es que estoy enferma del alma, puede que sea de soledad, de hecho así esté rodeada de gente a la cual no puedo identificar, yo en lo íntima, me siento sola.
Ellos siguen igual a mi lado en este mundo, donde en lo personal, veo que les caigo mal y esta molestia, debe ser porque rezongo, porque hago las demandas de las injusticias y porque reclamo las obligaciones humanas, que se deben compartir en sociedad. 
Así entonces en esta realidad; será que estamos frente a generaciones, que obvian las responsabilidades, los compromisos de la vida, las virtudes de la lealtad.
Ellos en estos tiempos, sólo van adonde calienta el sol, nomás por  conveniencia, por ventajas personales, sin existir el amor, la comprensión. Además de todo, hay en este mundo, mucho egoísmo, hay mucha traición, interés, ira, mucho descontento y muchos más problemas.
Ya no hay valores en esta época, que sepamos cosechar, el amor que nos brindaban nuestros mayores, ante era puro, el cual daba algo de vergüenza demostrar al ser amado, pero siempre nuestros mayores, se encargaban de hacerlo llegar con su luz.
Ahora el amor es por conveniencia, sobre todo interesan las cosas materiales, por interés nada más. 
Qué triste es esta vida, yo siento que no encajo con nada, ni con nadie en este mundo tan irreal, no hay empatía, no hay interés por el prójimo, no hay voluntad, no hay paciencia, no hay pasión ni brillo al mirar.
Y bueno, si miro un poco más al fondo del alma, será que todo es así o será que para este día negro, no puedo ver que soy yo frente al espejo del brocal.

Griselda Toraya,
Artista de Argentina.
Fotografía del texto,
por Maikol Akino,
La Ciudad del Kaos.

Leer más...

miércoles, 21 de febrero de 2024

SILVIA CECILIA VÁSQUEZ CARUS - EL ROBO AL DIAMANTE EN EL CASTILLO DE NORTHUMBERLAND


ARTISTA DEL CUENTO
SILVIA CECILIA VÁSQUEZ CARUS

EL ROBO AL DIAMANTE EN EL CASTILLO DE NORTHUMBERLAND

Aquella noche, los ladrones lo habían conseguido. Tras superar diez niveles de alta seguridad, ellos consiguieron robar el diamante, sin dejar huellas.
Se trataba de un ejemplar único que se había encontrado por primera vez el año de 1725, recogido en la selva de Minas Gerais, Brasil. 
Mucho tiempo después, para el año del 2002, fue vendido en subasta por un alto valor económico. Su afortunado dueño, fue el Duque de Northumberland. 
Este diamante marcaba su compromiso con la sofisticada estrella de Hollywood, Vanesa Hundes.
Su magnífico castillo, poseía la más sofisticada tecnología en cuanto a sistemas de seguridad, pero aquella fatídica noche no funcionó como era de esperarse.
Los policías no sabían que pensar sobre el caso, pero de algo estaban seguros, todos en esa casa eran sospechosos.
Hoy en cambio; Dora, la hija de Northumberland, estaba de buen humor. Un amigo suyo vendría a buscarla.
Su madre adoptiva, no estaba de acuerdo con esta situación. No era el momento oportuno para recibir visitas, no con una investigación de por medio. 
Al cabo de un tiempo, tocaron al timbre de la puerta.
Se notaba que Dora gustaba bastante de Alejandro, quien era un joven diseñador gráfico, poseedor de bellas facciones.
Tras ponerle al corriente de los últimos acontecimientos, Alejandro la invitó a pasar con ella el fin de semana.
Cuando cayó la noche, Alejandro no pudo dejar de sentir una cierta inquietud. Y al mismo tiempo, pensó: “Qué gente tan extraña”.
Los demás dormían plácidamente, pero la noche no tenía como plan durante las horas de su oscuridad, quedarse tranquila.
Un grito inesperado se escuchó de repente: 
-¿Dora, está bien?-Le preguntó Alejandro abriendo la puerta, quien fue seguido por los demás habitantes de la casa.
-Había una sombra sobre mi cama-Contestó aterrada.
-Quizá sea una mala jugada de su mente-Comentó Vanesa-. Ya sabemos que esto no es inusual en ella.
Cuando era pequeña algo horrible le sucedió.  Fue raptada por los enemigos de su padre. La niña fue rescatada tras pagar una cantidad excesiva de dinero por ella, desde entonces era sujeta a rigurosa terapia, para calmar sus ataques de pánico.
Alejandro sabía que algo no estaba normal y decidió llegar al fondo de la cuestión.
A la mañana siguiente, Vanesa trajo a la terapeuta, pero Dora estaba muy irascible y apenas pronunció palabra. Para animarla, Alejandro hizo un picnic en el jardín.
La familia de Alejandro, dirigía una agencia de detectives desde hacía tiempo, pero él no quiso involucrarse en los negocios familiares y por eso eligió seguir otro camino, sin embargo, resolver misterios lo llevaba en su sangre.
Ellos debían actuar rápido y la arpía de la señora Vanesa, no tardaría en ingresar a Dora en un manicomio.
Cuando la casa se quedó tranquila, Alejandro decidió hablar con el servicio y fue directamente hasta la cocina, pues sabía que ese era el mejor sitio para empezar su investigación.
Alejandro, se despidió dando las gracias y deseando un buen día a los presentes.
Cuando ciertamente, al cabo de un tiempo, la vez que Alejandro estuvo en la habitación del servicio, efectivamente la ama de llaves actuaba de una forma sospechosa. Justo un poco antes de entrar en la cocina, él pudo comprobar con sus propios ojos el cuarto de la señora Vanesa, al estar la puerta un poco entreabierta. Ya luego descubrió como la empleada miraba adentro de los armarios, como si ella fuese la dueña de la casa.
Ella adoraba flirtear con los hombres, además no conseguía mantener su boca cerrada ni un instante, por eso fue fácil para Alejandro sacarle alguna información.
La dulce empleada tenía una afición peligrosa, adoraba probarse la ropa de Vanesa. Y ocasionalmente, la muchacha también le robaba algunas piezas de ropa, que después se las vendía a sus amigas.
Ante esta situación, Alejandro escribió en su pequeño cuaderno de apuntes lo siguiente: “Parece que la propiedad está llena de ladrones”. 
 Pasaron entonces unos pocos días y evidentemente la señora Vanesa y la terapeuta Rosa Clara, fueron arrestadas por la policía.
Las dos mujeres inculpadas eran sospechosas de haber actuado en esquemas ilegales y otros asuntos, había pruebas fiables que probaban que ellas eran culpables.
 En cuanto a lo seguido, Vanesa y su cómplice Rosa, fueron condenadas a quince años de prisión, donde en el tribunal de justicia, ni el mejor abogado de su esposo consiguió reunir pruebas suficientes, para declararlas inocentes.
Sus vidas glamurosas llegaron a su fin.
Tiempo después, llegaron las chocantes noticias, que no desmoralizaron a la señora Dora. 
Con las copas de bohemia en las manos, Dora propuso un brindis y dijo: 
-Por las dos brujas, que se pudran allá en la cárcel.
Aquel fue su último comentario con respecto a ese tema.
El fin de semana en Alnwick, Alejandro se despidió de sus amigos, porque tenía que regresar a sus obligaciones diarias. Pero antes de irse, quería llegar al fondo de la cuestión.
-Vamos, cuéntame, ¿cómo lo lograste?
-¿Lograr, lograr que cosa?
-Venga, mujer. Te conozco demasiado bien. Sé que tú lo planeaste todo.
Imaginar su sorpresa, cuando ella se acercó hasta un lugar donde supuestamente estaba desaparecida su preciosa mascota y ésta allí, que esperaba por su dueña. 
Ya desde aquel día, Alejandro ante lo visto, decidió seguir de cerca todos los movimientos de Dora. 
Luego Alejandro, insistió una vez más en hacerle preguntas fuertes a Dora.
Por su parte, Dora no tuvo otro remedio que dar su confesión y dijo estas palabras:
-Cuando era niña, yo solía entretenerme con juegos complicados de rompecabezas. A medida que mi relación crecía con Vanesa, se fue haciendo mucho más insoportable. Así que decidí elaborar un terrorífico plan contra ella. Yo conocía todos sus esquemas, rutinas, manías y vicios. Pero no tenía pruebas concretas para acusarla de nada, hasta el día en que tuvo conocimiento de un hombre llamado, Diego Silva. Él era el antiguo propietario del diamante, aunque desafortunadamente lo perdió durante una partida de cartas. El día que lo conocí le propuse un trato. Él me conseguiría las pruebas que yo necesitaba sobre Vanesa y su cómplice y a cambio le entregaría el diamante.
-Sí, Alejandro. Yo lo robé, cuando todo el mundo pensó que estaba durmiendo en casa de una amiga. Como sabes yo me he criado aquí, así que no fue difícil para mí.
Mientras contaba su historia las lágrimas le caían a borbotones por las mejillas.
-¿Estás pensando en dejarme? ¿Crees que no soy suficientemente buena para ti?
-No, nada de eso. Te amo y te respeto mucho, más ahora que ya sé la verdad.
En cuanto a esta nueva realidad, el tiempo de estar juntos en Edimburgo acababa y Alejandro quiso pasar su última noche, bajo las estrellas con Dora.

Silvia Cecilia Vásquez Carus;
Artista de España.
Fotografía del texto,
por Kolin Behrens,
El Diamante de la Luz.

Leer más...

jueves, 15 de febrero de 2024

REGLA MARÍA ESTRADA CRESBAL - AMOR PARA TRES


ARTISTA DEL CUENTO
REGLA MARÍA ESTRADA CRESBAL

AMOR PARA TRES

Corría una tarde nublada del año 1970 en la ciudad de La Habana, Cuba. Para aquella ocasión, los recién casados, se dispusieron a dar su habitual paseo de domingo. Allí estaban los dos, salpicándose con las olas trasparentes, que rompían entre las rocas del malecón. A lo lejos, se escuchaban los interminables gritos de un pregonero, el sonido de la guitarra de un artista autodidacta con un talentoso sabor musical y de vez en cuando sonaba el ruido espantoso de los almendrones, circulando por la calle. Así bien, se dio la tarde de ellos, hasta cuando regresaron juntos a casa, agotados de su paseo dominical.
Al día siguiente, ella se levantó y preparó el habitual desayuno para su esposo. Sus vidas transcurrían en aparente felicidad, hasta cuando empezaron los conflictos sobre las historias de amor. Laura era una joven con sueños, deseaba crecer profesionalmente y no consideraba el matrimonio como un obstáculo para lograrlo. En cuanto a su esposo, Carlos Javier, ingeniero de profesión, era de esos hombres con mente retrógrada, que piensan en las mujeres como un objeto sexual, las cuales únicamente sirven para cuidar de la casa y los hijos.
En el pasado, ellos habían tenido ya varias conversaciones sobre este tema lastimoso, pero Carlos Javier nunca estaba de acuerdo. No permitía que Laura trabajara bajo ningún concepto. 
Luego entonces de pensar en que sería lo mejor para ella, respecto a su presente y su futuro, la joven al cabo de un tiempo, decidió romper con su marido y regresar a su casa natal. Allí encontraría el apoyo incondicional de su madre. La vida igual tenía que seguir el curso del tiempo, ella por lo tanto en lo personal, decidió retomar su carrera de diseñadora y Javier se vio más ligado con la separación a los vicios y al alcohol. 
Pasaron mientras tanto en sus vidas, unos tres meses desde la disolución del matrimonio. En cuanto a la joven, ella sentía algo raro y distinto  en su cuerpo. Además por los síntomas, la joven en lo profundo de su alma, sabía lo que estaba sucediendo adentro de ella. Qué haría entonces con su vida. Era otra decisión, que debía tomar de ser real lo que estaba experimentando en su naturaleza de mujer.
Ante esta realidad, ella fue una mañana a consulta médica en compañía de una amiga para tener la certeza de su estado actual y efectivamente, no había más dudas, la joven estaba embarazada, iba a convertirse en madre. 
En esta nueva situación, llegó a la joven una duda, que acechó varias veces su pensamiento y era cómo enfrentaría sola al embarazo, sin el apoyo de Javier. Lo correcto sería contarle, pero que pasaría si Javier no la dejaba continuar los estudios de su carrera profesional.
Además de todo, Carlos permanecía enredado en sus vicios, ya no era aquella persona, la cual había conocido en el pasado y junto a quién determinó unirse en matrimonio. 
Ya un tiempo después, el cuerpo de Laura comenzó a sufrir una hermosa metamorfosis, su vientre creció, sus senos se hincharon y su apetito aumentó de manera increíble.
-Ya va quedando poco tiempo, Mamá-Dijo la muchacha.
-Sí, mi amor, no te preocupes, siempre tendrás nuestro apoyo, nunca te dejaremos sola.
Las palabras de su madre le servían de aliento, encontraba en ellas el apoyo y la fuerza, que necesitaba para seguir adelante. Luego llegó el momento tan ansiado. Esa noche, se levantó y sintió algo correr entre sus piernas.
-¡Madre!-Gritó. 
La señora apareció al instante.
-He roto la fuente.
Recogieron todo y partieron inmediatamente hacia el hospital. Unas horas después, había dado a luz a una preciosa bebé, a quien le puso por nombre, Carla Alejandra. Era una niña hermosa con mucha vitalidad y cada vez que miraba sus angelicales ojos, recordaba con tristeza a su amado. Pero una madre nunca se rinde. A pesar de las adversidades, Laura siguió adelante con su bebé, la cual fue siempre su prioridad.
Laura, se hizo además una mujer fuerte y emprendedora. Su vida se compartía entre el trabajo y su hija, donde pese a todo lo difícil, ser madre era maravilloso.
Ya con el paso del tiempo, fue creciendo la niña, quien era muy inteligente y talentosa en la escuela. A propósito en ese contorno social, ella inició su interrogante sobre la existencia del padre. Todos sus amigos, hablaban de esa importante figura familiar, pero dónde estaba su padre y quién era su progenitor. Laura, le hablaba a menudo de él, aunque poco, su corazón latía fuerte dentro del pecho, cuando lo recordaba. 
Años después, Carla se convirtió en una linda muchacha y para esta nueva época, llegó a recibir su grado profesional de Medicina en Oncología. Carla, debía este título a su madre Laura, quien la había apoyado en toda su carrera profesional. Ella con dedicación, había logrado hacer realidad su gran sueño. Y en sus vacaciones de grado, ella tuvo un verano fantástico, que nunca olvidará. 
Para la eventual ocasión, su querida Laura, caminaba por la Avenida 23 en El Vedado, zona central de La Habana. Era una tarde calurosa de esas que invitan a degustar un helado de coppelia en medio de la sociedad cubana. Y mientras ella esperaba en las canchas, se le acercó una persona, quién a pesar de los años y lo maltratado de su rostro, reconoció ninguna sin duda, quien era una amiga de la Universidad.
-¡Laura!-Dijo con asombro la mujer-Cuánto tiempo sin vernos.
-Rachel, querida amiga, ¿Qué ha sido de tu vida?
Allí bien, disfrutando de sus helados, se pusieron al día. Y cuál fue el asombro de Laura al saber por Rachel y el paradero de Javier. Este hombre residía actualmente en la Isla, en casa de unos parientes, quienes al verlo en el deplorable estado en que se encontraba viviendo, luego de su separación, sintieron pena por él y lo llevaron a vivir con ellos, todavía no había tenido hijos y no sabía nada sobre la existencia de Carla.
-Amiga, Javier está en el derecho de saber que tiene una hija.
-Sí, Rachel, necesito me lleves adonde él, para contarle la noticia.
Luego fueron hasta su casa y allí en medio de la tarde, Laura y Javier, tuvieron un hermoso encuentro, dos corazones se encontraron nuevamente, para volver a unirse en amor. Fue además tanta la alegría de Javier al saber que tenía una hija, que no cesaba de llorar. Saber que era padre y haber reencontrado a su querida Laura, lo ayudó mucho más en su recuperación. El amor, lo convirtió increíblemente en un hombre nuevo y en un padre de bondad.

Regla María Estrada Cresbal;
Artista de Cuba.
Fotografía del texto,
por Laura Laimin,
La Familia de la Isla Mágica.
Pintura digital de texto,
por Velt,
La Familia de la Isla Mágica.

Leer más...

lunes, 12 de febrero de 2024

ANTONIO GUERRERO AGUILAR - EL GUARDIA ENAMORADO

 
ARTISTA DEL CUENTO
ANTONIO GUERRERO AGUILAR

EL GUARDIA ENAMORADO

Observa, Celia, el azulado cielo
con los meteoros sin fin que resplandecen,
tú observas también el fuerte vuelo.
Absorto contemplaba tu hermosura
cual observar el ancho cielo.
El poema del Guardia
Monterrey, año de 1841.

El Guardia, procedente del pueblo de Parras, llegó a la ciudad de Monterrey, para el año de 1834. Durante aquella ocasión, él arribó a la ciudad, siendo cuidador del tren de carretas y recuas extranjeras, las cuales llevaba con otros conocidos. 
Tiempo después, una madrugada al despertar, El Guardia se dio cuenta que lo dejaron solo y a su suerte. La caravana de viajeros, iba rumbo al puerto de Bagdad, para llevar sus mercancías de mezcal, vinos y uvas. En tanto, debido a sus intereses, la caravana, siguió con su travesía y dejó en el olvido al Guardia.
Ya sin conocidos ni amistades, El Guardia se vio solo en una ciudad con apenas diez mil almas. Como no tenía donde pasar la noche, se quedó al amparo de unos sabinos al borde de los Arroyos Nativos, que había en Santa Lucía.
Una noche, estaba en sus horas del sueño, cuando de forma sorpresiva, él fue despertado abruptamente por un guardia nocturno. Se acercaba además la aurora del cielo, el tiempo en que debían apagar los faroles, los cuales daban sus colores amarillos a la ciudad de Monterrey, repleta para aquella época de callejones.
En cuanto al joven, le pidió que lo dejara en paz. No le hacía daño a los transeúntes y no tenía a donde ir en aquella ciudad.
 Debido a esta situación, El Guardia requería de un nuevo trabajo para sobrevivir en Monterrey. De hecho, estaba ahí recostado, junto a los Arroyos Nativos de Santa Lucía, porque los manantiales le daban agua, le procuraban alimentos y allí bien podía descansar al amparo de los vetustos y grandes árboles. 
Por su parte, El Guardia Nocturno, se compadeció y lo invitó a trabajar de cuidador, en el oficio de trajinar y vigilar los manantiales, desde el ocaso hasta la aurora.
El Guardia de Parras, mostró entonces su agrado a la propuesta, hizo un gesto afirmativo, aceptó el trabajo y se dispuso a cuidar los Arroyos Nativos de Santa Lucía. Allí bien en los manantiales del boscaje, junto a los ojos de agua, recibía algunas monedas de parte de los caminantes, trasnochadores y de vez en cuando de los gendarmes. 
Ya de día, se podía quedar a dormir en un galerón, ubicado en las goteras del poblado. Además de todo, estaba orgulloso de pertenecer a una casta de individuos, portando una lámpara de carburo, cargando un garrafón de petróleo, para untar en los mechones de los faroles, que iluminaban la región manantial de Santa Lucía.
 Por su parte, los vecinos al verlo, temían recibir un golpe con las cosas que llevaba El Guardia y ellos se alejaban del joven.
Entre tanto, El Guardia seguía con su rutina de trabajo y cada noche, pasaba por un callejón al que le decían; Los Arquitos. A él, por cierto, le gustaba ese lugar y el motivo de ir hasta aquellos arcos de piedra silla, siempre era porque enfrente, había un zaguán enrejado, donde permanecía una bella joven, quien permanecía allí entretenida viendo a las estrellas y a la luna, junto a los transeúntes, que pasaban por su banqueta.
Luego con las visitas regulares al callejón, Los Arquitos, El Guardia supo que ella se llamaba Celia, porque quienes caminaban por aquel lugar, la saludan y se referían a ella por su nombre, Celia.
El Guardia entonces por su amor a ella, iba junto a su presencia y la saludaba a Celia y ella sólo respondía con una leve sonrisa, cuando lo veía acercarse, mencionando su nombre en alto, para hacerse notar. Ya pese a su amor extraño, el guardia no llegó a tratarla de amiga y sólo resultó ser un amor de lejos, donde como dice la gente, aquí en este mundo: “El que sufre mal de amores, hasta con las piedras habla y por los rincones llora”. 

Antonio Guerrero Aguilar;
Artista de México.
Fotografía del texto,
por Breno Andrade,
El Joven de las Ilusiones.

Leer más...

martes, 6 de febrero de 2024

LUIS EDUARDO SARAVIA PARIONE - CAMILA


ARTISTA DEL CUENTO
LUIS EDUARDO SARAVIA PARIONE

 CAMILA

Camila es una mujer joven y muy bella, aislada de su tribu africana del Congo. Ella desde la niñez, fue criada sólo para obedecer a sus padres, hasta la edad adulta.
A los veinte y tres años, ella fue escogida para contraer matrimonio, pero antes sus padres ancianos, no sabían que esposo darle a Camila, era muy diferente a las demás mujeres, decían que el viento sopló en contra sobre su rostro, que jamás el sol la besó como a las otras niñas, era por ello que la propia tribu la alejaba con su indiferencia, a veces con maltrato, pero sus padres luchaban con aquel mal augurio, que propinaba la comunidad.
Ya una de las tantas noches juveniles, Camila no concebía el sueño y decidió salir de la comunidad, Camila se sintió libre en la oscuridad, no escuchaba reclamos o alguna culpa de que las cosas iban mal en la tribu, esa noche sólo caminaba sin rumbo, sin temer a las hienas o los leones, que acechaban entre los matorrales.
 Sólo deseaba caminar bajo aquella oscuridad y llegar hasta la orilla del río, donde todos los animales toman su líquido natural, sabiendo que los cocodrilos acechaban a escondidas en esas aguas apacibles y calmas.
Aquella vez por cierto, Camilla se arrodilló ante aquel extenso río con un suave movimiento de sus manos, tomó de esa agua y después de tomar aquel sorbo, se recostó sobre aquel arbusto junto a la orilla del río, quedando profundamente dormida.
Al despertar, no tuvo miedo a nada que pudiera hacerle daño, los animales no se acercaban, era como algo sagrado para todos o algo diabólico para no querer enfrentarlo.  
Entonces Camila, levantó su frágil cuerpo de aquel lugar con un sol abrazador, que deshidrataba a quien se quedara expuesto a ello. Y después, al fijar sus dos vistas al horizonte, pasó el largo sueño y fue grande su sorpresa al ver el río seco, sin vida y con los animales agonizando lentamente, con restos no reconocibles y entre ellos, había tendidos unos huesos humanos, momificados en posiciones de clemencia, debido tal vez a los rituales ancestrales, los cuales fueron posiblemente, los causales de estas muertes.
Ese lugar era horrendo y terrorífico, no existía una pizca de vida y entonces la mujer atemorizada, atinó a correr sin detenerse, quien sólo tomaba un poco de aire y seguía hacia adelante, para llegar a su destino.
Tiempos después, cuando llegó a su aldea, ella estaba exhausta, asustada por lo acontecido y pensó por un momento en no mencionar aquel suceso, pero al cabo de unos días se enteraron de lo sucedido, la maldición llegó a su vida.
Todo apuntaba a ella y fue señalada de ser una mujer, que traía mala suerte. En cuanto a Camila, no encontró ninguna explicación, sólo quería arrancarse la vida y seguir corriendo y alejarse de su tribu, que la señalaba de mala suerte.
Ya para la tribu, la ausencia de agua, ciertamente era la razón por la que ellos no sobrevivían en aquel lugar africano, debido a que el río estaba seco y sin vida.
Entonces al cabo de un tiempo, la tribu se encontró destinada a extinguirse y los brujos lo predijeron, hablaron de una entidad maligna, que se iba a llevar la vida, que todo lo que iba a tocar y todo lo que iba a mirar con su presencia, sufriría por varios días, donde luego iban a morir en aquella aldea, pero lo que nunca predijeron los brujos, fue que la muerte era una bella mujer, vestida de amarillo, llamada Camila.

Luis Eduardo Saravia Parione;
Artista del Perú.
Fotografía del texto,
por Jackson David,
La mujer del África.

Leer más...