sábado, 28 de enero de 2023

YULEISY CRUZ LEZCANO - LA MEMORIA NO OLVIDA


ARTISTA DEL POEMA
YULEISY CRUZ LEZCANO

LA MEMORIA NO OLVIDA

Ahogados, fusilados, quemados.
Después de indecibles torturas
los muertos no olvidan.
Hay una memoria en la nada
donde el espíritu flota
debajo del olvido.
Los demás, los vivos,
van adelante y en cada instante
la memoria pierde la casa,
en medio de la niebla
se vuelve noticias vagas.
Algunos se preguntan 
si todo esto sucedió
y donde la memoria se durmió,
los muertos no olvidan.
Esos pobres cuerpos deshechos
todavía gritan sus silencios
en el silencio del mundo.


Yuleisy Cruz Lezcano;
Artista de Cuba.
Fotografía del texto,
por Ilya Kovalchuk,
La mujer de las lágrimas.

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miércoles, 25 de enero de 2023

ALFREDO RIENZI - ESTA LUZ


ARTISTA DEL POEMA
ALFREDO RIENZI

ESTA LUZ

Esta luz que ahora
vuelve a crecer
dónde la depositaremos
cuando ya estarán cerrados los ojos 
en una noche de diciembre.

Dices que hay tiempo para arreglarse
hacia la esquina del occidente
es que el momento nunca es el adecuado
y las despedidas tienen el sonido obtuso
del derrumbe que atrapa de la nada.


Alfredo Rienzi,
Artista de Italia.
Fotografía del texto,
por Jonathan Borba,
El novio y la novia del amor.
 
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lunes, 23 de enero de 2023

CARLOS ZUBIZARRETA - VELORIOS CON MÚSICA Y BAILE

 
ARTISTA DEL ESCRITO
CARLOS ZUBIZARRETA

VELORIOS CON MÚSICA Y BAILE

Ha corrido ya en el mundo una versión peregrina sobre los velatorios del Paraguay. Viajeros frívolos o chanceros, por no saber mirar que es un arte o burla burlando, dieron en decir que la gente del país tiene el hábito de bailar en los funerales.
El aserto es falaz, pero encierra su dosis de verdad, como todas las falsedades que alcanzan éxito. El aborigen baila en los velatorios, pero sólo cuando el muerto es un niño. Al igual que en el norte argentino los paraguayos dicen velorio y no velatorio. La corruptela debe ser antiquísima. En su libro supersticiones en el Río de la Plata, Diego Granada se refiere a ella cuando cuenta que la velación de un difunto que está de cuerpo presente, lleva el nombre de velorio entre la gente vulgar, cuyo sentido familiar, se conoce entre la gente culta.
Quiero creer que la costumbre de los velorios con baile tiene raigambre jesuítica, ya que no indígena ni española, porque no sé de ejemplos similares en otros países del continente americano, que también estuvieron sometidos al poder español, donde adquirieron algo de savia y esencia. Tampoco hay la consigna en ningún cronista del coloniaje ni existen rastros de ella entre los primitivos guaraníes o demás tribus guaranizadas.
La ocupación de la Compañía de Jesús de esas feraces regiones, al amparo que le prestara la Corona de España en tiempos del coloniaje, ha dejado surcos muy hondos en la conciencia popular paraguaya. Y es explicable que así sea, porque no se concretó sólo a la explotación del suelo, sino que se extendió también de forma natural, sabia y discrecionalmente a la explotación del indio y del alma del indio. Así se justifica que pudiera resultar tan pingüe que asustara a los propios reyes cristianísimos.
Los hermanos Robertson en su libro, Cartas del Paraguay, cuentan que las misiones jesuíticas rentaban a la Compañía, arriba de tres millones de libras esterlinas anuales. Aparte de la fe que pueda merecernos la exactitud de la cifra, por venir de cronistas que han incurrido en muchas desproporciones al pintar las cosas es indudable que la utilidad que producían, para aquel tiempo era fabulosamente crecida.
Un niño que muere es un ángel que asciende al cielo. La suposición cabe esencialmente dentro del espíritu religioso que a cristazo limpio, inculcaron aquellos santos padres en la mente del indio, dura como la madera de sus selvas, pero transparente como la linfa azul de sus arroyos. En aquellas reducciones, donde imperaba despótica la disciplina y se regimentaban hasta las horas de amor a fuerza de campanazos, cabe imaginar también que debiera disciplinarse el dolor dentro de los preceptos escolásticos y rígidos.
Reduciéndolo, eliminándolo para los progenitores en el caso de muerte de sus vástagos tiernos y aun improductivos niños, hallase de paso a esa convicción un sentido de utilidad práctica, nada desdeñable para el interés de los mentores.
¡Un ángel más para el cielo! No hay por qué llorar. 
¿Qué madre no enjuga su llanto, no esconde su pena, sabiéndole alado y dichoso? ¿Es absurdo entonces que el adobe y la paja del rancho abucheen la risa, la música, en vez de congojas?
Esa vieja costumbre paraguaya de los velorios con baile, mozas y rondas de caña, va perdiendo su añejo prestigio bienaventurado. Ya no existe en ciudades ni pueblos. Hay que buscarla ahora en el corazón de la campaña, bajo el alero arisco y tostado de sol de los ranchos campesinos.
Es condición esencial para la fiesta que el infante muerto no pase de la pubertad. Ello crea en favor de su pureza, tal como dicen los juristas: “Un praesumptio juris et de jure”. Y esta creencia, no admite prueba en contra y asegura a parientes y bailarines la certeza sobre lo fundado de su alegría.
Pasado el dolor de los primeros momentos, el dolor verdadero, la parentela se sume en los preparativos de la fiesta. Es posible que en algún rincón oscuro la madre permanezca todavía ajena a ellos, junto a los amados despojos, oyendo clavetear la caja blanca que preparan. Sale el chasque hasta el poblado más cercano en procura de la orquesta, que hará después leguas y leguas por caminos rojos a la vera de la selva verdinegra o cruzando palmares. El arpa, las guitarras y la flauta van a lomo de caballo, rompiendo en mil añicos el cristal de los arroyos. Otras veces van a pie. 
¡Oh, esos pies desnudos que huellan infatigables y ágiles la arena de todos los caminos y que recuestan y doman el abrojo de todos los pastizales!
Los ranchos que jalonan la ruta, así se enteran del suceso. Si al cobijo del naranjal dormían la siesta, el ladrido de los perros acusará el paso de los músicos. No importan las distancias. Cuando la caída de la tarde enfríe los senderos ardorosos de sol, mozos y mozas bañarán su cuerpo moreno en el cercano arroyo, con el jabón de olor de los grandes acontecimientos y emprenderán camino del velorio con los zapatos al hombro, porque la moza de los campos anda descalza, pero mujer al fin, prefiere bailar calzada.
El rancho donde el niño muerto espera en su caja encalada el regocijo campesino, antes de su ascensión al cielo, acusa con rústicas luminarias su ubicación, borrado en el borrón de tintas oscuras que destila el monte. Va llegando gente como cuentas desgranadas de un collar, los más a pie, algunos a caballo con la china a grupas, sobre ponchos y pellones. Y el baile empieza bajo la enramada, matizado por rondas de esa caña rubia que pone fuego en los músculos y en los corazones. El tereré, cebado en largas guampas con virola de plata, refresca las fatigas del camino y de la danza.
En redor del cándido y lívido angelito que duerme su sueño indiferente, las parejas bailan sobre el piso desigual polcas, chopíes, guaranias y galopas. Todas juntas bailan incansablemente, hasta que llega el nuevo día. La concurrencia tonifica la resistencia de los músicos con frecuentes libaciones y se entrega con lujuria y deleite a la más primitiva de las artes. Un curioso documento antiguo da testimonio de la atávica inclinación que siente este pueblo por la danza. 
En una carta dirigida al Consejo de Indias y fechada en Asunción del año 1556, que daba cuenta de la rebelión de Ramoncillo, el capellán Martín González, refiere lo siguiente: "Tenemos nueva que entre los indios se ha levantado uno, con un niño que dice ser Dios o hijo de Dios y que tornan con esta invención a sus cantares pasados, que son inclinados por naturaleza, por los cuales cantares tenemos noticia que en tiempos pasados, muchas veces se perdieron, porque entretanto que dura ni siembran ni paran en sus casas, sino como locos, ellos de noche y de día en otra cosa no entienden, sino en cantar y bailar, sin que quede hombre ni mujer, niño ni viejo y así pierden los tristes la vida y el ánima".
Y estos velorios de angelitos son ocasión propicia para que sus lejanos descendientes resuciten la afición y se entreguen a ella con pesada y contagiosa delectación carnal.
A la luz movediza de los candiles las parejas sudorosas giran estrechamente abrazadas. En la cocina humilde se ceba el mate amargo de la madrugada y las llamas intermitentes de la leña húmeda y escandalosa, iluminan y entenebrecen los rostros de la china que ceba y del arriero que aguarda por la bebida.
Hasta que vuelve de nuevo el sol y el campo despierta y se lava con el rocío. Acompañados de los músicos de ojos enrojecidos por el insomnio y la caña, van los despojos impúberes hasta el cementerio más cercano del lugar. Un cementerio sombroso, apacible, con canto de pájaros y alfombra de yuyos; un cementerio donde la tierra sobra y resulta agradable ser una tumba más.
Después, las fatigas del baile, hacen menos penoso el recuerdo de las primeras horas.
Ricardo Palma cuenta en sus Tradiciones Peruanas que en los antiguos dominios del inca se estila la contratación de mujeres especiales, llamadas lloronas, que con llanto y gemidos, aseguran la nota del dolor necesario. Yo he visto también en la tierra guaraní, viejas rugosas y ágiles que siguen al féretro con lamentos desgarradores y lúgubres, como melopeya intermitente que no tiene fin, no es usual pagarlas, pero la lamentación constituye también un hábito indiferente que nace sólo de un deber de cortesía.
Más en el entierro de un niño nadie gime. La muerte ha sustraído una vida al dolor de la tierra, ha elevado un alma a la bienaventuranza celestial, sin obligarla a andar el camino de prueba y padecimientos. 
Y la madre vence y aniquila su dolor egoísta, para agradecer el don divino.

Carlos Zubizarreta,
Artista del Paraguay.
Fotografía del texto,
por Dhivakaran,
La vela del ritual.

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lunes, 9 de enero de 2023

JULIO CORREA - EL PADRE CANTALICIO


ARTISTA DEL ESCRITO
JULIO CORREA

EL PADRE CANTALICIO

El padre Cantalicio se escandalizó con sus nuevos feligreses. Ya le habían dicho que la parroquia que le daban estaba infestada de pecados, pero nunca supuso que llegara a tanto el número de las ovejas descarriadas. Encontró a niños ya en edad de hacer la primera comunión, que no sabían ni santiguarse y mucha gente incrédula o descuidada de sus obligaciones para con Dios y su santa Iglesia. Pero esto no era lo peor. Don Encarnación, el marido de doña Pabla, la presidenta de la Sociedad del Perpetuo Amor al Santísimo, así a la ligera y sin hacer memoria de más pobladores, le señaló como cincuenta y tantas personas que vivían maritalmente sin haberse casado por la Iglesia.
-¡Esto es el colmo!- Vociferó el padre Cantalicio. 
Luego pensó en lo bello que sería a los ojos de Dios el ver conducir por el buen camino a los descaminados y sonrió satisfecho proponiéndose esa tarea.
A su vez se dijo: "Es mi obligación". Y pronto chisporrotearon sus ojos empañados de lágrimas de ternura. Y el padre amaba a los pecadores y se felicitaba congratulándose de que lo fueran, pues gracias a ese mal, él podía hacer un bien y ofrecerlo a Dios como un homenaje. 
Por cierto repitió: "Un bien, un gran bien". Y transportado de alegría, se sentó y escribió una invitación a los hombres de su feligresía para que acudiesen a su casa particular a escuchar cosas de importantísimo interés. Al pie de la invitación puso una nota que decía: 
Conste que la presente se dirige solamente a los hombres.
Lo de solamente despertó interés y además daba a la invitación un carácter de importancia reservada y nadie faltó a la cita.
Todos se salieron de la casa del señor cura, convencidos de que éste era un bendito y con ánimo de casarse en cuanto antes.
Y muchos se casaron y formaron un círculo de honestidad, inexorablemente hostil a los que apartándose de la santa Ley del Matrimonio, vivían en la iniquidad del amancebamiento, olvidando cándidamente que también ellos tuvieron encima ese pecado.
Ya nada pasaba en el pueblo sin que el señor cura interviniera con sus sabios consejos tan salutíferos para el alma como provechosos para la santa Iglesia.
Más aún quedaban algunos reacios al bien. No se confesaban ni comulgaban ni asistían a los oficios religiosos y seguían viviendo en el escándalo del amancebamiento.
A propósito, el padre Cantalicio, se dijo: "Hay que reducir a estos endemoniegos que avergüenzan mi feligresía". Y no se detuvo en poner en práctica su deseo. Desde el púlpito, al remate de un sermón moralísimo que condenaba severamente la abominación del fornicar, lanzó una rotunda proclama:
-En adelante y para siempre jamás, la santa Iglesia rechaza de sí totalmente a los amancebados. Las campanas no doblarán pidiendo una oración por ellos, no podrán cargar con las santas imágenes en las procesiones, también les está prohibido terminantemente ser padrinos de casamientos o de bautizos. 
Y al debido momento, fijó los días sábados para los bautizos agregando que nadie debía elegir para compadre ni padrino a persona que no estuviera en condiciones de serlo, sin afrentar a la moral religiosa y social.
El sábado siguiente, en los corredores de la vieja iglesia, infinidad de madres con sus hijos en brazos esperaban al señor cura que los tenía que acristianar. Los hombres, apartados a un lado, hablaban de la carrera de caballo del juez con el del médico, que estaba próxima a efectuarse.
Cuando vieron venir al señor párroco, cada una se apresuró a salirle al encuentro a fin de ganar el primer turno; pero el cura apartó a todas y llamó a una de ellas que apartada del grupo, conversaba con dos hombres.
-Dígame-Preguntó a la mujer-¿Aquel que está con su esposo es el que eligió, hijita, por compadre?
-Sí, padre- Respondió la interpelada-. Es antiguo amigo de Fermín, le debemos mucho, gracias a él...
-¡Basta, basta! Así será, hijita, pero ningún amancebado podrá ser padrino.
Y con el rostro arrebolado de ira, agregó: 
-Y esto ya lo saben todas las que asistieron a la misa del pasado domingo. Y diga a su marido que solo se permite ser padrinos a los hombres decentes. Ya mucho más de lo que debiera he dicho y no estoy aquí para perder el tiempo ni hacer que lo pierdan esas buenas mujeres que me están esperando, para que yo les haga gente a sus hijos.
El marido y el compadre frustrado se presentaron en esto. El primero preguntó a su mujer al verla toda atribulada:
-¿Cata, dich el cur, cata, puest tan mals, José?
Toda ruborosa respondió ella:
-Es que el padre... el padre cura me dijo..., me dijo que no podía bautizar al nene porque don Pedro no puede ser padrino, porque en fin, el cura lo dijo...
-Cata dicte redeus-Vociferó Fermín fuera de sí.
-Que no es persona decente.
-¡Ca no es parson dacent a dicte!-Gritó indignado el esposo, y a grandes pasos se dirigió al cura.
-Tenga usted mucho cuidado de faltarme al respeto, que aunque indigno, soy un humilde servidor de Dios-Dijo dulcemente el padre Cantalicio mirando al cielo en actitud de dolorosa súplica.
-Al respet no le afalt, sañor cure-Respondió Fermín-, pero la fiest dal botisme ya está praparat e los amigues ca ha convidat sa biens san falt por el tren da las sons... Ei gastat plat, sañor cure... Pongue la mane sobre su cunciensie, sañor cure.
-Ya dije que no-Replicó el sacerdote con voz estentórea. El catalán contestó levantando los puños:
-¡Sa no lo quier batisar, lo botiso io misme e sant sequebó! 
Y señalando a su hijo, imperativamente le dijo: 
-Yo te botís, te llames Juan, Don Pedre as me compádere y el cure, ¡el cure a fair aspárregos, con pardón de Deus!

Julio Correa,
Artista del Paraguay.
Fotografía del texto,
por Cottonbro,
El cura del pueblo.

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sábado, 7 de enero de 2023

JORGE FALCONE - EL MUNDO CAMBIA DE DUEÑO


ARTISTA DEL ESCRITO
JORGE FALCONE

EL MUNDO CAMBIA DE DUEÑO

De un tiempo a esta parte, China ha venido desplazando a Estados Unidos como inversionista principal, aquí en Nuestra América. Su inversión directa en nuestro continente ya asciende a más de 171 mil millones de dólares, un crecimiento de 589 por ciento en la última década. 
En ocasión de celebrarse en México, La XXVII Reunión Plenaria de la Fundación Círculo de Montevideo, que nuclea a líderes regionales como al uruguayo Julio María Sanguinetti, al chileno Ricardo Lagos y a los empresarios como el magnate Carlos Slim, se consideró el escenario generado por la reciente pandemia, la guerra de expansión territorial en curso, los efectos devastadores de una inflación global y la crisis energética que condena a Europa en medio del invierno, donde la gente se calefacciona a punta de leña. Así las cosas, también se habló del Sinopek, tratado gasífero establecido entre China y Qatar por 27 años. Lo primero que salta a la vista ante semejante agenda es que Argentina no está pudiendo capitalizar un escenario internacional potencialmente favorable. Otro lugar común que apareció en el marco de las deliberaciones es la ausencia de líderes, que provean certidumbres visibles. 
Felipe González, que fue de la partida en carácter de invitado internacional, aconsejó a la Argentina buscar su propio Pacto de la Moncloa, antes del año 2025. El exmandatario del gobierno español, hizo hincapié en la necesidad de buscar entendimientos en nuestro país y trabajar sobre las bases estratégicas de un acuerdo, como factor clave, para una política orientada a su desarrollo sostenible. 
Paralelamente en esta actualidad, sobre el reemplazo del presidente al frente del Banco Interamericano de Desarrollo, Mauricio Claver Carone, dejó el puesto de trabajo, que pronto en estos tiempos, tomó Ilan Goldfajn, el funcionario brasileño que negocia con Sergio Massa, el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional. Así en su defecto, ahora tales cambios, tienen descolocado a nuestro país. De hecho, Alberto Fernández propuso para ese cargo a Cecilia Todesca, gesto que importunó al presidente electo, Lula Da Silva y al aliado de larga data, Andrés Manuel López Obrador, quienes aspiraban llegar a tal instancia, jugando al unísono con nuestra Argentina.

Jorge Falcone,
Maestro de Argentina.
Fotografía del texto,
por Geralt,
Los cambios del tiempo.

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jueves, 5 de enero de 2023

JESÚS JIMÉNEZ REINALDO - ORDEN Y DESCONCIERTO

 
ARTISTA DEL ESCRITO
JESÚS JIMÉNEZ REINALDO

ORDEN Y DESCONCIERTO

La rutina es rara, muy rara. Quiero decir que normalmente no dura mucho. Uno pretende organizarse el día a día de modo racional, buscando esa eficiencia que en teoría sirve para rentabilizar los esfuerzos y que permite trabajar con responsabilidad, relacionarse educadamente con los demás y disfrutar al menos de unos minutos de tiempo libre para gozar de la vida y no preguntarse con angustia quién se es y a qué sitio desgraciado se marcha por tal camino de obstáculos. No se trata de ser feliz, claro que no, eso se queda para los protagonistas de las series juveniles, para los antihéroes de las películas que por otra parte, casi nunca lo consiguen. La cuestión se concreta en el concepto del buen pasar, un simple ir transcurriendo de manera fluida y sin sobresaltos, algo que tampoco está al alcance de casi nadie, porque la existencia se carga con ruidos de furia y se dispara a tontas y locas, contra un público masivo y amedrentado. Y esa rutina que por definición es inalcanzable, también resulta insufrible en los breves periodos en que la sentimos, por lo que acabamos maldiciéndola por su obvia monotonía.
Como espíritu de la contradicción que siempre he sido en vida, reflexiono qué interés tiene para mí seguir viviendo inmerso en una sucesión de días iguales y previsibles. Es más, se lo pregunto a algunas de las personas que me rodean y que no vacilan en aconsejarme con frases hechas, citas y conceptos aprendidos en manuales de autoayuda. Por consiguiente, unos aluden a la necesidad de vivir el presente como un regalo mayúsculo, con agradecimiento máximo; otros recuerdan la frase de Lao Tse, la cual dice, que el viaje de miles de kilómetros comienza con un solo paso. Además hay quien afirma que el vuelo de una mariposa en China puede provocar una tormenta en Irlanda. En cuanto a estas afirmaciones se deduce que soy un inmovilista y el único responsable, ya no sólo de mi falta de horizontes, sino también lo que es peor, la deriva del mundo a fines de este año. Así que ahora cargo sobre mis hombros la responsabilidad de transformar y mejorar la vida de todos los habitantes de la Tierra, como si fuera un político en tiempo electoral, cuando se promete mucho y se miente más en lo profundo.
Sin embargo, la empresa parece fácil. No tengo alas para provocar la tormenta, pero tengo pies para hacerme un Forrest Gump de costa a costa. Claro que esto último no es más que un decir, que me duelen los juanetes sólo con ponerme en pie y supongo que dará lo mismo darle la vuelta a los calcetines, aquí en la tranquilidad de mi casa, girando al revés el café con leche o andando hacia atrás por el pasillo. La lección está clara; basta con que yo cambie algo de mí o en mí para que todo lo de alrededor se transforme, borrando tanto la rutina como la desmotivación con la que se alía tan sutilmente. Así que de todas las posibilidades que barajo acabo por optar por algo que realmente me va a resultar francamente complicado. Estoy acostumbrado a seguir un orden lógico en la extracción de mi antidepresivo de manera ordenada, siempre me tomo la primera de la izquierda del blíster y luego continúo por la misma fila hasta terminarla, luego por la siguiente en el mismo orden y así hasta el final, todo muy cartesiano, sin alguna víscera. Me conjuro para dejar de hacerlo, de modo que en el próximo mes, sacaré los comprimidos del blíster de manera aleatoria, según me apetezca, sin orden ni concierto, aunque se finiquite el mundo por un tren de galernas descontroladas, pero al final tal vez no sea capaz, es una responsabilidad tan enorme.
Pasados los treinta días, puedo decir que he agujereado el blíster como un campeón, de manera aleatoria hasta donde he podido, logrando a veces cuatro en raya y otras en ocasiones, estrafalarios cartones de bingo, hasta vaciarlo por completo. El éxito en mi empresa personal ha conllevado, para mi sorpresa, escéptico que es uno en el fondo, motivar varios cambios para la humanidad. De hecho, han florecido los carriles para bicicletas en mi ciudad y se han multiplicado los atascos; aquí en España las gentes se han olvidado de la crisis económica y de la sostenibilidad del planeta, ante las luces de navidad; y en el mundo se han dejado de lado los derechos humanos para preocuparse, un mes es sólo un mes, pues qué nación se adjudicará el título de campeona mundial del futbol.
Ahora, después del fracaso de mi experimento, vivo instalado en la duda, lo que es decir, entre seguir adelante en la generación del caos universal o empezar a tomarme los antidepresivos ordenadamente y de dos en dos con juicio, aunque la decisión suponga que el universo se hunda en una rutina tan mortal como supinamente aburrida.

Jesús Jiménez Reinaldo,
Artista de España.
Fotografía del texto,
por Josh Sorenson,
La calle moderna.

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martes, 3 de enero de 2023

VARIOS ARTISTAS - LA COSMOGONÍA FENICIA


DE VARIOS ARTISTAS;
LA OBRA LITERARIA,
LA COSMOGONÍA FENICIA.

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EL LIBRO EN EL PORTAL DE ISSUU


EL LIBRO EN EL PORTAL DE CALAMEO


Ilustración del texto,
por Frank Kone,
EL universo infinito.

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