Cuando el venerable Hadriano,
oyó hablar del Rey Phamenoth,
el gran Phamenoth era un egipcio brillante,
quien inspirado por los rayos del sol,
emitía un fuerte sonido y cantaba a Tebas,
ser una piedra de fuego.
Y Phamenoth, el más grande de los reyes,
cuando vio la presencia de Hadriano,
para el amanecer de las nuevas siembras,
antes de saludar a los rayos del sol,
le habló como pudo con su fuego.
Y el Titán Phamenoth,
recitó a su tiempo los ocho olivos y
con el poder de su fuego,
atravesando el cielo con sus dos caballos blancos,
retuvo la segunda mitad del sol en la sombra y en ese instante,
de nuevo Phamenoth, emitió un fuerte sonido,
tan asombroso como el revolotear musical del bronce.
Aquí entonces, el venerable Adriano, se quedó regocijado y
el gran Phamenoth, emitió un tercer sonido con fuerza,
saludando de esta manera al Emperador Hadriano.
Y desde su posición, El Emperador Hadriano,
se abrazó al gran Phamenoth como es debido,
donde para la ocasión, él lloró con amor y con sus manos,
trazó los versos que señalaron lo que había visto y oído,
dejando que vivieran los juegos del arte;
como si los hombres fueran amigos de los Dioses.
Julia Balbila;
Artista de Italia.
Pintura del texto,
por Seignak Guillaume,
La Musa.
