lunes, 16 de marzo de 2020

ANÓNIMO - LA EPOPEYA DE GILGAMESH TABLILLA I


ARTISTA DE LA EPOPEYA
ANÓNIMO

LA EPOPEYA DE GILGAMESH 

TABLILLA I
LA LLEGADA DE ENKIDU

El que ha visto lo Profundo, los cimientos de la Tierra,
[que] conocía, era sabio en todas las cosas.
[Gilgamesh, que] vio lo Profundo, los cimientos de la Tierra,
[que] conocía, era sabio en todas las cosas,
[él] en todas partes.

Y [aprendió] de todas las cosas la suma de la sabiduría.
Vio lo que era secreto, descubrió lo que estaba oculto, 
volvió a traer un relato de antes del Diluvio.
Recorrió un largo camino, estaba fatigado, halló la paz,
y fijó todos sus trabajos en una tablilla de piedra.

Construyó la muralla de Uruk,
de la santa Eanna, el almacén sagrado.
Mira su muralla como una hebra de lana,
Ve su parapeto que nadie ha podido copiar.
Sube por la escalera de una época pasada,
acércate a Eanna, sede de la Diosa Ishtar,
que ningún rey posterior pudo nunca copiar.
Sube a la muralla de Uruk y anda por ella.
Inspecciona sus cimientos, examina los ladrillos.
¿No fueron sus ladrillos cocidos en un horno?

¿No pusieron los Siete Sabios sus cimientos?
[Una milla cuadrada es] la ciudad, [una milla cuadrada] palmas
datileras, una milla cuadrada es cantera de arcilla, media milla
cuadrada el templo de Ishtar:
[tres millas cuadradas] y media es la extensión de Uruk.
[Mira] la caja de tablillas de cedro,
[suelta] su cierre de bronce.

[Levanta] la tapa de su secreto,
[coge] la tablilla de lapislázuli y lee
los trabajos de Gilgamesh, todo lo que pasó.
Superior a todos los demás reyes, heroico en su estatura,
valeroso vástago de Uruk, toro salvaje que arrasa.

Marchando en cabeza fue la vanguardia,
yendo en la retaguardia, sus compañeros en él podían confiar.

Un poderosa muralla, protegiendo a sus guerreros,
un violento torrente, haciendo añicos un muro de piedra.
Toro salvaje de Lugalbanda, Gilgamesh,
el perfecto en fuerza,
mamando de la augusta Vaca Salvaje, la Diosa Ninsun.
Gilgamesh el alto, magnífico y terrible,
que abrió pasos en las montañas,
que excavó pozos en las laderas de las tierras altas,
y cruzó el océano, el ancho mar hasta el amanecer;
que recorrió el mundo siempre en busca de la vida,
y llegó por medio de su fuerza hasta Uta-Napishti, El Lejano;
que restauró los centros de culto destruidos por el Diluvio,
y estableció para el pueblo los ritos del cosmos.
¿Quién hay que pueda rivalizar con su regio prestigio,
y decir como Gilgamesh, «¿Soy acaso el rey?».
Gilgamesh era su nombre desde el día en que nació,
dos tercios de él Dios y un tercio humano.
La Señora de los Dioses fue quien trazó la forma de su figura,
mientras el divino Nudimmud perfeccionaba su complexión.

* * *

Un triple codo era su pie, una braza su pierna.

Seis codos abarcaba su zancada,
codos la parte delantera de su,
Crecía la barba en sus mejillas como en las de,
el cabello de su cabeza crecía tan recio [como la cebada].

Cuando se puso alto su belleza se consumó,
según los criterios humanos era sumamente apuesto.
En Uruk, camina [aquí y allá,]
como un toro salvaje enseñoreándose, con la cabeza en alto.
No tenía igual cuando sus armas se blandían,
sus compañeros se mantienen atentos por sus contiendas.
A los jóvenes de Uruk hostiga sin justificación,
Gilgamesh no deja que ningún hijo vaya libre a su padre.
De día y de noche su tiranía se hace más severa,
Gilgamesh, [el guía del pueblo tembloroso].

Es él quien es el pastor de Uruk,
[pero Gilgamesh] no deja que ninguna [hija vaya libre a su] madre.
[Las mujeres expusieron] sus [tribulaciones a las Diosas,]
[llevaron su] queja ante [ellas:]
«[Aunque poderoso, preeminente,] experto [y poderoso,]
[Gilgamesh] no deja [que ninguna] muchacha vaya libre hasta [su novio]».

La hija del guerrero, la novia del joven,
a su queja la diosa prestó atención.
Los Dioses del Cielo, los señores de la iniciativa, 
[al Dios Anu le hablaron]:
«Un salvaje toro salvaje has criado en Uruk,
no tiene igual cuando sus armas se blanden».

Sus compañeros se mantienen de pie por sus órdenes, 
[a los jóvenes de Uruk] hostiga sin justificación.
Gilgamesh no deja que ningún hijo vaya libre hasta su padre,
de día y de [noche su tiranía se hace] más severa.
Pero él es el pastor de Uruk,
Gilgamesh, [el guía del pueblo] tembloroso.
Aunque es su pastor y su [protector,]
fuerte, preeminente, experto [y poderoso,]
Gilgamesh no deja que ninguna muchacha vaya libre hasta su [novio].

La hija del guerrero, la novia del joven:
A su queja prestó atención el Dios [Anu].

«Que convoquen [a Aruru], la grande,
[a ella que los creó,] a los humanos tan numerosos:
[que cree al igual de Gilgamesh,] a alguien de poderosa fuerza,
[y que] compita [con él,] para que llegue la paz aUruk.
Y convocaron a Aruru, la Grande:
«Tú, Auru, que has creado [al género humano:]
forma ahora lo que Anu ha pensado. 
Que esté a la altura de la tormenta de su corazón,
que compitan entre sí, para que llegue la paz a Uruk».

La Diosa Auru oyó estas palabras,
dentro de sí generó lo que Anu había pensado.

La Diosa Aruru se lavó las manos,
cogió una pizca de arcilla, la arrojó a la estepa.
En la estepa creó a Enkidu, el héroe,
vástago del silencio, unido con fuerza por Ninurta.
Todo su cuerpo está cubierto de pelo,
lleva larga cabellera como la de una mujer:
el cabello de su cabeza crece espeso como la cebada,
no conoce a ninguna persona, ni siquiera un país.

Cubierto de pelo como el Dios de los Animales,
con las gacelas pace en las hierbas,
uniéndose a la muchedumbre con la caza en el abrevadero,
su corazón deleitándose con las bestias en el agua.

Un cazador, un trampero,
se encontró con él junto al abrevadero.
Un día, un segundo día y después un tercero,
se encontró con él junto al abrevadero.

Cuando el cazador le vio, su expresión se congeló,
pero él con sus manadas volvió a su guarida.
[El cazador quedó] turbado, atónito y en silencio,
su ánimo [quedó abatido,] su semblante se ensombreció.
En su corazón había pesar,
su rostro parecía [el de alguien llegado de] lejos.

El cazador abrió [su boca] para hablar, diciendo [a su padre:]
«Padre mío, hay un hombre que ha llegado [junto al abrevadero].
El más poderoso de la Tierra, la fuerza [que posee,]
[su fuerza] es tan poderosa [como una roca]
caída del cielo.

Sobre las colinas [va y viene todo el día,]
[siempre] con su manada [pace entre las hierbas,]
[siempre] sus huellas [se encuentran] junto al abrevadero,
[Tengo miedo y] no me atrevo a acercarme a él.

«[Ciega los] hoyos que yo [mismo] cavo,
[retira] las trampas que pongo.
[Libera de mi poder] todas las bestias del campo,
[me impide] hacer el trabajo de la estepa».

[Su padre abrió la boca para] hablar, diciendo al cazador:
«[Hijo mío, en la ciudad de] Uruk [ve a buscar a] Gilgamesh.
En su presencia, su fuerza es tan poderosa [como una roca caída del cielo]».

«[Toma el camino,] dirige tu rostro [hacia Uruk],
[no confíes en] la fuerza de un hombre.
[Ve, hijo mío, y] busca a [Shamhat la ramera,]
[su atractivo es un desafío] aun para los más poderosos».

«[Cuando la manada] llegue [al] abrevadero,
[ella deberá despojarse de] sus [vestiduras para dejar ver] sus encantos.
[Él] la verá y se acercará a ella,
su manada le rechazará, [aunque creció] entre ella».

[Prestando atención] a los consejos de su padre,
el cazador partió, [emprendió el viaje].
Tomó el camino, en dirección a Uruk,
ante el Rey Gilgamesh [habló estas palabras:]
«Un hombre llegó [junto al abrevadero,]
el más poderoso de la Tierra, fuerza [posee,]
[su fuerza] es tan poderosa como una roca caída del cielo».

«Sobre las colinas va y viene todo [el día,]
siempre con su manada [pace entre las hierbas,]
siempre sus huellas [se encuentran] junto al abrevadero,
Tengo miedo y no me atrevo a acercarme [a él]».

«[Ciega los] hoyos que yo [mismo] cavo,
retira las trampas [que pongo].
Libera de mi poder todas las bestias del campo,
me impide hacer el trabajo de la estepa».

Gilgamesh le dijo a él, el cazador:
«Ve, cazador, lleva contigo a la ramera Shamahat».

«Cuando la manada llegue al abrevadero,
ella deberá despojarse de sus vestiduras para dejar ver sus encantos.
Él la verá y se acercará a ella,
su manada le rechazará, aunque creció entre ella».

El cazador partió, llevando a Shamhat la ramera,
se pusieron en camino, emprendieron el viaje.
El tercer día llegaron a su destino,
el cazador y la ramera se sentaron allí a esperar.

Esperaron un día y un segundo día junto al abrevadero, 
luego la manada llegó a saciar su sed.
La caza llegó, sus corazones se deleitaron en el agua, 
y también Enkidu, nacido en las tierras altas.

Con las gacelas pacía entre las hierbas,
uniéndose a la muchedumbre con la caza en el abrevadero,
su corazón deleitándose con las bestias en el agua: luego Shamhat le vio, 
al hijo de la naturaleza, el hombre salvaje del corazón de la estepa.

«¡Es él, Shamhat! Desviste tu pecho,
muéstrale tu sexo, que se embeba de tus encantos.
No retrocedas, acepta su fragancia:
él te verá y se acercará a ti».

«Extiende tus vestidos para que yazca sobre ti,
haz para un hombre el trabajo de una mujer.
Que su pasión te acaricie y te abrace,
su manada le rechazará, aunque creció entre ella».

Shamhat dejó caer el paño anudado a sus caderas, 
descubrió su sexo y él tomó sus encantos.
No retrocedió, aceptó su fragancia:
extendió sus vestidos y él yació sobre ella.

Hizo para el hombre el trabajo de una mujer,
su pasión la acarició y la abrazó.
Durante seis días y siete noches
Enkidu estuvo excitado, mientras se ayuntaba con Shamhat.

Cuando de sus delicias estuvo ahíto,
dirigió su vista a la manada.
Las gacelas que vio Enkidu comenzaron a correr,
las bestias del campo respingaron y huyeron asustadas de su presencia.
Enkidu había profanado su cuerpo tan puro,
sus piernas permanecieron quietas, aunque su manada se movía.

Enkidu estaba debilitado, no podía correr como antes, 
pero ahora tenía razón y amplios conocimientos.

Volvió y se sentó a los pies de la ramera,
contempló a la ramera, observó sus rasgos.
Después escuchó con atención las palabras de la ramera,
[mientras Shamhat] le hablaba a él, a Enkidu:
«Eres hermoso, Enkidu, eres igual que un Dios.
¿Por qué con las bestias andas errante por la estepa?
Ven, te llevaré a Uruk,
al templo sagrado, la morada de Anu y de Ishtar,
donde Gilgamesh es perfecto en su fuerza,
como un toro salvaje dominándolo sobre los hombres».

Así le habló y su palabra encontró el favor,
sabía por instinto que buscaría un amigo.
Enkidu dijo a la ramera:
«Vamos, Shamhat, llévame
al templo sagrado, morada sagrada de Anu y de Ishtar, 
donde Gilgamesh es perfecto en su fuerza,
como un toro salvaje dominándolo sobre los hombres».

«Le desafiaré, pues [mi fuerza] es poderosa,
me pavonearé en Uruk, diciendo:¡Yo soy el más poderoso!.
[Allí] cambiaré el orden de las cosas:
alguien nacido en la estepa es poderoso, posee fuerza».
Y Shamhat dijo: 
«Que la gente vea tu rostro, yo sé bien que existe».

«Ve, Enkidu, a Uruk,
donde los jóvenes se ciñen con cinturillas».

«Cada día [en Uruk] hay una fiesta,
allí los tambores marcan el compás con su retumbar.
Y hay rameras, de magnífica figura,
adornadas con encanto y llenas de placeres».

«Incluso a los ancianos despiertan de sus lechos.
Oh Enkidu, [todavía tan] ignorante de la vida,
te enseñaré a Gilgamesh, un hombre feliz y despreocupado,
mírale, contempla sus facciones».

«Es bello en su virilidad, digno en su porte, 
adornado de encantos en toda su persona.
Tiene una fuerza más poderosa que la tuya, 
no duerme ni de día ni de noche».

«Oh, Enkidu, aparta de ti sus pecaminosos pensamientos».

«Es a Gilgamesh a quien el divino Shamash ama.
Los dioses Anu, Enlil y Ea han agrandado su sabiduría».

«Ya antes de que tú vinieses de las tierras altas, 
Gilgamesh en Uruk te veía en sueños».

Gilgamesh se levantó para contar un sueño, diciendo a su madre:
«Oh madre, éste es el sueño que he tenido por la noche;
las estrellas de los cielos aparecían sobre mí, 
algo como una roca del cielo cayó ante mí.
Lo levanté, pero pesaba demasiado para mí, 
intenté hacerlo rodar, pero no pude desplazarlo».

«La tierra de Uruk estaba a su alrededor,
[la tierra se reunía] a su alrededor.
Una multitud [se arremolinaba] ante ello,
[los hombres] se apiñaban a su alrededor.
Como a un niño de pecho le besaban los pies,
como a una esposa [lo amé,] acaricié y abracé.
Lo levanté, lo puse a tus pies, [y tú, oh madre, tú] lo hiciste mi igual».

[La madre de Gilgamesh] era inteligente y sabia, 
bien versada en todas las cosas, dijo a su hijo: 
«[La Vaca Salvaje] Ninsun era inteligente y sabia,
bien versada en todas las cosas».

Y luego ella dijo a Gilgamesh:
«Las estrellas del cielo [aparecían] sobre ti,
[como una] roca del cielo algo cayó ante ti.
Lo levantaste, pero pesaba demasiado para ti,
intentaste hacerlo rodar, pero no pudiste desplazarlo».

«Lo levantaste, lo pusiste a mis pies,
y yo, Ninsun, lo hice tu igual.
Como a una esposa lo amaste, acariciaste y abrazaste,
un poderoso compañero llegará a ti, y será el salvador de su amigo».

«El más poderoso de la Tierra, posee fuerza, 
su fuerza es tan poderosa como una roca caída del cielo.
Como a una esposa lo amarás, acariciarás y abrazarás, 
será poderoso, y a menudo te salvará».

Cuando tuvo un segundo sueño,
se levantó y se presentó ante la diosa, su madre.

Y Gilgamesh le dijo a su madre:
«Otra vez, oh madre, he tenido un sueño.
En una calle de Uruk,
un hacha yacía en tierra rodeada por una multitud.
La tierra [de Uruk] estaba a su alrededor,
el país se [congregaba] a su alrededor.
Una multitud se arremolinaba ante ella,
[los hombres] se apiñaban a su alrededor.
La levanté y la puse a tus pies,
como a una esposa la [amé,] acaricié y abracé,
[y tú, oh madre, tú] la hiciste mi igual».

[La madre de Gilgamesh] era inteligente y sabia,
bien versada en todas las cosas, dijo a su hijo:
«[La Vaca Salvaje] Ninsun era inteligente y sabia, 
bien versada en todas las cosas».

Y luego ella dijo a Gilgamesh:
«Hijo mío, el hacha que viste es un amigo,
como a una esposa lo amarás, acariciarás y abrazarás,
y yo, Ninsun, lo haré tu igual».

«Un poderoso compañero llegará a ti, y será el salvador de su amigo.
El más poderoso de la Tierra, fuerza posee,
su fuerza es tan poderosa como una roca caída del cielo».

Y Gilgamesh le dijo a ella, a su madre:
«Que así me suceda, oh madre, por orden de Enlil el Consejero.
Déjame tener un amigo que me aconseje, un amigo que me aconseje tendré».

[Esto es lo que Gilgamesh] vio en sus sueños.
Cuando Shamhat le hubo contado los sueños de Gilgamesh,
los dos juntos [comenzaron a hacer el] amor.


Artista Anónimo;
Antigua Leyenda Sumeria.
Fotografía del texto,
por El Artista del Bien,
La Figura de Gilgamesh.