lunes, 16 de marzo de 2020

RUSVELT NIVIA CASTELLANOS - PRECIOSA


ARTISTA DEL RELATO
RUSVELT NIVIA CASTELLANOS

PRECIOSA

Preciosa, me gustas con tu ternura y tu silencio. Eres en amor, una sublevación de sentimientos floridos. Y yo te los abrigué en mi congoja, la cual se esfumó fugazmente cuando sobrevino la presencia tuya. Luego así, lloraste de regocijo y te acercaste a mí, un tanto sensible, siendo dulce en el parque. Con placidez, estuviste feliz entre los deleites conmigo. Nunca te ausentaste bajo el invierno penumbroso. Allí, fue cuando más nos aunamos en lo idílico, porque apreciaste lo nuestro tan afectuoso.
Tras los otros instantes, te procuré y susurré lo temeroso; el hola amorosa, te lo declaré con rocío a tu boca de esencias tibias. Más el canto apaciguado, te sedujo con la inocencia del dolor pasado. En cuanto a lo otro íntimo, tú quisiste persistir callada. Eso expresó mucho de los sentimientos que resguardabas. Mientras tanto; yo te brindé un romance repleto de suspiros inesperados, que se confinaron con la hermosura de nuestras presencias. 
Así lo descubrí ayer en la tarde, durante la inspiración de aquella intimidad, donde surgió la entrega tuya y vívida, preciosa un tanto mía. Sobre la experiencia, nos abrazamos libremente al ritmo de una sola armonía. Junto al embeleso, elegiste darme tus besos sublimes, que para mí fueron apasionados. Sin recelo, nuestros labios se rozaron, los saboreamos con excelsitud, nos humectamos entre lo cautivador. En tanto lo núbil, me hiciste sentir la frescura juvenil, cuya dulzura me puso a volar por tus aromas. 
Y novia de esta simpatía adorada; cuando estuvimos tendidos sobre la nieve, recordé sin nostalgia, la una y la otra devoción tuya, rescatada ayer entre las caricias retoñantes. De repente; tocado el acercamiento de tus manos, te supe descubierta ante nuestra vida.
Más sin ningún aviso, te subiste hasta la cumbre mía. Mientras; se dio lo añorado, nos abrazamos entre una emanación de flores tuyas, esparcidas contra mi cuerpo varonil. Hacia lo excesivo nos sonreímos, te palpé en lo frágil, aunados nos resucitamos en lo eterno.
Al cabo, conquisté la beatitud tuya, te supe festeja a ti, gracias a la complacencia de nuestro romance. Por fin albergamos lo apasionado. Nos entregamos al goce, desvestimos el pudor, fuimos hombre y mujer, libres. Así que una vez menguo el arrullo tuyo, yo me fui yendo en tu claridad deslumbradora. De a poco; ahondamos en nuestros otros asombros, superando lo imposible, engendramos lo santo, amada, amorosa algo mía, preciosa.

Rusvelt Nivia Castellanos,
Artista de Colombia.
Ilustración del relato,
por La Artista del Bien,
La Preciosa.