miércoles, 21 de febrero de 2024

SILVIA CECILIA VÁSQUEZ CARUS - EL ROBO AL DIAMANTE EN EL CASTILLO DE NORTHUMBERLAND


ARTISTA DEL CUENTO
SILVIA CECILIA VÁSQUEZ CARUS

EL ROBO AL DIAMANTE EN EL CASTILLO DE NORTHUMBERLAND

Aquella noche, los ladrones lo habían conseguido. Tras superar diez niveles de alta seguridad, ellos consiguieron robar el diamante, sin dejar huellas.
Se trataba de un ejemplar único que se había encontrado por primera vez el año de 1725, recogido en la selva de Minas Gerais, Brasil. 
Mucho tiempo después, para el año del 2002, fue vendido en subasta por un alto valor económico. Su afortunado dueño, fue el Duque de Northumberland. 
Este diamante marcaba su compromiso con la sofisticada estrella de Hollywood, Vanesa Hundes.
Su magnífico castillo, poseía la más sofisticada tecnología en cuanto a sistemas de seguridad, pero aquella fatídica noche no funcionó como era de esperarse.
Los policías no sabían que pensar sobre el caso, pero de algo estaban seguros, todos en esa casa eran sospechosos.
Hoy en cambio; Dora, la hija de Northumberland, estaba de buen humor. Un amigo suyo vendría a buscarla.
Su madre adoptiva, no estaba de acuerdo con esta situación. No era el momento oportuno para recibir visitas, no con una investigación de por medio. 
Al cabo de un tiempo, tocaron al timbre de la puerta.
Se notaba que Dora gustaba bastante de Alejandro, quien era un joven diseñador gráfico, poseedor de bellas facciones.
Tras ponerle al corriente de los últimos acontecimientos, Alejandro la invitó a pasar con ella el fin de semana.
Cuando cayó la noche, Alejandro no pudo dejar de sentir una cierta inquietud. Y al mismo tiempo, pensó: “Qué gente tan extraña”.
Los demás dormían plácidamente, pero la noche no tenía como plan durante las horas de su oscuridad, quedarse tranquila.
Un grito inesperado se escuchó de repente: 
-¿Dora, está bien?-Le preguntó Alejandro abriendo la puerta, quien fue seguido por los demás habitantes de la casa.
-Había una sombra sobre mi cama-Contestó aterrada.
-Quizá sea una mala jugada de su mente-Comentó Vanesa-. Ya sabemos que esto no es inusual en ella.
Cuando era pequeña algo horrible le sucedió.  Fue raptada por los enemigos de su padre. La niña fue rescatada tras pagar una cantidad excesiva de dinero por ella, desde entonces era sujeta a rigurosa terapia, para calmar sus ataques de pánico.
Alejandro sabía que algo no estaba normal y decidió llegar al fondo de la cuestión.
A la mañana siguiente, Vanesa trajo a la terapeuta, pero Dora estaba muy irascible y apenas pronunció palabra. Para animarla, Alejandro hizo un picnic en el jardín.
La familia de Alejandro, dirigía una agencia de detectives desde hacía tiempo, pero él no quiso involucrarse en los negocios familiares y por eso eligió seguir otro camino, sin embargo, resolver misterios lo llevaba en su sangre.
Ellos debían actuar rápido y la arpía de la señora Vanesa, no tardaría en ingresar a Dora en un manicomio.
Cuando la casa se quedó tranquila, Alejandro decidió hablar con el servicio y fue directamente hasta la cocina, pues sabía que ese era el mejor sitio para empezar su investigación.
Alejandro, se despidió dando las gracias y deseando un buen día a los presentes.
Cuando ciertamente, al cabo de un tiempo, la vez que Alejandro estuvo en la habitación del servicio, efectivamente la ama de llaves actuaba de una forma sospechosa. Justo un poco antes de entrar en la cocina, él pudo comprobar con sus propios ojos el cuarto de la señora Vanesa, al estar la puerta un poco entreabierta. Ya luego descubrió como la empleada miraba adentro de los armarios, como si ella fuese la dueña de la casa.
Ella adoraba flirtear con los hombres, además no conseguía mantener su boca cerrada ni un instante, por eso fue fácil para Alejandro sacarle alguna información.
La dulce empleada tenía una afición peligrosa, adoraba probarse la ropa de Vanesa. Y ocasionalmente, la muchacha también le robaba algunas piezas de ropa, que después se las vendía a sus amigas.
Ante esta situación, Alejandro escribió en su pequeño cuaderno de apuntes lo siguiente: “Parece que la propiedad está llena de ladrones”. 
 Pasaron entonces unos pocos días y evidentemente la señora Vanesa y la terapeuta Rosa Clara, fueron arrestadas por la policía.
Las dos mujeres inculpadas eran sospechosas de haber actuado en esquemas ilegales y otros asuntos, había pruebas fiables que probaban que ellas eran culpables.
 En cuanto a lo seguido, Vanesa y su cómplice Rosa, fueron condenadas a quince años de prisión, donde en el tribunal de justicia, ni el mejor abogado de su esposo consiguió reunir pruebas suficientes, para declararlas inocentes.
Sus vidas glamurosas llegaron a su fin.
Tiempo después, llegaron las chocantes noticias, que no desmoralizaron a la señora Dora. 
Con las copas de bohemia en las manos, Dora propuso un brindis y dijo: 
-Por las dos brujas, que se pudran allá en la cárcel.
Aquel fue su último comentario con respecto a ese tema.
El fin de semana en Alnwick, Alejandro se despidió de sus amigos, porque tenía que regresar a sus obligaciones diarias. Pero antes de irse, quería llegar al fondo de la cuestión.
-Vamos, cuéntame, ¿cómo lo lograste?
-¿Lograr, lograr que cosa?
-Venga, mujer. Te conozco demasiado bien. Sé que tú lo planeaste todo.
Imaginar su sorpresa, cuando ella se acercó hasta un lugar donde supuestamente estaba desaparecida su preciosa mascota y ésta allí, que esperaba por su dueña. 
Ya desde aquel día, Alejandro ante lo visto, decidió seguir de cerca todos los movimientos de Dora. 
Luego Alejandro, insistió una vez más en hacerle preguntas fuertes a Dora.
Por su parte, Dora no tuvo otro remedio que dar su confesión y dijo estas palabras:
-Cuando era niña, yo solía entretenerme con juegos complicados de rompecabezas. A medida que mi relación crecía con Vanesa, se fue haciendo mucho más insoportable. Así que decidí elaborar un terrorífico plan contra ella. Yo conocía todos sus esquemas, rutinas, manías y vicios. Pero no tenía pruebas concretas para acusarla de nada, hasta el día en que tuvo conocimiento de un hombre llamado, Diego Silva. Él era el antiguo propietario del diamante, aunque desafortunadamente lo perdió durante una partida de cartas. El día que lo conocí le propuse un trato. Él me conseguiría las pruebas que yo necesitaba sobre Vanesa y su cómplice y a cambio le entregaría el diamante.
-Sí, Alejandro. Yo lo robé, cuando todo el mundo pensó que estaba durmiendo en casa de una amiga. Como sabes yo me he criado aquí, así que no fue difícil para mí.
Mientras contaba su historia las lágrimas le caían a borbotones por las mejillas.
-¿Estás pensando en dejarme? ¿Crees que no soy suficientemente buena para ti?
-No, nada de eso. Te amo y te respeto mucho, más ahora que ya sé la verdad.
En cuanto a esta nueva realidad, el tiempo de estar juntos en Edimburgo acababa y Alejandro quiso pasar su última noche, bajo las estrellas con Dora.

Silvia Cecilia Vásquez Carus;
Artista de España.
Fotografía del texto,
por Kolin Behrens,
El Diamante de la Luz.