viernes, 1 de marzo de 2024

JULIO SÁNCHEZ MINGO - LAS MÁQUINAS DEL AMOR


ARTISTA DEL CUENTO
JULIO SÁNCHEZ MINGO

LAS MÁQUINAS DEL AMOR

A estas mascotas, les encanta subirse a los sofás. Se tumban al sol cuando hace frío y a la sombra si el calor aprieta. En la época de invierno, permanecen en casa, se arriman a los radiadores o se sientan en el suelo, por donde pasan las tuberías de la calefacción. Ellos buscan el contacto humano de manera constante, son tremendamente mimosos y retozones. 
Cuando llegas a casa del trabajo, te reciben con grandes muestras de cariño, dando brincos de alegría. Les gusta la calle, excepto si está lloviendo. Si te vas de casa sin ellos, ponen cara de pena. Si te pones los zapatos para salir; coges las llaves y su correa, dan saltos de contento. Son los primeros en subirse al coche y los primeros en bajarse. 
En los paseos son incansables, van y vienen, ellos vienen y van con su andar divertido. Soportan estoicamente las jugarretas de los niños. Son nobles y fieles hasta la muerte. Como decía el propietario de un hotel, no orinan en los lavabos ni se limpian los zapatos con visillos y cortinas. Estos amigos de los hombres y las mujeres, son insaciables, ellos son un saco sin fondo, comen todo lo que pillan. Te persiguen tenazmente a ver si logran algo de la comida que estás cocinando. Tienen de hecho un olfato prodigioso y siguen cualquier rastro. Localizan a sepultados por un alud de tierra o por los escombros, producidos por un terremoto y hasta detectan un alijo de droga en cualquier cargamento, son además los ojos de un ciego. 
Curiosos de carácter, cuando entran en una casa desconocida la recorren de cabo a rabo para ver quién hay presente y qué encuentran. Su sueño es ligero, no duermen, dormitan siempre en guardia. Su oído es finísimo y son capaces de reconocer el ruido del motor de un cierto coche, distinguiéndolo de cualquier otro de igual modelo y cilindraje. Son una compañía inmejorable. No se quejan de nada. Son listos, divertidos y juguetones. Entienden cualquiera de tus gestos. No les suele gustar el baño. Son fácilmente adiestrables. Por naturaleza no son agresivos, pero los pueden hacer violentos, explotando su miedo. Su mirada te desarma. Son muy expresivos y gesticulantes; hacen uso de los ojos, el hocico, la boca, la lengua y las extremidades, como las personas, más las orejas y el rabo. Sólo les falta hablar. Son tu alter ego y también son el de uno más de la familia. Necesitan al hombre y por eso si lo tienen, le son infinitamente agradecidos. Generalmente son obedientes, humildes y nada rencorosos.
Sólo tienen dos defectos; viven poco y llueva, truene, nieve, hiele, haga un sol primaveral o un calor tórrido, te hacen madrugar.
Este otoño pasado, un distinguido y culto parroquiano, compañero de mesa colectiva en un café, los definió señalando a mi peluda acompañante: 
-Estas mascotas, mi buen amigo, son las máquinas del amor. 

Julio Sánchez Mingo,
Artista de España.
Fotografía del texto,
por Manfred Zimmer,
Los Amigos de la Bondad.