viernes, 20 de marzo de 2020

ANÓNIMO - LA EPOPEYA DE GILGAMESH TABLILLA XI


ARTISTA DE LA EPOPEYA
ANÓNIMO

LA EPOPEYA DE GILGAMESH TABLILLA XI

Dijo Gilgamesh a él, a Uta-napishti el Lejano,
«Te miro, Uta-napishti:
tu forma no es distinta, eres igual que yo,
no eres distinto, eres igual que yo.
»Estaba plenamente decidido a hacerte luchar,

pero ahora en tu presencia mi mano se contiene.
¿Cómo estuviste con los dioses en asamblea?
¿Cómo encontraste la vida eterna?»
Dijo Uta-napishti a él, a Gilgamesh:
«Déjame revelarte, oh Gilgamesh, un asunto sumamente secreto,
a ti te contaré un misterio de los dioses.

»La ciudad de Shuruppak, una ciudad que tú bien conoces,
que está a las orillas del río Éufrates:
la ciudad era antigua, los dioses estuvieron allí una vez,
cuando los grandes dioses decidieron enviar el Diluvio.
»Su padre Anu hizo un juramento,

y su consejero, el héroe Enlil,
su camarlengo, el dios Ninurta,
y su oficial principal, el dios Ennugi.
»El principesco Ea juró también con ellos,
repitiendo sus palabras a una cerca de cañas:

“¡Oh cerca de cañas! ¡Oh muro de ladrillos!
¡Oye esto, oh cerca! ¡Presta atención, oh muro!
»”Oh hombre de Shuruppak, hijo de Ubar-Tutu,
derriba la casa, y construye una barca.
Abandona la riqueza y busca la supervivencia.

Desdeña la propiedad, salva la vida.
Lleva a bordo de la barca semillas de todas las cosas vivas.
»”La barca que construirás,
sus dimensiones serán todas iguales:
su longitud y su anchura serán las mismas,

cúbrela con un tejado, como el Océano Inferior”.
»Comprendí, y dije a Ea, mi señor:
“Obedezco, oh señor, lo que así me has dicho.
Comprendí, y lo haré,
pero ¿cómo respondo a mi ciudad, a la multitud y a los ancianos?”

»Ea abrió su boca para hablar,
diciéndome a mí, su servidor:
“También les dirás esto:
‘Seguro que el dios Enlil siente odio por mí.
»” ’En vuestra ciudad no puedo vivir ya,

no puedo pisar más [el] suelo de Enlil.
[Debo] descender al Océano Inferior, a vivir con Ea, mi señor,
y él os enviará una lluvia de abundancia:
»” ’[una abundancia] de aves, una profusión de peces,
[proporcionará] una cosecha de riquezas.

Por la mañana os enviará una lluvia de pasteles de pan,
al anochecer un torrente de trigo.’”
»Con las primeras luces trémulas del alba luminosa,
la tierra comenzó a congregarse:
[el carpintero] llevó [su] azuela,
el cestero llevó su piedra.

* * *

»Los jóvenes estaban,
los viejos llevaban cuerdas de fibra de palma;
el rico llevaba la brea,
el pobre llevó polea.

»El quinto día tenía puesto el casco en su sitio,
una obrada medía su planta, diez brazas la altura de sus costados.
A las diez brazas también, los lados de su cubierta tenían la misma longitud.
Puse en su lugar su casco, hice su dibujo.
»Le puse seis cubiertas,

dividiéndola así en siete.
Dividí su interior en nueve compartimientos,
clavé en el centro clavijas marinas.
Me ocupé de las pértigas y coloqué el aparejo.
»Treinta mil medidas de brea vertí en un horno,

treinta mil de alquitrán dentro,
Treinta mil de aceite trajeron los porteadores:
además de las mil consumidas en libaciones,
había veinte mil de aceite almacenado por el barquero.
»Para mis trabajadores sacrifiqué bueyes,

y corderos maté a diario.
Cerveza, cerveza fina, aceite y vino
[di a] mis trabajadores como agua de un río,
para que disfrutasen de un festín como en los días del Año Nuevo.
»Al [salir el ] sol me apresté a dar aceite,

[antes de] ponerse el sol la nave estaba terminada.
 fueron muy arduos:
de atrás hacia delante movimos leños para la botadura,
[hasta que] dos tercios de [la nave habían entrado en el agua].
»[Todo lo que poseía] lo cargué a bordo:

toda la plata que poseía la cargué a bordo,
todo el oro que poseía lo cargué a bordo,
todos los seres vivos que poseía los cargué a bordo.
Mandé subir a bordo a todos mis familiares y amigos,
a las bestias del campo, las criaturas de la estepa y miembros de cada técnica y oficio.

»El momento que el dios sol designó,
“Por la mañana te enviará una lluvia de pasteles de pan,
y al anochecer un torrente de trigo.
Entra en el barco y sella tu escotilla”,
»ese momento había llegado ya:
“Por la mañana te enviará una lluvia de pasteles de pan,

y al anochecer un torrente de trigo”.
Miré el estado del tiempo.
»El estado del tiempo estaba lleno de malos presagios,
entré en el barco y sellé mi escotilla.
Al que selló el barco, Puzur-Enlil el carpintero de ribera,
le di mi palacio con todos sus bienes.

»Con las primeras luces trémulas del alba luminosa,
se levantó en el horizonte una oscura nube negra,
y rugiendo dentro de ella estaba Adad el dios de la tormenta.
Los dioses Shullat y Hanish iban delante de él,
llevando su trono sobre la montaña y la tierra.

»El dios Errakal arrancaba de cuajo los postes del atracadero,
Ninurta, al pasar, hacía desbordarse las presas.
Los dioses Anunnaki portaban antorchas de fuego,
quemando el campo con brillantes destellos.
»La quietud del dios de la tormenta pasó sobre el cielo,

y todo lo que entonces era brillante se convirtió en tinieblas.
Arremetió contra la tierra como un toro [que arrasa,]
[la] hizo añicos [como una vasija de arcilla].
»Durante un día los [vendavales arrasaron el país,]
soplaron rápidos y [después llegó] el [Diluvio].
Como una batalla [el cataclismo] pasó sobre la gente.

Un hombre no podía distinguir a otro,
ni podía reconocerse a la gente en medio de la destrucción.
»Incluso los dioses se asustaron del Diluvio,
se marcharon y subieron al cielo de Anu,
acurrucándose como perros se agazaparon a la intemperie.

Las diosas gritaban como mujeres de parto,
Gimió Belet-ili, cuya voz es tan dulce:
»“Los tiempos de antaño se han convertido en arcilla,
porque hablé con maldad en la asamblea de los dioses.
¿Cómo pude hablar con maldad en la asamblea de los dioses,

y declarar una guerra para destruir a mi pueblo?
»”Yo fui quien las dio a luz, esas personas son mías.
Y ahora, como peces, llenan el océano”.

Los dioses Anunnaki lloraban con ella,
con el rostro húmedo, lloraban [con ella,]

sus labios estaban resecos y abrasados por la fiebre.
»Durante seis días y [siete] noches,
el viento sopló, el aguacero,
el vendaval, el Diluvio, arrasó la tierra.
»Pero cuando llegó el séptimo día,
el vendaval amainó, el Diluvio terminó.

El océano se calmó, después de retorcerse como una mujer en el parto,
la tempestad se calmó, el Diluvio terminó.
»Observé el tiempo, estaba silencioso y en calma,
pero toda la gente había vuelto a la arcilla.
La llanura aluvial estaba llana como la azotea de una casa.

Abrí un respiradero, sobre mis mejillas cayó la luz del sol.
»Me senté, me arrodillé y lloré,
por mis mejillas las lágrimas corrían.
Oteé los horizontes, el confín del océano,
en catorce lugares se levantaba una isla.

»En la montaña de Nimush el barco encalló,
el monte Nimush retuvo el barco con fuerza, no le dejó moverse.
Un día y un segundo, el monte Nimush retuvo el barco con fuerza, no le dejó moverse,
un tercer día y un cuarto, retuvo el barco con fuerza, no le dejó moverse,
un quinto día y un sexto, retuvo el barco con fuerza, no le dejó moverse.

»Cuando llegó el séptimo día,
saqué una paloma, la dejé en libertad:
la paloma partió pero después volvió:
no encontró un sitio donde posarse, así que regresó a mí.
»Saqué una golondrina, la dejé en libertad:

la golondrina partió pero después volvió:
no encontró un sitio donde posarse, así que regresó a mí.
»Saqué un cuervo, le dejé en libertad:
el cuervo partió, vio que las aguas se retiraban,
encontró comida, se inclinó y revoloteó, no regresó a mí.

»Hice una ofrenda, a los cuatro vientos hice sacrificios,
puse incienso en la cumbre de la montaña.
Siete frascos y otros siete coloqué,
caña, cedro y mirto apilé debajo de ellos.
»Los dioses olieron el aroma,

los dioses olieron el dulce aroma,
los dioses como moscas se congregaron alrededor del hombre que hacía el sacrificio.
»Entonces llegó Belet-ili,
levantó las moscas de lapislázuli que Anu había hecho para cortejarla:
“Oh dioses, que las grandes cuentas de este collar mío
me hagan recordar aquellos días y nunca los olvide.
»”Todos los dioses acudirán al incienso,
pero al incienso que Enlil no venga,
porque careció de consejo y trajo el Diluvio,
y entregó a mi pueblo a la destrucción”.

»Entonces llegó Enlil,
vio el barco, se enfureció,
se llenó de ira contra los divinos Igigi:
“¿[De] dónde ha escapado este ser vivo?
¡Ningún hombre debía sobrevivir a la destrucción!”

»Ninurta abrió su boca para hablar,
diciendo al héroe Enlil:
“¿Quién, si no Ea, podía hacer tal cosa?
solo Ea sabe cómo se hacen todas las cosas”.
»Ea abrió su boca para hablar,

diciendo al héroe Enlil:
“Tú, el sabio de los dioses, el héroe,
¿cómo podías carecer de consejo y traer el Diluvio?
»”A aquel que transgrede, inflige su crimen,
a aquel que hace mal, inflige su desmán. Modérate, no acabes con ellos.
Rema fuerte, que no [amaine].

»”En vez de causar el Diluvio,
un león podía haber salido y diezmado a la gente.
En vez de causar el Diluvio,
un lobo podía haber salido y diezmado a la gente.

»”En vez de causar el Diluvio,
una hambruna podía haber sucedido y matado a la gente.
En vez de causar el Diluvio,
el dios de la peste podía haber salido y matado a la gente.
»”No fui yo quien reveló el secreto de los grandes dioses:

dejé que Atra-hasis viera una visión, y así se enteró de nuestro secreto.
Y ahora, decidid qué hacer con él”.
»Enlil subió a bordo del barco,
agarró mi mano y me llevó a bordo.
Llevó a bordo a mi esposa y la hizo arrodillarse a mi lado,

nos tocó la frente, de pie entre nosotros para bendecirnos:
»“En el pasado Uta-napishti era un hombre mortal,
pero ahora él y su esposa serán como nosotros los dioses.
Uta-napishti morará lejos, donde desembocan los ríos”.
Tan lejos me llevaron, y me instalaron donde desembocan los ríos.

»Pero tú ahora, ¿quién convocará para ti la asamblea de los dioses,
para que puedas encontrar la vida que buscas?
Durante seis días y siete noches, ven, permanece sin dormir».
En cuanto Gilgamesh se puso en cuclillas,
el sueño como una niebla ya respiró sobre él.

Uta-napishti le dijo a ella, a su esposa:
«¡Mira el hombre que tanto deseaba la vida!,
el sueño como una niebla ya respira sobre él».
Su esposa le dijo a él, a Uta-napishti el Lejano:
«¡Toca a ese hombre y haz que se despierte!

Por donde ha venido regresará con bienestar,
por la puerta que salió regresará a su país».
Uta-napishti le dijo a ella, a su esposa:
«El hombre es embustero, te engañará».
Ve, cuece para él su pan de cada día, y ponlos uno sobre otro junto a su cabeza,

y marca en la pared los días que duerme».
Y así ella coció para él su pan de cada día, los puso uno sobre otro junto a su cabeza,
anotando en la pared los días que dormía.
Su primer pan se había secado,
el segundo estaba correoso, pasado el tercero,

el cuarto pastel de harina se había puesto blanco,
el quinto había echado un moho gris,
recién cocido estaba el sexto,
el séptimo aún estaba en las brasas:
entonces él le tocó y el hombre se despertó.
Gilgamesh le dijo a él, a Uta-napishti el Lejano:

«En cuanto el sueño se ha derramado sobre mí,
al punto me has tocado y me has despertado».
Uta-napishti [le dijo] [a él,] a Gilgamesh:
«Ven, Gilgamesh, cuéntame tus panes,
entonces sabrás [los días que has dormido].

Tu [primer] pan [se había secado,]
el segundo estaba correoso, pasado el tercero,
»el cuarto pastel de harina se había puesto blanco,
el quinto había echado un moho gris,
recién cocido estaba el sexto,
[el séptimo aún estaba en] las brasas:

y solo entonces te he tocado».
Gilgamesh le dijo a él, a Uta-napishti el Lejano:
«Oh, Uta-napishti, ¿qué debo hacer y adónde debo ir?
Un ladrón se ha apoderado de mi [carne].
Pues allí en mi cámara la Muerte mora,
y vaya a donde vaya, allí también estará la Muerte».

Uta-napishti [le dijo] [a él,] al barquero Ur-shanabi:
«¡Que el muelle te rechace, Ur-shanabi, y que la barca te desprecie!
Tú que caminabas por su orilla, que no puedas acceder a ellas ahora.
Y en cuanto al hombre que has traído hasta aquí,
»Su cuerpo está cubierto de cabello apelmazado,

las pieles han arruinado la belleza de su cuerpo.
Tómale, Ur-shanabi, llévale a la tina,
que deje sus mechones apelmazados tan limpios como se pueda.
»Que se quite las pieles, y que el mar se las lleve,
que su cuerpo esté en remojo hasta que quede blanco.

Que se haga un nuevo pañuelo para su cabeza,
que vista las túnicas regias, que sus vestiduras se ajusten a su dignidad.
»Hasta que regrese a su ciudad,
hasta que llegue al final de su camino,
que la túnica no tenga señales, sino que permanezca fresca y nueva».

Ur-shanabi le cogió y le llevó a la tina.
Lavó sus mechones apelmazados y los dejó tan limpios como se podía,
le quitó las pieles, y el mar se las llevó.
Su cuerpo estuvo en remojo hasta que quedó blanco,
hizo un nuevo [pañuelo para] su cabeza,

Vistió las túnicas regias, sus vestiduras se ajustaron a su dignidad.
«Hasta que [regrese a su ciudad,]
hasta que llegue al final de su camino,
que [la túnica no tenga señales, sino que permanezca fresca] y nueva».
Gilgamesh y Ur-shanabi tripularon la barca,

botaron la embarcación y la tripularon ellos mismos.
Su esposa le dijo a él, a Uta-napishti el Lejano:
«Gilgamesh llegó hasta aquí con grandes trabajos y penalidades,
»¿qué le has dado para su viaje de vuelta a casa?»
Y Gilgamesh cogió una pértiga,

volvió a llevar la barca a la orilla.
Uta-napishti [le dijo] a él, a Gilgamesh:
«Llegaste hasta aquí, oh Gilgamesh, con grandes trabajos y penalidades,
¿qué te doy para tu viaje de vuelta a casa?
Déjame revelarte, Oh Gilgamesh, un asunto
sumamente secreto,

a ti te contaré un misterio de [los dioses].
»Hay una planta que [parece] un espino,
tiene espinas como un escaramujo, y [picará a quien la arranque].
Pero si puedes poseer esa planta,
[volverás a ser como eras en tu juventud].

En cuanto Gilgamesh oyó lo que decía,
abrió un [canal]
Ató pesadas piedras [a sus pies,]
que le hicieron bajar… al Océano Inferior.
Cogió la planta, la arrancó [y la levantó,]

las pesadas piedras soltó [de sus pies,]
y el mar le subió hasta su orilla.
Gilgamesh le dijo a él, a Ur-shanabi el barquero:
«Esta planta, Ur-shanabi, es la “Planta de los Latidos”,
con ella un hombre puede recuperar su vigor.

A Uruk la Cercada la llevaré,
a un anciano le daré de comer un poco para probar la planta.
»Ella se llamará “El Anciano Rejuvenecido”,
la comeré yo también, y volveré a ser como era en mi juventud».
A las veinte leguas partieron el pan,

a las treinta leguas se detuvieron para pasar la noche.
Gilgamesh encontró un estanque de frescas aguas,
se metió en él para bañarse en sus aguas.
La fragancia de la planta una serpiente olfateó,
se acercó [sigilosa] y la planta se llevó.

Al alejarse mudó de camisa,
Entonces Gilgamesh se sentó y lloró,
por sus mejillas las lágrimas corrían.
[habló] a Ur-shanabi el barquero:
«[¿Para quién,] Ur-shanabi, mis brazos se afanaron con tal denuedo,

para quién se secó la sangre de mi corazón?
No encontré para mí una recompensa,
[para] el “León de la Tierra” he hecho un favor.
»Ahora por todas partes sube la marea.
Al abrir el canal abandoné las herramientas:

¿qué cosa encontraré que me sirva de señal?
¡Ojalá hubiera regresado y dejado la barca en la orilla!».
A las veinte leguas partieron el pan,
a las treinta leguas se detuvieron para pasar la noche.
Cuando llegaron a Uruk la Cercada,

Gilgamesh le dijo a él, a Ur-shanabi el barquero:
«Oh Ur-shanabi, sube a la muralla de Uruk y anda por ella.
Inspecciona sus cimientos, examina los ladrillos.
¿No fueron sus ladrillos cocidos en un horno?
¿No pusieron los Siete Sabios sus cimientos?

»Una milla cuadrada es la ciudad, una milla cuadrada palmas datileras, una milla cuadrada es cantera de arcilla, media milla cuadrada el templo de Ishtar:
tres millas cuadradas y media es la extensión de Uruk».


Anónimo
Texto extraído de textos.info