viernes, 20 de marzo de 2020

ANÓNIMO - LA EPOPEYA DE GILGAMESH TABLILLA VI


ARTISTA DE LA EPOPEYA
ANÓNIMO

LA EPOPEYA DE GILGAMESH

TABLILLA VI
ISHTAR Y EL TORO CELESTE

Se lavó el cabello espeso y alborotado, limpió sus armas,
dejó caer el cabello sobre su espalda.
Dejando a un lado sus vestiduras sucias, se vistió con otras limpias,
se envolvió con mantos, se ciñó con un fajín y
después Gilgamesh se puso su corona.

La Señora Ishtar miraba con deseo la belleza de Gilgamesh:
«Ven, Gilgamesh, sé mi amado.
Concédeme los frutos de tu amor, oh, concédeme tu amor.
Sé tú mi esposo y yo tu esposa».

«Déjame prepararte un carro de azul y oro,
sus ruedas serán de oro y sus astas serán de ámbar.
Guiando leones en equipo y mulas de gran tamaño,
entra en nuestra casa entre la dulce fragancia del cedro».

«Cuando entres en nuestra casa,
la puerta y el escabel te besarán los pies.
Reyes, cortesanos y nobles se arrodillarán ante ti,
productos de la montaña y de la tierra baja, 
te ofrecerán como tributo».

«Tus cabras parirán trillizos, tus ovejas mellizos,
tu asno cargado dejará atrás a las mulas.
Tu caballo galopará espléndido tirando del carro,
ningún buey igualará a los tuyos en el yugo».

[Gilgamesh] abrió su boca para hablar,
[diciendo] a la Señora Ishtar:
«[Y si en efecto] te tomo en matrimonio, cuerpo y vestidos.
¿[de dónde vendrían] mi alimento y mi sustento?
¿[Me darías de comer] pan digno de un Dios,
[y me escanciarías cerveza] digna de un rey?».

* * *

«¿[Quien está ahí] te tomaría en matrimonio?
[A ti, una escarcha que no cuaja en] hielo,
una puerta de lamas [que] [no] resiste brisa ni sequía,
un palacio que aniquila guerreros».

«Un elefante que sus arreos,
betún que [mancha las manos] de quien lo transporta,
odre que [corta las manos] de quien lo transporta,
piedra caliza que [debilita] un muro de mampostería,
un ariete que destruye [los muros del] enemigo,
un zapato que aprieta el pie de su dueño».

«¿Cuál de tus novios te duró para siempre?
¿Cuál de tus valerosos guerreros subió [a los cielos?].
Ven, déjame decir[te] la historia de tus amantes, de su abrazo».

«Dumuzi, el amante de tu juventud,
año tras año, a lamentarse le condenaste.
Amaste al pájaro allahu moteado,
pero le abatiste y le rompiste su ala;
ahora está en los bosques gritando: ¡Mi ala!».

«Amaste al león, perfecto en su fuerza,
pero para él cavaste fosas, siete veces siete.
Amaste al caballo, tan famoso en la batalla,
pero por sino le diste fusta, espuela y tralla.
Por sino le diste un galope de siete leguas,
por sino le diste beber agua turbia,
y condenaste a Silili, su madre, a sollozar sin descanso».

«Amaste al pastor, el vaquero, el boyero,
que te daba montones de panes cocidos en las brasas,
y sacrificaba cabritos para ti día tras día.
Le golpeaste y le convertiste en lobo,
ahora sus propios zagales le ahuyentan,
y sus perros le muerden las ancas».

«Amaste a Ashullanu, el jardinero de tu padre,
lo usaste para que te llevase dátiles en una cesta,

que todos los días hacían resplandecer tu mesa.
A él miraste y fuiste a su encuentro y le dijiste:
Oh, Ishullanu mío, disfrutemos de tu vigor,
extiende tu mano y acaricia mi sexo».

«Pero Ishullanu te dijo:
¡Yo! ¿Qué quieres de mí?
¿No ha cocido mi madre? ¿No he comido yo, 
para que ahora deba comer el pan de la calumnia y los insultos?
¿Debo dejar que solo me cubran juncos en invierno?».

«Cuando oíste lo que [él había] dicho,
le golpeaste y le convertiste en un enano.
Le sentaste en medio de sus ocupaciones,
no puede subir no puede bajar.
¿Debes amarme a mí también y [tratarme] de la misma manera?».

* * *

La Diosa Ishtar [oyó] estas palabras,
[ascendió] al cielo con furibunda cólera.
[Llorando] acudió a Anu, su padre,
ante Antu, su madre, sus lágrimas corrieron:
«Oh padre, una y otra vez Gilgamesh me desprecia,
contando un cuento lleno de las más viles calumnias,

calumnias sobre mí y también insultos».

Anu abrió su boca para hablar,
diciendo a la Señora Ishtar:
«Ah, pero ¿no fue que tú provocaste al Rey Gilgamesh,
para que contase un cuento lleno de las más viles calumnias,
calumnias sobre mí y también insultos?».

Ishtar abrió su boca para hablar,
diciendo a su padre, Anu:
«Padre, dame, por favor, el Toro Celeste,
para que en su morada pueda dar muerte a Gilgamesh».

«Si no me das el Toro Celeste,
destrozaré [las puertas del Mundo Inferior, hasta llegar] a su morada,
al mundo inferior concederé [manumisión,]
haré subir a los muertos para que consuman a los vivos,
haré que haya más muertos que vivos».

Anu abrió su boca para hablar,
diciendo a la Señora Ishtar:
«Si lo que de mí quieres es el Toro Celeste,
que las viudas de Uruk reúnan la paja de siete años,
[y los labradores de Uruk] cultiven el heno de siete años».

[Ishtar abrió su boca] para hablar,
[diciendo a] su padre, Anu:
«ya he almacenado, ya he cultivado,
las viudas [de Uruk han] reunido la paja de [siete] años,
los labradores [de Uruk han cultivado el] heno [de siete años].
Con la cólera del Toro [tendré venganza]».

Anu oyó estas palabras de Ishtar,
el ronzal del Toro Celeste puso en sus manos.
[Descendió] Ishtar, guiándolo hacia delante:
«Cuando el Toro llegó a la tierra de Uruk,
secó los bosques, los cañaverales y las marismas, 
descendió hasta el río, hizo bajar su nivel siete codos.
Cuando el Toro Celeste bufó se abrió una fosa,
cien hombres de Uruk cayeron en ella».

La segunda vez que bufó se abrió una fosa,
doscientos hombres de Uruk cayeron en ella.
La tercera vez que bufó se abrió una fosa,
y Enkidu cayó en ella hasta la cintura,
Enkidu salió de un salto y agarró al Toro por los cuernos.

En su rostro el Toro escupió babas,
con el mechón de su cola.
Enkidu abrió su boca [para hablar,]
diciendo a Gilgamesh, [su amigo:]
«Amigo mío, hemos alardeado [en nuestra] ciudad,
¿cómo responderemos a la gente que se arremolina?
Amigo mío, he puesto a prueba el poderío del Toro,
aprendiendo así [su] fuerza [y conociendo su] intención».

«Déjame [poner a prueba] de nuevo el poderío del Toro,
me [pondré] detrás [del Toro Celeste,]
le agarraré [por el grueso de su cola].
Pondré [mi pie en la parte trasera de] su [pata,] en [él].
Después [tú], como un [carnicero, valiente y] diestro,
entre la unión de los cuernos y el punto de sacrificio hunde tu cuchillo».

Enkidu dio la vuelta deprisa para ponerse detrás del Toro,
le agarró por el [grueso] de su cola.
[Puso] sus pies en la parte trasera de] su [pata,] [en] él.
Entonces Gilgamesh como un carnicero, valiente y diestro,
entre la unión de los cuernos y el punto de sacrificio [hundió] su cuchillo.

Después de dar muerte al Toro Celeste,
llevaron su corazón arriba y lo depositaron ante Shamash.
Dando un paso atrás se postraron en presencia del dios sol,
luego los dos juntos se sentaron.

Ishtar subió a la muralla de Uruk la Cercada,
brincando y pateando el suelo gimió llena de aflicción:
«¡Ay!, Gilgamesh, que se había burlado de mí, ha matado al Toro Celeste».

Enkidu oyó estas palabras de Ishtar,
y arrancando una pata del Toro la arrojó hacia ella a la vez que dijo:
«Si te hubiera atrapado también, te habría tratado de igual modo,
habría puesto sus tripas en tus brazos».

Ishtar reunió a las cortesanas, prostitutas y rameras,
sobre la pata del Toro Celeste inició ritos de duelo.
Gilgamesh convocó a todos los herreros y los artesanos,
el tamaño de los cuernos, los artesanos admiraron.

Treinta minas de gemas en un bloque macizo,
dos minas cada una con sus revestimientos,
seis tinajas de aceite y la capacidad de ambos.
Se los entregó a su dios Lugalbanda, 
como recipientes del aceite para las unciones,
y éste se los llevó para colgarlos en su alcoba.

Se lavaron las manos en el río Éufrates,
se cogieron de la mano y regresaron.
Mientras cabalgaban por las calles de Uruk,
la gente se congregaba para mirar[los].

Gilgamesh dijo unas palabras a las muchachas, 
que servían en su palacio:
«¿Quién es el más hermoso entre los hombres?
¿Quién el más glorioso de los varones?
¡Gilgamesh es el más hermoso entre los hombres!
[¡Gilgamesh el más] glorioso de los varones!».

* * *

Gilgamesh se regocijó en su palacio.
Por la noche, los hombres se durmieron en sus lechos,
y Enkidu tenía un sueño mientras dormía.
Enkidu se levantó para contar el sueño,
llamando a su amigo.


Artista Anónimo;
Antigua Leyenda Sumeria.
Ilustración del Texto,
por Neil Dalrymple,
La Pelea de Gilgamesh.