viernes, 20 de marzo de 2020

ANÓNIMO - LA EPOPEYA DE GILGAMESH TABLILLA VII


ARTISTA DE LA EPOPEYA
ANÓNIMO

LA EPOPEYA DE GILGAMESH

TABLILLA VII
LA MUERTE DE ENKIDU

«¿Amigo mío, 
por qué los grandes Dioses,
estaban reunidos en consejo?».

El alba rompió en el horizonte.
Y Enkidu comenzó a hablar a Gilgamesh: 
«Amigo mío, ¡qué sueño [he tenido] esta noche!, 
los Dioses Anu, Enlil, Ea y el celestial Shamash, 
[celebraban una asamblea] y Anu habló a Enlil: 
Éstos, porque dieron muerte al Toro Celeste, 
y dieron muerte a Humbaba, que [custodiaba] las montañas 
densamente [arboladas] de cedros, 
de estos dos, [que uno muera]».

Y Enlil dijo: 
«Que muera Enkidu, pero que no muera Gilgamesh».

El celestial Shamash, 
comenzó a responder al héroe Enlil: 
«¿No fue por orden tuya, 
que dieron muerte al Toro Celeste, 
y también a Humbaba? 
¿Y ahora ha de morir el inocente Enkidu?».

Enlil se encolerizó con el celestial Shamash: 
«¡Tú marchaste junto a ellos como un camarada todos los días!».

Enkidu se postró ante Gilgamesh,
 sus lágrimas [corrían] como arroyos: 
«Oh hermano mío, querido para mí es mi hermano. 
Nunca harán que me alce de nuevo para mi hermano. 
[Entre] los muertos me sentaré, el umbral de los muertos [cruzaré,] 
nunca más [pondré] los ojos en mi querido hermano».

Enkidu alzó [sus ojos como a la puerta,]
habló con la puerta como si [fuera un hombre:]
«Oh, la puerta de los bosques, esto no tiene [sentido,]
tengo para mí algo que [tú] no tienes.
Veinte leguas recorrí buscando para ti la [mejor] madera,
hasta que [en el bosque] encontré un alto cedro».

«Tu árbol no tenía rival en el Bosque de los Cedros:
seis brazas es tu altura, dos brazas tu anchura, un [codo] tu grosor,
tu gozne y tus puntas, arriba y abajo, son todos de una pieza.
Yo te creé, yo te levanté, yo te colgué en Nippur».

«Si hubiera sabido, oh puerta, que así [me corresponderías,]
si hubiera sabido, oh puerta, que así me pagarías,
habría levantado mi hacha, te habría derribado,
como una balsa te habría llevado aguas abajo hasta Ebabbara».

«[Hasta] Ebabbara, al templo de Shamash, [te] habría llevado,
el cedro habría colocado [en la puerta] de Ebabbara.
[En] su puerta habría colocado Ave de la Tempestad [y Toro Coloso,]
tu entrada habría [colocado]».

«Estaría la ciudad de Shamash y en Uruk,
porque Shamash oyó lo que dije,
y en momentos de [peligro] me [entregó] un arma».

«Ahora, oh puerta, yo fui quien te hizo, quien te puso en pie;
¿puedo ahora [despedazarte, puedo] ahora derribarte?
Que un rey que venga después de mí sienta odio por ti,
o colgarte [donde no puedas ser vista,]
que borre mi nombre y escriba en ti el suyo».

Lo arrancó de cuajo, lo arrojó,
mientras escuchaba estas palabras, 
de pronto sus lágrimas corrían,
mientras Gilgamesh escuchaba las palabras de Enkidu, 
su amigo, [de pronto sus] lágrimas [corrían].

Gilgamesh abrió su boca para hablar,
diciendo a Enkidu:
«[Amigo mío,] en preeminente,
[tú,] que tenías entendimiento y razón, 
[¿dices ahora] blasfemias?».

«¿Por qué, amigo mío, dice tu corazón blasfemias?
[el sueño] era especial, grande la ansiedad.
[Tus labios febriles] zumbaban como moscas,
[los recelos eran] grandes, el sueño era extraño».

«A aquel que sobreviva, [los Dioses] dejan sufriendo,
el sueño deja pesar a aquel que sobreviva.
A los grandes dioses imploraré suplicando,
déjame buscar a Shamash, apelaré a tu Dios».

«En [tu presencia] rogaré [a Anu,] padre de los Dioses,
que el gran consejero Enlil [oiga] mi ruego en tu presencia,
que [mi súplica encuentre el favor de Ea].
Haré tu estatua con oro sin límite».

«[Amigo mío,] no entregues plata, no entregues oro, 
no entregues las palabras que [Enlil] 
pronunció no son como las de dioses
[lo que él] ordena, no lo borra,
[lo que él] establece, no lo borra».

«Amigo mío, [mi suerte] está entregada al universo,
la gente va a su destino antes de tiempo».

Con las primeras luces trémulas del alba luminosa,
Enkidu levantó su cabeza y se lamentó a Shamash.

Bajo los rayos del sol sus lágrimas corrían a la vez que decía:
«Acudo a ti, Shamash, por mi vida tan preciosa,
[en cuanto] al cazador, el trampero,
que no me dejó ser tan grande como mi amigo,
que el cazador no sea tan grande como su amigo.
Destruye su beneficio, disminuye sus ingresos.
Que su parte se recorte en tu presencia.
[La casa] donde entre, que [su dios] salga por la ventana».

[Después] de maldecir al cazador, 
hasta que su corazón se satisfizo,
decidió maldecir [también] a Shamhat [la ramera:]
«Ven, Shamhat, fijaré tu destino,
un futuro que dure toda la eternidad,
te maldeciré con una maldición poderosa,
mi maldición te aquejará ahora y de inmediato.
Que [nunca tengas] una casa en la que solazarte,
[nunca] residas en el [seno] de una familia».

«Que en la [cámara] de las muchachas [nunca te] sientes,
que tus [vestidos] más hermosos el suelo mancille,
que tus vestiduras de fiesta [el borracho] ensucie,
que nunca tengas cosas bellas del alfarero, que nada tengas».

«Que la mesa [para banquete,] 
la abundancia de la gente, no se disponga en tu casa, 
[que el lecho] en el que te solaces, sea un miserable banco, 
[que el cruce] de caminos, sea el lugar donde moras, 
[que un campo de ruinas, sea] el lugar donde duermes, 
que la sombra de las murallas, sea el lugar donde estás,
[que el espino] y la zarza, despellejen tus pies, 
[que el borracho] y el sobrio golpeen tu mejilla,
que ellos sean demandantes y reclamen contra ti».

«[Que el tejado de tu casa] ningún albañil revoque,
[que en tu alcoba] la lechuza se pose.
 [que en tu mesa nunca] se celebre un banquete».

* * *

«Tú, porque me [hiciste] [débil a mí, 
que no estaba corrompido]
fuiste tú, quien en la estepa me [debilitó] a mí, 
que no estaba corrompido]».

Shamash oyó lo que él había hablado,
desde el cielo se oyó una voz:
«Oh, Endiku, ¿por qué maldices a Shamhat la ramera,
que te dio de comer pan que era digno de un Dios,
y te escanció cerveza que era digna de un Rey,
que te vistió con vestidos magníficos,
y te dio como compañero al hermoso Gilgamesh?».

«Y ahora Gilgamesh, tu amigo y tu hermano,
te amortajará en un magnífico lecho.
[en] un lecho de honor te amortajará,
te pondrá a su izquierda, en un escaño de reposo;
todos [los gobernantes] del Mundo Inferior te besarán los pies».

«La gente de Uruk [te llorará] y lamentará tu pérdida,
a la gente próspera llenará de aflicción por ti.
Cuando te hayas ido su cabello estará enmarañado y apelmazado de dolor,
[cubierto] con una piel de león, andará errante por la [estepa]».

Enkidu [oyó] las palabras de Shamash el héroe,
 su corazón tan enojado se calmó,
[su corazón] tan furioso se calmó:
«Ven, [Shamhat, fijaré tu destino],
que [mi] boca [que] te ha maldecido [te] bendiga también.
Que los gobernadores te amen y los nobles también,
[que a una legua de distancia] los hombres se golpeen los muslos,
[que a dos leguas de distancia] se sacudan la cabellera».

«Que ningún soldado [tarde] en quitarse el cinturón por ti,
que obsidiana [te den], gemas y oro,
que [pendientes] y joyas sea lo que te den».

«Que Ishtar, la más capaz de los Dioses, 
te consiga el acceso al hombre cuyo hogar [esté establecido] 
y las riquezas se amontonen bien alto.
[Que por ti] su esposa sea repudiada, aun siendo madre de siete hijos».

[En cuanto a Enkidu], su mente estaba turbada,
yacía solo y [comenzó a reflexionar].
Lo que pasaba por su mente le contó a su amigo:
«Amigo mío, en el curso de la noche he tenido ese sueño.
Los cielos tronaban, en la Tierra resonaba,
y allí estaba yo, de pie entre ellos.
Había un hombre, de expresión adusta,
igual que un Ave de la Tempestad sus facciones eran aterradoras».

«Sus manos eran zarpas de león, 
sus garras como las garras de un águila,
me agarró por el cabello, me dominó.
Le golpeé, pero volvió a saltar como a la cuerda,
me golpeó, y como una balsa me dio la vuelta».

«Bajo sus pies me aplastó, como un poderoso toro salvaje,
[empapando] mi cuerpo de ponzoñosa saliva».

«Sálvame, amigo mío.
Tú tenías miedo de él, pero tú».

* * *

«[Me golpeó y] me convirtió en paloma.
Me [ató] los brazos como las alas de un pájaro,
me llevó cautivo a la casa de la oscuridad, la morada de Irkalla;
a la casa de la que cuando se entra no se sale,
por el camino sin retorno,
a la casa cuyos moradores están privados de luz,
donde la tierra es su sustento y la arcilla su alimento,
donde están vestidos como pájaros con trajes de plumas,
y no ven la luz, sino que moran en la oscuridad».

«En la puerta [y el cerrojo, el polvo forma una gruesa capa,]
sobre la Casa [del Polvo caía un silencio de muerte].
En la Casa del Polvo en la que entré,
miré a mi alrededor, vi las coronas amontonadas,
estaban las [cabezas] coronadas que habían gobernado
la tierra desde los tiempos remotos, 
los que habían servido la carne [en las] mesas de Anu y Enlil,
los que habían ofrecido pan cocido y escanciado para ellas, 
agua fría de los odres».

«En la Casa del Polvo en la que entré,
estaban los sacerdotes en y los sacerdotes lagar,
estaban los sacerdotes purificadores y los sacerdotes lumahhu.
Estaban los grandes sacerdotes gudapsû de los Dioses,
estaba Etana, estaba Shakkan,
[estaba] la reina del Mundo Inferior, la diosa Ereshkigal».

«Ante su escaño Belet-[seri], la escriba del Mundo Inferior,
sosteniendo [una tablilla,] leyendo en voz alta en su presencia.
[Levantó] la cabeza, me vio y dijo:
[¿Quién] ha traído aquí a este hombre?
[¿Quién] ha traído aquí [a este tipo]».

«Yo que [he soportado] todas las penalidades [contigo,]
recuérdame, [amigo mío,] no [olvides] todo lo que hemos pasado juntos».

Gilgamesh por su parte dijo:
«Mi amigo ha visto una visión que nunca [tendrá igual]».

El día que tuvo el sueño [su fuerza] estaba agotada,
Enkidu estaba abatido, yacía enfermo un día [y después un segundo].
Enkidu [yacía] en su lecho, [su enfermedad se agravaba,]
un tercer día y un cuarto día, [la enfermedad de Enkidu se agravaba],
un quinto día, un sexto día y un séptimo, un octavo, un noveno 
[y un décimo día,] la enfermedad de Enkidu se agravaba.

Un undécimo día y un duodécimo, Enkidu [yacía] en el lecho,
mandó llamar a Gilgamesh [y habló a su amigo:]
«[Mi Dios] se ha puesto en mi contra, amigo mío,
[no muero] como alguien que cae en medio de la batalla,
me daba miedo el combate, amigo mío, 
aquel que [cae] en el combate [se hace famoso,]
pero yo, [no caigo] en [el combate, y no seré famoso]».


Artista Anónimo;
Antigua Leyenda Sumeria.
Ilustración del Texto,
por Sandy Flower,
El Minotauro del Bosque.