viernes, 20 de marzo de 2020

ANÓNIMO - LA EPOPEYA DE GILGAMESH TABLILLA IX


ANÓNIMO
LA EPOPEYA DE GILGAMESH 

LAS ANDANZAS DE GILGAMESH
TABLILLA IX

Gilgamesh lloró amargamente por su amigo Enkidu, 
mientras recorría la estepa:
«¿He de morir y no seré entonces como Enkidu?
La pena ha entrado en mi corazón.

«Temo a la muerte y por eso ando errante por la estepa,
para encontrar a Uta-Napishti, hijo de Ubar-Tutu.
En el camino, viajando deprisa,
llegué una noche a un paso de montaña».

«Vi algunos leones y mi temor aumentó,
levanté la cabeza a la luna en oración,
a [Sîn, la] lámpara de los Dioses, fueron mis súplicas:
“Oh Sîn y,] guárdame sano y salvo”».

[Esa noche] se acostó, después se despertó de un sueño:
en presencia de la luna se alegraba de la vida,
blandió el hacha en su mano,
sacó [el puñal de] su cinturón.
Como una saeta entre ellos cayó,
golpeó a los [leones,] los mató y los dispersó.

Se cubrió con sus pieles, comió su carne.
Gilgamesh [cavó] pozos que antes no existían,
bebió el agua mientras perseguía a los vientos.
Shamash se preocupó, y haciendo una reverencia,
habló a Gilgamesh:
«Oh Gilgamesh, ¿adónde vas errante?
La vida que buscas nunca la encontrarás».

Gilgamesh dijo así al héroe Shamash:
«Después de andar errante, de recorrer toda la estepa,
¿cuando entre en el Mundo Inferior será el descanso escaso?
Yaceré allí durmiendo a lo largo de los años.
»Que mis ojos vean el sol y se sacien de luz.
La oscuridad está oculta, ¿cuánta luz queda?
¿Cuándo pueden los muertos ver los rayos del sol?»

Llegó a las montañas gemelas de Mashu,
que guardan cada día al [sol,] naciente
cuyas cumbres [soportan] el tejido del cielo,
cuyo pie desciende hasta el Mundo Inferior.
Custodiaban su entrada hombres escorpiones,
cuyo terror era temor, cuya mirada era muerte,
cuyo fulgor era aterrador, abrumando las montañas;
al alba y al ocaso custodiaban el sol.

Gilgamesh los vio, se cubrió el rostro con miedo y temor,
después se recuperó y se acercó a su presencia.
El hombre-escorpión llamó a su compañera:
«El que ha llegado hasta nosotros, carne de los dioses es su cuerpo».

La compañera del hombre escorpión le respondió:
«En él hay dos tercios de Dios, y un tercio humano».

El hombre-escorpión llamó,
diciendo una palabra [al rey Gilgamesh,] carne de los Dioses:
«¿[Cómo has llegado hasta aquí,] después de tan largo viaje? 
¿[Cómo llegaste hasta aquí,] para estar en mi presencia?».

«[¿Cómo has cruzado los mares,] 
cuya travesía es peligrosa?
 quiero saber acerca de tu [viaje]. 
A donde se ha vuelto tu [rostro,]
quiero saber [acerca de tu viaje]».

«[Busco] el [camino] que lleva a mi antepasado, Uta-Napishti,
que asistió a la asamblea de los dioses y [encontró la vida eterna:]
de la muerte y la vida [me dirá el secreto]».

El hombre-escorpión abrió su boca [para hablar,]
diciendo a [Gilgamesh:]
«Nunca [hasta ahora,] oh Gilgamesh, hubo [nadie como tú,]
nunca nadie [recorrió el camino] de la montaña».

Durante doce dobles horas su interior [se extiende,]
la oscuridad es densa, y [luz] no hay.
Para la salida del sol, para la puesta del sol.

«Para la puesta del sol, enviaron.
Y tú, ¿cómo lo harás? ¿Irás en?».

«Por el dolor,
por la escarcha y por el sol [mi rostro se ha quemado].
por el agotamiento, ahora tú».

El hombre-escorpión [abrió su boca para hablar,]
[diciendo una palabra] al rey Gilgamesh, [carne de los Dioses:]

«Ve, Gilgamesh,
que las montañas de Mashu [permitan tu paso].
[Que] las montañas y las colinas [velen por tu camino].
Que [ellas te ayuden] con seguridad [a continuar tu viaje].
[Que] la puerta de las montañas [se abra ante ti]».

Gilgamesh [oyó estas palabras,]
lo que [el hombre-escorpión] le dijo, 
[él se lo llevó al corazón,]
[tomó] el camino que lleva al Dios Sol.
Al cabo de una doble hora,
la oscuridad era densa, [y [luz] no había:]

no [le dejaba ver tras él].
Al cabo de dos dobles horas,
la oscuridad era densa, y [luz] no había];
no [le dejaba ver tras él].
Al cabo de tres dobles horas,
[la oscuridad era densa, y luz no había];
[no le dejaba ver tras él].
Al cabo de cuatro dobles horas,
[la oscuridad] era densa, [y luz no había]; 
no [le dejaba ver tras él.]

Al cabo de cinco dobles horas,
la oscuridad era densa, [y luz no había];
no le dejaba ver tras él.
Al [llegar a] seis dobles horas,
la oscuridad era densa, [y [luz] no había];
no [le dejaba ver tras él].
Al llegar a siete dobles horas,
la oscuridad era densa, y [luz no] había;
no le dejaba ver tras [él].

Al cabo de ocho dobles horas avanzaba deprisa,
la oscuridad era densa, y luz [no había]; 
no [le dejaba] ver tras él.
Al cabo de nueve dobles horas, 
el viento del norte, su rostro.

[La oscuridad era densa, y] luz no había];
[no le dejaba] ver tras él.
[Al] llegar a [diez horas dobles],
estaba muy cerca.

[Al llegar a] once, 
aún quedaba un viaje de una doble hora,
[al cabo de doce dobles horas Gilgamesh, 
llegó] antes que el sol.

Había resplandor;
marchó derecho, en cuanto los vio,
a los árboles de los Dioses.
Un árbol de gemas tenía fruto,
colgaban racimos de uvas, de agradable contemplación.
Un árbol de gemas azules tenía follaje,
cargado de frutos y magnífica visión.

* * *

En el bosque de cipreses y cedros,
los tallos de sus hojas eran de piedra negra,
coral marino y piedra sasu,
donde en vez de espinos y zarzas, 
crecían los jardines de gemas preciosas.
Al cabo de un tiempo, tocó una planta mítica, 
era de piedras abashmu,
piedras ágata y hematites.

* * *

Mientras Gilgamesh caminaba por allí,
levantó [la cabeza para] mirarle.


Artista Anónimo;
Antigua Leyenda Sumeria.
Pintura del Texto,
por Neil Dalrymple,
La Gran Exploración de Gilgamesh.